Infancia y pobreza
Enviado por folc • 1 de Julio de 2014 • Tesis • 1.925 Palabras (8 Páginas) • 171 Visitas
Infancia y pobreza…
INTRODUCCION
En el presente trabajo de INFANCIA Y POBREZA EN ARGENTINA, nuestro primer propósito fue investigar sobre Infancia y Pobreza en nuestro país y luego centrarnos en el lugar donde vivimos, es decir, Mendoza.
Descubrimos que la pobreza en las primeras edades deja marcas indelebles en la subjetividad infantil. Nos centramos en un tema indispensable para el desarrollo intelectual del niño, que es la EDUCACIÓN. Ésta ha estado vinculada a las deterioradas condiciones de vida de las familias: más de un millón de alumnos repite o abandona la escuela.
Nos llamó la atención que más de 1.500.000 de jóvenes de entre 15 y 29 años no estudia ni trabaja. Y muchos de los que tienen trabajo están empleados en actividades informales, temporales y precarias. Esto se produce como consecuencia de que hay Padres que no tienen trabajo u empleo digno para satisfacer las necesidades de sus hijos o mejor dicho, NO PUEDEN BRINDARLE SUS DERECHOS BÁSICOS A LA “EDUCACIÓM, AL JUEGO Y A LA SALUD”.
No podemos olvidar ni dejar de lado algo tan importante como “LA SALUD DEL NIÑO”, el nivel de riesgo ambiental y sanitario al que están expuestos los niños de Mendoza es muy alto, perjudicando DIRECTAMENTE SU SALUD. El panorama ambiental negativo para los niños del Gran Mendoza se completa con el aumento del déficit habitacional, de los problemas de saneamiento y de acceso al agua potable.
Ejemplos extremos no faltan para graficar esa situación, como es el caso de los niños de LAVALLE que están condenados a tomar agua con arsénico o los miles que crecen junto a basurales oficiales y clandestinos.
Uno de esos ejemplos es el que ocurre en el llamado Campo Pappa, que hoy se ha transformado también en una especie de laboratorio de políticas públicas.
DESARROLLO
Pobreza e Infancia: La Lógica del Encierro
La Argentina tiene 12 millones de niños, niñas y adolescentes que representan el 35% de su población y son los más afectados por la iniquidad social. El 49,5% de ellos es pobre, y el 20,5%, indigente.
Según el criterio del Indec, estos índices actuales han dejado atrás la peor etapa de la crisis del 2002. Sin embargo, predican sobre este tema en forma insensata unos y en forma demagógica otros. Nadie deja atrás la condición de pobreza como si volviera impávido y estoicamente de una interrupción transitoria de un par de consumos esenciales o de padecer necesidades en forma imperturbable.
La atroz experiencia de la pobreza en las primeras edades deja marcas indelebles en la subjetividad infantil. Si esto ha ido acompañado de la espantosa vivencia del hambre (sobre todo por la consecuencia de las discapacidades permanentes en el cerebro) más la cotidianidad del desamparo, podemos llegar a tener al menos una somera idea (porque quien no ha pasado por eso, no sabe a ciencia cierta qué es) de lo que implica para otro humano padecer la pobreza.
Y si atravesar la experiencia de la pobreza es algo de lo cual nunca se vuelve, en el caso de la infancia, es infinitamente peor. En pocas palabras, a la pobreza infantil se la ha subsumido sin distinción en la noción tradicional de pobreza, enfocada como un problema de ingreso. Esta tendencia simplificadora tiene profundas implicancias en las políticas dirigidas a niños y jóvenes.
El índice bajó, pero…
Los índices de deserción y renitencia en la educación han estado estrechamente vinculados a las deterioradas condiciones de vida de las familias: más de un millón de alumnos repite o abandona la escuela. La mayor deserción es en el Polimodal, donde abandonan unos 245 mil estudiantes; entre séptimo y noveno grados (EGB 3), dejan de estudiar más de 150 mil y en los 6 primeros años de la primaria (EGB 1 y 2), unos 111 mil. De los que no van a la escuela, el 94,7% lo hizo alguna vez. Y casi un millón de niños de 3 a 5 años en todo el país no cursa la educación inicial, mientras que el 47% de los chicos en condiciones de concurrir al jardín de infantes, no lo hacen por factores asociados a la pobreza.
Sobre llovido, mojado
Un millón y medio de jóvenes de entre 15 y 29 años no estudia ni trabaja. Y muchos de los que tienen trabajo están empleados en actividades informales, temporales y precarias. La falta de empleo digno para los padres, lleva a casi dos millones de niños a trabajar antes de los 15 años, en ciudades y en el campo, y de esta forma muchos pierden sus derechos básicos a la educación, el juego y la salud.
La penalización de la pobreza
En Mendoza a partir del 7 de enero de 2003 y durante la administración de Roberto Iglesias, la policía inició la detención masiva de niños que mendigaban en las calles recluyéndolos en la Comisaría del Menor, basándose en la Ley Orgánica Policial y en el Código de Faltas, negando palmariamente los derechos acordados a los niños en la legislación provincial, nacional y en los tratados internacionales firmados por el Estado Argentino y violando abiertamente la Constitución Nacional.
Lo peor es que el juez a cargo del Primer Juzgado de Instrucción rechazó un hábeas corpus que fue interpuesto a favor de los 30 niños detenidos y en forma preventiva a favor de los menores que “ven
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