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Historia De La Radio


Enviado por   •  6 de Octubre de 2012  •  3.662 Palabras (15 Páginas)  •  385 Visitas

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El 9 de octubre de 1921, la ciudad de Monterrey inauguró su propia estación de radio, operada y conducida por su inventor, el Ingeniero Constantino de Tárnava. Para este acontecimiento, Tárnava preparó un programa musical que se prolongó durante dos horas y en cuyo repertorio se incluyó la participación de la joven intérprete Ana María Yturria.

Era el inicio de la radio en México y con tan sólo 50 watts fue posible llegar muy lejos. El creciente tránsito de música y voces convertidas en ondas, inundó el espacio aéreo nacional y sumergió de lleno al país en el llamado Siglo de las Comunicaciones.

En 1922, el gobierno posrevolucionario de Álvaro Obregón, tomó conciencia de la necesidad de unificar a un país dividido y en crisis, así que vio con buenos ojos los beneficios de contar con un medio idóneo para comunicarse con una población en aquel entonces, predominantemente analfabeta. Para ello, promovió la instauración de un sistema de radiodifusión mixto, con el que se proporcionó a entusiastas de esta nueva tecnología la posibilidad de instalar estaciones privadas.

Pronto, y con la rapidez que caracteriza la propagación de las grandes ideas, el territorio nacional comenzó a verse cubierto por un enorme tapiz de clubes y ligas de radioaficionados, que encontraron en esta tecnología mucho más que una simple satisfacción de poner a prueba las capacidades de un medio que aún se consideraba experimental.

Algunos visionarios mexicanos, apoyados en información de otros países donde la radio ya era un proyecto altamente redituable, buscaron la aprobación del gobierno para llevar legalmente el nuevo medio al ámbito comercial.

La radio fue rápidamente adoptada por todos aquellos que se acercaron a esta nueva tecnología. Comenzó a penetrar en la familia para dar a sus integrantes un contexto social, cultura y compañía. Su poder de convocatoria para unir en un mismo marco temporal, en torno a un contenido, le dio a este medio un fantástico ritmo de crecimiento.

Muy pronto la radio se convirtió en la mejor amiga de los hogares y la comunidad, y en una formadora del pensamiento de miles de mexicanos que encontraron, en sus pequeñas cajas de bulbos, una primera ventana al mundo y a sus maravillas, así como el refuerzo de conocimiento popular que les brindó la sensación de pertenencia, seguramente añorada desde los años de la Revolución.

Para 1930, había 32 estaciones de radio registradas, entre ellas destacaron la XEB, la estación de El Buen Tono en manos de José de la Herrán; la reconocida como la más famosa radiodifusora de nuestra nación: la XEW, cuyo valor no residía sólo en el potente equipo de transmisión con que contaba, sino en la fórmula que utilizó para hacer radio, al incorporar un sistema de programas de variedades que, con un formato en vivo, intercalaba música, noticias y dramatizaciones. Con esta innovación conquistó paulatinamente a la audiencia, hasta hacer de sus personajes, conductores y artistas, verdaderos ídolos populares que, por sus voces e interpretaciones, trascendieron a la pantalla grande en más de una ocasión. Así dieron forma a lo que se conoce como la época de oro de la radio mexicana, cuando la sociedad y la radio estuvieron más unidas.

Este episodio romántico en la historia de la radio fue apoyado por una creciente euforia nacionalista que exaltó las cualidades del mexicano, al promover su música e intérpretes, así como el estereotipo del mexicano apasionado, orgulloso y fiel a sus raíces. Pero dicha tendencia, subrayada por las programaciones de la XEW y poco después por la XEQ, también llevó a cabo una labor formativa y educativa, vinculando a los escuchas con el arte o promoviendo campañas formales de alfabetización, con las que la responsabilidad social del medio era ampliamente reconocida no sólo por las estaciones relacionadas con el gobierno, sino por los locutores y periodistas radiofónicos en general.

Quizá la labor más importante de este medio, en cuanto a formador y educador, se produjo de modo no planeado y como un fenómeno que no fue reconocido sino a hasta muchos años después. La proliferación de comerciales de productos de higiene personal, medicamentos, jabones, electrodomésticos y demás, empezó a generar en el radioescucha la conciencia sobre el cuidado de la salud y la imagen, al tiempo que fomentó prácticas como el cepillado de los dientes y el lavado de la ropa; el empleo de medicamentos como analgésicos y antidiarreicos, y el uso de aparatos como aspiradoras y licuadoras, entre muchos otros. Así inició el cambio en los hábitos de la gente, para introducirla en un nuevo esquema de vida, sin la intención expresa.

Durante el gobierno de Pascual Ortiz Rubio se establecieron nuevos esquemas de orden legal para la radio – a través de un régimen de concesiones del espacio aéreo. Dentro de las acciones que en aquel momento el gobierno efectuó para obtener el máximo provecho de la radio, estaba la elaboración de un reglamento de la Ley de Vías Generales de Comunicación, publicado el 10 de julio de 1933. En él se establecía la existencia de tiempos oficiales gratuitos y prioritarios para los mensajes que el Ejecutivo necesitara transmitir a la población del país.

Las iniciativas del presidente Lázaro Cárdenas, en 1936 y 1937, evidenciaron su preocupación por participar activamente en el ámbito de la comunicación. Cárdenas creo el Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad (DAPP) con la finalidad de administrar a las radiodifusoras oficiales y regular el contenido de las numerosas estaciones privadas de radio con que ya contaba la nación. No obstante, apenas dos años después, el DAPP desapareció.

En esos tiempos, un grupo de radiodifusoras privadas buscó hacer un frente común para defender sus intereses dentro del marco de la ley. Así, en 1937 se constituyó, en la ciudad de México, la Asociación Mexicana de Estaciones Radiodifusoras, que meses después se transformó en la Asociación Mexicana de Radiodifusoras Comerciales (AMERC), agrupando a 20 estaciones del país. Dos años más tarde, la AMERC ingresó a la Cámara de Transportes y Comunicaciones, donde constituiría la Sección Radio.

Con el arribo de la década de 1940, y dentro del marco de un panorama mundial claramente violento, se manifestó una evidente consolidación de la radio mexicana como entidad organizada y participativa, con un fuerte vínculo social y emotivo con el pueblo que, circunstancialmente, preparaba el terreno para la llegada de la televisión a la vida del país y del ciudadano común.

La radio y algunos de sus productos alcanzaron mercados extranjeros, pues de la asociación de Emilio Azcárraga

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