Historietas
Enviado por Beliinda • 25 de Enero de 2012 • 682 Palabras (3 Páginas) • 757 Visitas
Un partido de fútbol entre el equipo de los elefantes contra el equipo de los gusanos. El partido estaba muy descompensado. Tanto que a diez minutos del final iban ganando los elefantes por 50-0. Pero, de repente, el equipo de los gusanos hace un cambio y sale el ciempiés. El ciempiés empieza a meter un gol tras otro y al final del partido quedan 50-75. Al final del partido, el capitán de los elefantes, incrédulo, se acerca al vestuario de los gusanos y le pregunta a uno…
- ¡Qué portento de jugador! ¿Por qué no lo habéis sacado antes?
- Es que estaba terminando de atarse las botas.
Un amigo le dice a otro…
- Oye, ¡que mi gato ha matado a tu perro!
- Pero cómo va a amatra tu gato a mi perro. Si mi perro es un Doberman que mide dos metros!!
- Ah, ya, ya lo sé. Pero es que mi gato es el del coche de mi padre.
Va una moto a toda velocidad por la carretera, a más de 200 km/h y de repente se encuentra con un pajarito al que no puede esquivar. ¡¡Pum!! Le pega en todo el casco y el pájaro cae al asfalto.
El motorista se siente fatal por el accidente y se para a atender al pajarillo. Ve que aún está vivo y lo recoge, se lo lleva a casa, le compra una jaulita y lo cuida hasta que se pone bien.
A los pocos días el pajarito recupera la conciencia y al despertar se ve encerrado como en una cárcel y exclama en voz alta: “¡¡Nooo!! ¡¡Maté al motorista!!
Dos amigos se encuentran y uno de ellos ha engordado mucho:
- Oye, ¿pero no me dijiste que te ibas a poner en forma?
- Sí, en forma esférica.
Se dice que la música fue inventada por un padre y un hijo que estaban esperando el autobús.
Cuando se acerca el autobús pregunta el hijo, que se llamaba Pachín:
- ¿Parará papá parará?
- Parará Pachín parará -respondió su padre-.
En un concurso internacional de nombres cortos llegan a la final un chino, un japonés y un español.
Comienza el chino y dice:
- Mi nombre es «O».
Interviene el japonés:
- En ese caso yo soy el vencedor porque mi nombre es «Casio» (casi «O»).
Por último dice el español:
- Yo me llamo Nicasio (ni casi «O»).
- Yo me llamo Bartolo, pero mi mujer me llama Bartolomé.
- Yo me llamo Paco, pero mi mujer me llama «pa' comé».
En la calle grita un señor:
- ¡Socorro!
Otro señor que pasaba por allí le dice:
- ¿Puedo ayudarle en algo?
- No, estaba llamando a mi mujer que se llama Socorro.
Se encuentran dos amigos y le dice uno al otro:
- He soñado que ganaba 20 millones de euros como mi padre.
- ¿Tu padre gana 20 millones de euros?
- No, también lo sueña.
Se encuentran dos amigos y le dice uno al otro:
- Estoy en
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