Kafka. Ese mismo desaliento que él sufrió
Enviado por sisepuede • 11 de Noviembre de 2012 • Trabajo • 476 Palabras (2 Páginas) • 306 Visitas
Introducción.-
No resulta fácil encontrar, en la Historia Universal de la Literatura, un escritor que muestre una interioridad como la que reflejó Kafka en su obra. Es cierto que muchos escritores han utilizado la creación literaria como vehículo terapéutico para atenuar obsesiones internas y demás angustias, pero pocos, muy pocos, han logrado plasmar en negro sobre blanco la eterna preocupación existencial de una forma tan sublime como la del escritor checo.
En la obra de Kafka se presiente la tormenta y la angustia. Pocos como él han expresado la incongruencia de la vida diaria. Atraído por la metafísica y lo onírico, a la vez que por los elementos más realistas, Kafka escribió sobre el desaliento del hombre ante el absurdo del mundo. Ese mismo desaliento que él sufrió.
Cuerpo
Pero de la creación de Kafka no sólo se infieren atisbos existencialistas, de la riqueza de sus obras se podrían extraer numerosos guiños, solapados por la ironía y el humor macabro, a temas, todos ellos, apasionantes de analizar (la religión, los sentimientos hacia el progenitor, las relaciones de poder, la humillación, una peculiar manera de afrontar la sexualidad...). Al leer El artista del hambre y metaforfosis por primera vez (ahora puedo constatar que mi análisis fue demasiado corto. Aunque ya lo dijo Camus: Todo el arte de Kafka consiste en obligar al lector a releer), recuerdo que me llamó poderosamente la atención el aparato eterno de la preocupación existencial que, en aquella novela inconclusa, dibujaba Kafka. Rápidamente me vino a la mente su contraposición con las estructuras a las que hoy día estamos acostumbrados. Pero las inquietudes que suscitaba una lectura detallada de esta excelente novela no podían quedar ahí Desde aquella primera lectura de el artista del hambre y metamorfosis hasta ahora nunca encontré la ocasión idónea para profundizar en mis reflexiones y comparaciones han hecho sobre los análisis a procesos, circunscritos al universo de la literatura, aunque también se haya extrapolado el análisis comparativo a otros campos del arte como la pintura, la escultura o el cine.
Conclusión
El reto, por requerir conocimientos específicos de las distintas materias a situar en un mismo plano de comparación, no carecería de riesgos y trampas. Intentar extrapolar conceptos propios de lo artístico o de la Teoría de la Comunicación a ámbitos tan alejados como puede ser el descontento podría resultar una tarea bastante ardua. Quizás el nexo más adecuado para unir mundos tan dispares resulte ser la semiología. A lo mejor, dentro del marco semiótico, podrían homologarse categorías distintas a fin de conseguir una heterogénea, pero sólida, fusión interdisciplinar. La empresa se nos presenta pues harto compleja, pero ninguna rémora, por alta y recia que pudiera resultar, debería impedir el afán del comparatista
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