Juanito Y Su Tio Tito
Enviado por quinatzin • 31 de Mayo de 2013 • 1.767 Palabras (8 Páginas) • 457 Visitas
Traba en un pasillo largo, húmedo y obscuro. Al fondo se agitaba la luz de una flama.
Mi color favorito en esa época era el escarlata. ¡Cómo me gustaba el sonido de la palabra “escarlata”! En el sueño, no veía a la mujer que lloraba, pero sabía que estaba ahí. Antes de dirigirme a ella me acercaba a una pared, hipnotizado por el color escarlata. Solo entonces me daba cuenta de que la superficie era liquida. Nadie había pintado esos muros. Ponía mi mano en la superficie y la sangre escurría entre mis dedos. En ese momento despertaba lleno de miedo.
Si alguien me hubiera dicho que a los 13 años que yo era u niño, me habría puesto furioso. Yo me sentía como un hombre joven.
En las noches de pesadilla despertaba con mucha sed. Si ya me había acabado el agua que mi madre colocaba en el buro, no me atrevía a ir a la cocina, como si ese lugar fuese el lugar del “sueño escarlata”.
Mi favorito era Australia, pintado del color de un chicle bomba. Mis tres animales preferidos eran australianos: el koala, el canguro y el ornitorrinco.
Tal vez porque estaba creciendo se me ocurrían cosas de terror. A mis amigos del colegio les gustaban las historias de fantasmas y vampiros. A mí no me gustaban, pero tenía ese sueño terrible.
Una noche desperté aún más sobresaltado. Prendí la luz y me vi las manos, temeroso de que estuvieran manchadas de sangre. Vi el mapamundi y antes de que pudiera pensar en países lejanos, oí un sollozo. Venia del pasillo y tenía el tono inconfundible de mi madre.
Mama lloraba, con los ojos cerrados. No se dio cuenta de que yo estaba en el cuarto. Al día siguiente, a ella no le gusto verme dormido en la cama de mi madre. Le dije que era sonámbulo y que había llegado así sin saberlo.
En el camino a la escuela, mi hermana Carmen se burló de mí porque caminaba dormido. Luego me pregunto si le podía enseñar a ser sonámbulo, Carmen tenía 10 años y creía todo lo que yo decía.
Carmen me pidió que una noche la despertara para llevarla al club, prometí hacerlo, pero naturalmente no lo hice. Cuando regrese del colegió mi madre hablaba por teléfono con Ruth, las terribles historias de su amiga no lograba tranquilizarla.
Siguió aplastando las patas, encendió un cigarrillo, fumo de manera confusa y la ceniza cayó sobre el puré. Yo me quede como una estatua hasta que ella dijo:
-Tu padre va vivir u tiempo fuera de la casa.
Algo me hiso pensar que mi madre no iba volver nunca a la cama que vi bajo la luz de la luna. Cada vez que me decía Juanito sucedía algo terrible, no era uh nombre de cariño sino un nombre de crisis, el puré de papa de los nombres
Mi hermana llego más tarde porque tenía clase de piano y nos encontró comiendo pizza. Para ella a tarde fue muy divertida. Me dio tristeza ver a mi hermana contenta por no saber la verdad, pero hubiera echo cualquier cosa porque nunca la supiera.
Una tarde, revolviendo papeles en el escritorio de mi padre, encontré una carta dentro de un libro, el sobre tenía dibujos estupendos: espirales rosar, asteriscos azules, relámpagos en verde zigzag. El sobre contenía una carta. Era de una amiga que quería mucho a mi padre y esperaba viajar con él a Paris. Sentí un hueco en el estómago le di la carta a mi madre.
Yo no quería divertirme en dos casa como el niño de esa película. La verdad, tampoco quería ver a mi padre. Quería que volviera para que mi madre estuviera contenta. Yo quería que la quisiera a ella. Fui a mi cuarto a hacer un juramento importante. Tome el mapamundi y ante el mapa de Australia jure que en esa casa íbamos a ser felices, aunque me costara mucho trabajo lograrlo.
Mi madre empezó a dejar cigarrillos por todas partes. Ni siquiera los fumaba completos. Estaba tan nerviosa y hacia tantas llamadas telefónicas que los cigarrillos se juntaban en montoncitos en el cenicero sin que ella acabar de fumar uno solo. Mi madre paso tardísimo por nosotros. Carmen ya estaba dormida abrazada a su castor de peluche, yo me caía de sueño pero alcance a oír la conversación entre mi madre y su amiga.
En el colegio ya estudiábamos poco. Luego cantábamos canciones muy largas y no le importaba que nos equivocáramos. El mejor momento de la vida era el primer día de vacaciones, el sol entraba de otro modo al cuarto.
Una tarde regrese de jugar con pablo encontré el pasillo lleno de cajas:
- Las cosas de tú padre – explico mama.
Me asome a una caja y vi libros. Mi padre estudio ingeniería y había escrito un libro de título muy raro: puentes de voladizo. Me explico que así se llaman os puentes que se parten en dos y se alzan para que puedan pasar los barcos. Tal vez iba a construir un puentee, pero también iba a ver a esa amiga que le envió la carta.
Yo prefería los puentes que no se separaban y seguían fijos conectando dos orillas. No me importo que sus libros
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