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Historia De La Constitucion Inglesa


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2012  •  10.526 Palabras (43 Páginas)  •  408 Visitas

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HISTORIA DE LA CONSTITUCIÓN INGLESA

Sería preciso, en mi sentir, un volumen para exponer, aunque fuese muy ligeramente, la historia de la Constitución inglesa; hay ahí materia para una obra importante y original para el autor que la emprendiese con competencia. Jamás este asunto ha sido tratado por un autor que juntase a las más nobles conquistas de la erudición, las luces de una sana filosofía. Desde el modelo dado por Hallam, los estudios políticos e históricos han hecho muchos progresos, y se podría hacer un libro que aplicase las fuerzas de la ciencia moderna a la suma de hechos hasta ahora conocidos. No tengo la pretensión de escribir ese libro, pero hay un cierto número de particularidades que conviene reunir en un haz, tanto a causa de su interés en el pasado como de su importancia en el presente.

Se advierte una política común, o por lo menos los elementos de una política común, en los comienzos de todos los pueblos que han llegado a la civilización. Esos pueblos parecen haber comenzado por lo que yo llamaría el absolutismo consultivo y experimental. Los reyes de los antiguos días, en las naciones fuertes, no eran reyes absolutos como los déspotas de hoy; no había entonces ni ejércitos permanentes para reprimir la rebelión, ni espionaje organizado para vigilar los descontentos, ni burocracia hábil para preparar la gente a la obediencia. Consagrado por una sanción religiosa, el rey de los antiguos tiempos era un hombre aparte, por encima de los demás, ungido del Señor o hasta hijo de Dios. Pero en los pueblos capaces de ser libres, su carácter religioso no daba al rey jamás un poder despótico. Su autoridad no tenía en verdad ningún límite impuesto por la ley; la palabra misma de ley no hubiera podido traducirse en el lenguaje de la época. La idea de la ley tal como nosotros la tenemos, es decir, de una regla trazada por el hombre, y que puede ser modificada por el hombre cuando lo desee, como habitualmente la modifica, esta idea no hubiera sido comprendida entre los pueblos primitivos que miraban la ley como una prescripción fatal, y casi como una revelación divina. La ley emanaba de los labios reales, el rey la establecía de la misma manera que Salomón dictaba sus sentencias para un caso particular, y tanto a nombre de la Divinidad como en su propio nombre. Ninguna barrera religiosa limitaba la revelación que hacía de la voluntad divina, y tal era la fuente única de la ley. Pero aunque no tuviera límite alguno impuesto por la ley, la sumisión tenía su límite práctico en lo que puede llamarse la parte pagana de la humanidad, es decir, en la obstinación propia de los hombres libres. Jamás se reducían a hacer exactamente lo que se les ordenaba.

Tal como existía en Grecia, según Homero, y tal como existía también en otras partes, puede creerse que la monarquía primitiva tiene dos cuerpos auxiliares: el uno compuesto de ancianos o de las personas importantes, y formaba un consejo o (palabra griega que nos es imposible reproducir), a quien el rey pedía parecer y cuyos debates hacían saber al rey lo que no debía hacer. Además de ese consejo, había la (palabra griega que nos es imposible reproducir), asamblea de oyentes, como algunos le han llamado, y que, en mi concepto, sería mejor llamarle asamblea de prueba. El rey acudía en medio de su pueblo, reunido con el pretexto de anunciarle su voluntad, pero, en realidad, era para tantear su pulso. Sin duda era sagrado, es muy probable que fuese popular; sin embargo, se encontraba en la situación de un primer ministro que habla delante de una Cámara apasionada. Su autoridad y su poder tenían límites que descubría según que sus órdenes fueran recibidas con aclamación, o bien fueran acogidas, sea con murmullos, sea con un silencio significativo.

Ese sistema era excelente para el tiempo y para el país; pero entrañaba un grave inconveniente. El respeto en que el gobierno descansa, y la capacidad necesaria para gobernar, son dos cosas cuyo origen es diferente. El homenaje de los pueblos se dirige a los reyes, y se transmite a su descendencia, en virtud del origen divino que se les atribuye; pero en la descendencia real aparece al pronto un niño, o un idiota, o un hombre que tiene alguna incapacidad natural. Entonces se afirma la verdad aquella de que la libertad prospera bajo los príncipes débiles; entonces la asamblea de oyentes se dedica no sólo a murmurar, sino que al fin levanta la voz, no solamente para sugerir su opinión, sino para formular órdenes.

Mr. Grote refiere muy detenidamente cómo esos apéndices de la monarquía han dado origen a las libertades de los pueblos griegos; cómo esos pueblos se han formado poco a poco; los Estados oligárquicos, amplificando el dominio de su consejo; los Estados democráticos ampliando el de su asamblea. La historia tiene tan variados detalles cuantas eran las ciudades griegas; pero el fondo es en todas el mismo. Lo que caracteriza la política de los griegos antiguos y de los antiguos romanos, es que del embrión monárquico supo sacar los órganos de una República por su desenvolvimiento progresivo.

La historia de Inglaterra ha sido, en sustancia, la misma que la de los pueblos antiguos, aunque haya tenido una forma diferente y un crecimiento más lento y más largo. Las proporciones han sido más vastas y los elementos más variados. Una ciudad griega se deshacía pronto de los reyes, porque el carácter sagrado con que la política revestía al rey no podía soportar el examen diario y la critica continua de una multitud activa y habladora. En todas partes en Grecia, los esclavos, que formaban la parte más ignorante, y, por consiguiente, la menos accesible a los influjos intelectuales, estaban privados de los beneficios o derechos políticos.

En cambio, Inglaterra, desde un principio, ha sido un país muy extenso, habitado por razas diversas, de las cuales ninguna gustaba de discutir prosaicamente la monarquía, que era para todo objeto de superstición. La monarquía era hasta alguna cosa más que una superstición para nuestros antepasados. Se necesitaba un poder ejecutivo muy fuerte para mantener en orden a un país decidido y armado y valiente; el problema del desenvolvimiento político era, pues, muy delicado. Un gobierno libre, cuando está completamente formado, puede tener un poder muy fuerte; pero durante la época de transición, mientras la República se desenvuelve y la monarquía decae, el ejecutivo es necesariamente débil. El sistema político se divide; su acción languidece. Por último, las diversas clases del pueblo inglés han tenido un crecimiento desigual. Si las clases elevadas se han modificado enormemente desde la Edad Media, y siempre en el sentido del progreso, en cambio las clases inferiores han variado muy poco; hasta se cree que, en ciertos respectos, han retrocedido, aunque perfeccionándose desde ciertos puntos

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