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Globalización y Bloques Económicos: Mitos y Realidades


Enviado por   •  20 de Mayo de 2013  •  8.549 Palabras (35 Páginas)  •  352 Visitas

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Globalización y Bloques Económicos: Mitos y Realidades

Globalización y nueva configuración geoeconómica del mundo

La Globalización Ayer y Hoy

Al abordar el recurrente y polémico tema de la globalización económica contemporánea surgen de inmediato muchos problemas de los que destacan dos. El primero es qué se entiende por globalización, dada la gran cantidad de definiciones y puntos de vista desde los cuales se le aborda. El segundo es cómo diferenciar la actual etapa de otras del siglo XX que han mostrado fuertes grados de internacionalización.

Respecto a su definición, y más allá de los rasgos más visibles como la internacionalización de las estrategias corporativas y de los mercados financieros, la amplia difusión tecnológica y la caída de las barreras comerciales, se pueden señalar tres características esenciales para entender su dinámica actual:

i. La primera se relaciona con el paradigma de la flexibilidad como motor organizativo de la producción de bienes y servicios, que para algunos autores como Oman (1997) representa uno de los factores determinantes del actual proceso globalizador.

ii. Ligado con lo anterior, está el alcance mundial de dicho proceso, ya que la cadena de valor se reparte en el ámbito internacional, aunque de manera muy desigual.

iii. Finalmente, la intensidad que se refleja en los niveles de interacción e interdependencia alcanzados entre los componentes de la comunidad mundial.

Si bien estos tres rasgos están, de alguna forma, estrechamente vinculados, uno de los más relevantes es la connotación espacial del proceso de globalización, es decir, su capacidad para extenderse a escala mundial. En este sentido, si bien es cierto que la mundialización económica ha tenido repercusiones en casi todos los rincones del planeta, también lo es que ha sido sumamente desigual, centrándose fundamentalmente en la llamada “tríada” (Estados Unidos, Europa y Japón) y algunas economías emergentes, lo que permite a Petrella (1996: 17) señalar que “...la globalización actual es una globalización truncada: ‘triadización’ es una definición más correcta y acorde con la situación que

se vive”.

Si bien el proceso globalizador avanza con clara desigualdad, es este rasgo el que explica la división de la cadena productiva y la reubicación de sus partes en diferentes espacios. Este cambio en la localización industrial induce la creación de nuevos sistemas productivos locales, así como la transformación de los ya existentes. Es a esta redistribución territorial de cada segmento de la cadena de valor, a lo que Feenstra (1998) denomina un proceso de integración del comercio acompañada de una desintegración de la producción.

La globalización ayer y hoy

Se han señalado al menos un par de importantes problemas al abordar el espinoso tema de la globalización: uno referido a su definición y el otro a las diferencias con etapas previas de internacionalización a lo largo del siglo XX; este último aspecto resulta pertinente en tanto que dicha comparación puede aportar elementos para una caracterización más completa del fenómeno.

Si bien es cierto que existen similitudes entre la economía mundial de hace un siglo y la actual, también lo es que hay importantes diferencias, entre las que destacan las siguientes:

i. La potencia hegemónica no sólo era distinta a la actual, sino que su papel también era muy diferente, sobre todo respecto al flujo ahorro-inversión, ya que mientras el Reino Unido era un fuerte exportador neto de capital, los Estados Unidos ha sido más bien un importador neto (Tugores, 2000).

ii. Otra diferencia importante radica en la movilidad del factor trabajo, mucho mayor hace un siglo que en la actualidad, como lo demuestra el flujo migratorio que entre 1870 y 1910 implicó que un 19% de la población activa de Europa emigrara, haciendo aumentar en un 49% la población activa de los Estados Unidos, Canadá, Australia y Argentina (Williamson, 1998).

iii. Pero la que quizá podría ser la distinción crucial, es la del surgimiento del Estado del Bienestar y su contrato social con claros compromisos en materia de estabilización, políticas de protección social y empleo, los cuales están amenazados por los embates de la reciente globalización.

En efecto, se considera que el periodo comprendido entre 1895 y 1914 constituyó la “edad de oro” del comercio y la inversión a nivel mundial. De la primera guerra mundial a la gran depresión de 1929-1933 hubo un claro retroceso en el comercio internacional, siendo de tal magnitud que la proporción del comercio de mercancías respecto al PIB de 1913 no se volvió a alcanzar sino hasta finales de los sesenta y a lo largo de los setenta (véase cuadro 1), aunque países como Japón, el Reino Unido y Australia aún no lo habían recuperado en 1990 (Feenstra, 1998).

La segunda etapa comenzó en los cincuenta y se prolongó durante toda la década siguiente hasta concluir en los setenta por el menor crecimiento de la productividad y el inicio de una época de estancamiento con inflación en los Estados Unidos y Europa. Fue también un periodo de rápida expansión comercial, así como de gran crecimiento de la Inversión Extranjera Directa (IED).

La tercera y actual etapa de la globalización, iniciada durante los ochenta, se distingue de sus predecesoras por:

i. El papel de las nuevas tecnologías.

ii. La aparición de empresas globales.

iii. La mayor internacionalización de los mercados financieros. iv. La desregulación en países miembros de la OCDE.

v. El incremento del comercio intra-industrial.

vi. La apertura de países no miembros de la OCDE.

vii. El nuevo tipo de organización flexible en la producción.

El comercio de bienes

Mientras que la proporción de bienes comerciables respecto al PIB de hoy es más o menos semejante a la de hace un siglo, el comercio exterior es en la actualidad mucho mayor si se mide como porcen- taje de la producción de bienes comerciables. Ello es así debido a que la proporción de exportaciones respecto a la producción de bienes comerciables pasó, de fines del siglo XIX a fines del XX, de cerca de

20 a más de 40 por ciento.

La mayor importancia actual del comercio también se manifiesta en que su papel económico era mucho más prominente en 1993 que en 1909,

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