Guía de Aprendizaje Derecho Internacional Humanitario
Enviado por GPEREZVZ • 14 de Octubre de 2013 • Tesis • 2.130 Palabras (9 Páginas) • 481 Visitas
Guía de Aprendizaje Derecho Internacional Humanitario
Cátedra: Derecho Internacional Docente: Guiselle Pérez Vásquez Tiempo de desarrollo: 20 horas.
El DIH es una rama del Derecho Internacional Público, inspirada en el sentimiento humanitario, centrada en la protección a la persona y cuya finalidad es aliviar los sufrimientos de las víctimas de los conflictos armados que estén en poder del enemigo, de los heridos, enfermos, náufragos, prisioneros de guerra o personas civiles afectadas por la confrontación armada.
¿Cuál es el reto?
Precisar el sentido y el alcance del Derecho Internacional Humanitario, su aplicabilidad en la situación de conflicto armado que vive el país y plantear, a partir de allí, las actitudes éticas que debemos generar en nosotros.
Claves de Estudio:
Asigne parte de su tiempo diario a la lectura de sus materiales. Realice las actividades de aprendizaje propuestas en las cartillas.
Realice lecturas de profundización, cada cartilla propone una serie de textos que lo ayudarán en este sentido.

Pregunte, indague. Ayúdese con sus compañeros. Establezca relaciones dialógicas que le permitan confrontar sus conocimientos.
Póngase metas, solucione las dudas que surjan durante su estudio.
¿Cuáles son las actividades?
1. Consultar en Internet “La declaración de Londres” (Reunión en Londres sobre apoyo internacional a Colombia. 10 de julio, 2003).
2. Estudiar el documento: “Artículo Tercero: Común a los Acuerdos de Ginebra”
3. Estudiar el documento: “Preguntas Sobre Derecho Internacional Humanitario”
4. Con base en lo anterior, resolver el caso “Se ha perdido un soldado” que se presenta a continuación:
a. Según el DIH, ¿Gutiérrez Anzola Fernando León se considera, en este caso, un combatiente? Justifique su respuesta.
b. ¿Violó la guerrilla en esta oportunidad alguna norma del DIH?
c. ¿Si la familia del soldado le solicita recomendaciones para
actuar en estas circunstancias, que indicaciones le daría usted?

Introducción
“Sobre los cuerpos de los caídos, pasan los caminos de los vencedores”, escribió Stefan Zweig en su brillante preámbulo a la obra de Honorato de Balzac, La comedia humana. Efectivamente tenía razón. La guerra donde siempre hay caídos y vencedores, no solo es la expresión del egocentrismo y del complejo de superioridad del ser humano. También constituye, como el título de la obra, una “comedia humana” donde se trenzan egos, ambiciones, ansias de poder y otras muchas villanías.
La guerra precede a los Estados, a la diplomacia y a la estrategia en varios milenios. La guerra es casi tan antigua como el hombre mismo y está arraigada en lo más profundo del corazón humano, reducto en el que se diluyen los propósitos racionales, reina el orgullo, predomina lo emocional e impera el instinto. “El hombre es un animal político”, dijo Aristóteles.
Clausewitz agregó que un animal político es un animal guerrero, sin detenerse a considerar que el hombre es un animal pensante en quien el intelecto debería gobernar el imperativo de cazar y la capacidad para matar.
La guerra ha sido una práctica constante en la historia de la humanidad. Algunos piensan, por esa razón, que la guerra es una de las principales expresiones de las relaciones entre las sociedades. La guerra, primera actividad social y con seguridad la última, seguirá siendo una constante entre los hombres. Por ello, se dice, ha sido motivo de reglamentación entre todas las culturas en todos los tiempos. Limitar el uso de la fuerza ha sido una inquietud permanente a través de la historia de la humanidad. Así lo demuestran diversos hechos.
Los maoríes (tribu de Nueva Zelanda), por ejemplo, estimaban que el supremo objetivo de los guerreros era perseguir sin descanso al enemigo, asestar un solo golpe a cada uno de los contrarios para inutilizarlo y dejar que quienes venían detrás se encargaran de rematarlo. Al final, su plan de guerra era devorar al enemigo caído (salvo la cabeza que conservaban como trofeo).
Escipión el africano tomó por asalto la ciudad de Cartago Nova en el año 209. Después, según la costumbre romana, dirigió a sus soldados contra la población de la ciudad ordenándoles que mataran a toda persona que encontrasen en su camino. En las ciudades tomadas por los romanos ni los animales escapaban a la ferocidad de los guerreros.
Fundamentos Históricos
El concepto del humanitarismo en las guerras empezó a gestarse con la aparición de los caballeros y su concepto de honor en la batalla. Se consolida en el siglo de las luces con pensadores como Jean Jacques Rousseau, Emerico de Vattel y Jorge Federico von Martens, entre otros.
La guerra no es, pues, una relación de hombre a hombre, sino de un Estado con otro Estado, en la que los particulares sólo son enemigos accidentalmente, no como hombres, ni como ciudadanos, sino como soldados (...). Siendo el objeto de la guerra la destrucción del Estado enemigo, hay derecho para matar a sus defensores en tanto que tienen las armas en las manos; pero luego que las dejan y se rinden, no son enemigos ni instrumentos del enemigo, y como vuelven a entrar en la simple clase de hombres, ya no se tiene derecho sobre su vida (Rousseau).
[...] Las personas civiles y los combatientes quedan bajo la protección y el imperio de los principios del derecho de gentes derivado de los usos establecidos, de los principios de humanidad y de los dictados de la conciencia pública (Martens).
Un antecedente importante de ese pensamiento es la obra de Francisco de Vitoria quien escribió en 1536 la Relección segunda de los indios o del derecho de la guerra de los españoles en los bárbaros (“De iure belli” – “De indis”). En ella analiza si la guerra entre españoles y aborígenes era justa o no. Lo cierto es que sus escritos están cargados de un pensamiento abiertamente
humanitario, donde se prohíbe matar en los enfrentamientos a inocentes, niños, mujeres, religiosos y prisioneros, entre otras personas.
Se dice que a partir de estos escritos nació el llamado Derecho de gentes. Siglos más tarde manifestaba el portavoz del presidente Truman: “Yo comprendía que para obtener una auténtica rendición del emperador y sus consejeros militares había que asestarles un golpe tremendo que les demostrara de modo inequívoco nuestra capacidad para destruir el imperio”. El golpe, asestado primero en Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y tres días después en Nagasaki, causó la muerte de ciento tres mil personas. Sólo entonces aceptó rendirse el emperador
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