LA ÉTICA DE LA FORMACIÓN PROFESIONAL Y PERSONAL: PSICONEGOCIOS, GESTIÓN DE LA VIDA PERSONAL
Enviado por kellycieza • 5 de Noviembre de 2015 • Documentos de Investigación • 1.417 Palabras (6 Páginas) • 284 Visitas
UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
Universidad del Perú, DECANA DE AMÉRICA.
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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
Curso:
DEONTOLOGÍA PSICOLÓGICA
Docente:
RICARDO OLIVEROS
Trabajo:
ENSAYO DE LA ÉTICA DE LA FORMACIÓN PROFESIONAL Y PERSONAL: PSICONEGOCIOS, GESTIÓN DE LA VIDA PERSONAL, Y REGULACIÓN ÉTICO MORAL DE LA CONDUCTA PERSONAL
Estudiante:
LEON MOYA MARLON
Código:
12180011
PSICONEGOCIOS, GESTIÓN DE LA VIDA PERSONAL, Y REGULACIÓN ÉTICO MORAL DE LA CONDUCTA
La ética de la formación profesional implica algunos puntos sobre los que uno debe reflexionar. Formarse profesionalmente requiere llegar de un estado inicial, que vendría a ser la persona que somos cuando empezamos la carrera, a un estado final, un ideal de persona que deseamos llegar a ser. El alcanzar este ideal de profesional, de persona formada íntegramente implica trabajar en nuestra propia formación tanto teórica y práctica, pero implica, también, formarse moralmente.
En la formación teórica implica que seamos capaces de manejar y dominar los fundamentos teóricos filosóficos de la ciencia psicológica, porque si distingue algo a la ciencia de las demás prácticas o conocimientos son estas bases y es un imperativo moral manejar estas bases, porque de lo contrario, podemos ser propensos a caer en, como dijo A. Merani, el simplismo psicológico, o en el sucio pragmatismo, o, en el peor de los casos en un ateoricismo espantoso.
La formación práctica implica manejar adecuadamente cada una de las técnicas y procedimientos clínicos, terapéuticos, procedimentales, etc, etc, que se requieren dentro de la práctica profesional.
Formarse moralmente no solo implica formar valores morales y practicarlos a nivel individual en nuestras vidas mismas, esto es, obviamente necesario; sin embargo, también implica orientar nuestra actividad a la contribución de una sociedad libre y justa. Esta tarea es completamente necesaria, y es una exigencia de la realidad.
En este camino de formación, puede haber elementos que obstaculicen este proceso de autoconstrucción. Estos elementos pueden ser externos, tales como la falta de recursos económicos, las dificultades de acceso a recursos necesarios para la formación profesional, condiciones sociales, ambientales, etc. Estas por ser externas muchas veces, pero no en todas, están lejos de nuestro control. Sin embargo son, en muchas ocasiones, los elementos internos, el segundo grupo de dificultades o trabas en nuestra formación, los que representan el inconveniente principal y hasta cierto grado determinante para que no podamos conseguir una adecuada formación. Estas son de carácter psicológico y pueden ir, desde la carencia de principios morales, auto saboteo, mentiras, justificaciones y racionalizaciones, hasta hábitos de comportamiento mal aprendidos, como la impuntualidad, la irresponsabilidad, etc. Superar estos dos tipos de dificultades representa un gran esfuerzo por parte de cada uno de nosotros, e implica una firme convicción de cambio, así como también un trabajo planificado y la formai{on de habitos
De la mano con la formación ético-profesional va la formación ética personal. Esta va orientada a nuestra formación personal, nuestra construcción estética del yo. Este proceso implica la formación de convicciones morales que regirán nuestra actuación a lo largo de toda nuestra vida. Asociado a esto va la firmeza de principios, que implica una práctica de ejercicio continuo de los principios que asumimos como nuestros, y esfuerzo por mantenernos orientados por los principios. Cuando hablamos de esfuerzo por seguir fieles a los principios, estamos hablando de que los principios son la base, pero existe mecanismo que nos permiten identificar racionalmente cuando ser más flexibles en su aplicación. A esto se le llama criterios de aplicación de los principios morales. No tener estos criterios es actual como lo exige la máxima kantiana “actuar ben, aunque se caigan los cielos”. Sin embargo, no siempre se puede actuar en conformidad de los principios, que en esencia son abstractos, y que por ende, pueden estar abstraídos de todo contexto social y cultural. Un buen ejemplo de ellos podría ser un ciudadano italiano que tiene como uno de sus principios el civismo, el ser respetuoso de la ley, y ser ciudadano ejemplar. Obrar acorde a este principio implica que este ciudadano respete las normas que la legislación italiana. El detalle es que, por ejemplo, la legislación italiana no permite que se rescate de un naufragio a un inmigrante ilegal que escapa de, por ejemplo, medio oriente, o de África (que son zonas que lamentablemente siempre han estado en medio de conflictos bélicos por culpa de los intereses económicos de potencias imperialistas). Entonces, si el principio que asume este italiano, que ve que un inmigrante está pidiendo ayuda en medio del mar porque su barco ha naufragado, es el civismo y el respeto a las leyes italianas, el criterio de aplicación de este principio que sería el respeto por la dignidad de las personas le va a permitir ser flexible y rescatar a la persona, es decir, pasar sobre su propio principio porque el criterio así lo exige, a pesar de que luego esta persona pueda afrontar un proceso legal por incumplir la norma.
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