Himno

Era la época de 1850, un joven mexicano por las calles de Francia solo y sin ningún recurso económico. La razón de su estancia allí, era porque sus padres lo habían embarcado en un barco francés cuando pequeño con la esperanza de que su vida de tristeza y pobreza no llegara hasta su hijo, por desgracia ambos padres fueron fusilados y el pobre muchacho se quedó huérfano aún sin saberlo, el joven se llamaba Francisco González Bocanegra, era un amante de la música y cada vez que podía se colaba a los teatros para admirar a los cantantes de ópera que lo deleitaban con su hermosa voz. Un día, cansado de su pobreza y desesperado por tener una vida decente se decidió a robar, pero no robarle a cualquier persona, iba a hurtarle a uno de los generales a cargo de cobrar impuestos. Gracias a su baja estatura y complexión pequeña pudo escabullirse con sencillez, cuando llegó al lugar donde se encontraba el general vio que detrás de un gran escritorio habían montones y montones de bolsas, en una serie de movimientos rápidos logró robar una bolsa y con la misma rapidez y eficacia con la que entró, salió del almacén, por desgracia había dejado un rastro de monedas y cuando el general se enteró de que faltaba una bolsa buscó hasta dar con el camino de monedas. Después de seguir y recoger los rastros que había dejado Bocanegra, lo encontraron durmiendo en una finca después de un gran festín que había comprado con las monedas robadas, lo arrestaron y lo condenaron a dos años de cárcel pero cuando se percataron de que había robado a un hombre muy importante e influyente y que era un inmigrante ilegal lo condenaron a muerte aunque aún no estaba fija la fecha. Una vez allí dentro conoció a su compañero de celda, Jaime Nunó que sólo era dos años más grande que él, Bocanegra intrigado por la apariencia del otro hombre miserable y demacrado, decidió con algo de vergüenza preguntar la historia del por qué se encontraba allí. Nunó le contó que era un músico muy talentoso y famoso de donde venía, pero por una situación de crisis económica había decidido irse a Francia (de manera ilegal claro está) con la esperanza de una mejor vida con su esposa e hijo, pero por desgracia un soldado francés los había descubierto y había fusilado a sus dos seres más queridos en su presencia sin poder hacer nada, de la rabia, golpeó hasta el cansancio a un soldado y cuando estaba por asesinarlo, dos soldados lo tomaron por los dos brazos y después de castigarlo como se acostumbraba allí lo mandaron a prisión en espera de su juicio, pero tiempo después se olvidaron de él, su familia y al soldado que por las heridas provocadas por Nunó murió, quedándose en prisión desde entonces. Bocanegra conmovido por su historia empezó a llorar, nunca había escuchado una tragedia tan grande como esa, pues recordemos que él no sabía nada de sus padres; un año después, un guardia empezó a girar las llaves para poder abrir la celda, una vez abierta jaló a ambos caballeros fuera de prisión para llevarlos ante el primer oficial al mando donde no sólo los juzgaron y despreciaron por sus actos, sino por la nacionalidad de ambos: mexicana. El primer oficial decretó que ambos serían llevados a una ejecución pública dentro de un año y sin más los regresaron a la fétida celda donde permanecerían hasta el día de su muerte, Nunó estaba tan indignado por la discriminación que había recibido no sólo él, su país también que pidió una audiencia de nuevo con el primer oficial para pedirle un último deseo antes de su muerte, cuando el hombre al mando oyó su petición rio tan fuerte que sus carcajadas resonaron por toda la habitación, pues pensaba que era un deseo bastante absurdo y cuestionable, pero aceptó pues pensaba que tal estupidez debía ser expuesta al mundo y así Nunó regresó una vez más a su celda, estando ahí le contó a Bocanegra su última petición antes de morir: hacer un himno honrando a su patria, también le

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