LA CALIDAD DE LA DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA: UNA VISIÓN COMPARADA

La más reciente etapa de democratización en América Latina ha sido más amplia y más duradera que cualquier otra en su historia (Smith, 2005). Las naciones de la región han reemplazado los gobiernos militares con gobiernos civiles como es el caso de los países de Argentina, Brasil y Chile; también gobiernos civiles autoritarios desalojados como los de México y Perú, además resueltos por acuerdos de guerras civiles y haber abierto la puerta de procesos democráticos pacíficos tales como Nicaragua, El Salvador, Guatemala y también Perú.

Aún Paraguay, por largo tiempo un caso de partido hegemónico, ha elegido como presidente a un candidato de la oposición. Decir esto no es ver el mundo a través de cristales de otro color, creyendo que todo lo que ocurre es para bien en el mejor de los mundos posibles. Pero los hechos referidos a su transición y estabilidad, indican que la democracia tiene un fuerte atractivo y poder de duración, estimuladas por nuevas instituciones, apoyo ciudadano y movimientos sociales.

En éste proyecto se demuestra el valor de trabajar con un índice que centra su atención analítica en los procesos políticos y está aclimatado en conceptos explícitamente dirigidos a la calidad de la democracia. Aquí se resaltan para la región y para cada país las áreas de fortaleza y de debilidad democrática en formas muy específicas trasladando el debate más allá de simples opciones de dos elementos (democracia vs. dictadura; democracias liberales vs. democracias iliberales) hacia una comprensión más matizada del carácter multidimensional de las democracias.

También dirigen nuestra imaginación más allá de la simple atribución de la democracia al nivel de desarrollo o al status socio-económico de la población, llevándonos a creer las variaciones en la calidad de la democracia una vez que esos umbrales hayan sido superados. Este análisis permite una visión más clara de las situaciones de transformación dentro de la democracia, o de decaimiento sin ruptura institucional, como parece ser el caso de Bolivia y Venezuela.

Los elementos más notables de fortaleza democrática en la región se encuentran en las dimensiones de decisión electoral y de soberanía. El resultado positivo en el área de decisión electoral está enraizado en la realización misma de elecciones libres e imparciales, y en la extensión de la educación pública, así como en el desarrollo de medios de información independientes que contribuyen al nivel de información de la ciudadanía.

A pesar de los continuos problemas económicos y de deuda externa, la ubicación relativamente alta en nuestra dimensión de soberanía está respaldada en el aumento ocurrido durante el período democrático de la extensión, profundidad y seguridad del control civil sobre el mundo militar. De seguidas a las áreas de decisión electoral y soberanía, la dimensión de respuesta a la voluntad popular también presenta una fortaleza relativa, lo cual sugiere que la ciudadanía está capacitada para separar la evaluación de la gestión de un gobierno en particular de su apreciación sobre la democracia en sí misma.

El déficit democrático más notable de la región se encuentra sin duda en la dimensión de responsabilidad. Las valoraciones son consistentemente bajas tanto globalmente en la dimensión, como en cada uno de sus elementos. Aún en países como Uruguay, Costa Rica o Chile que presentan generalmente una valoración elevada (y que son ubicados también en lo más alto de su índice por Freedom House) el aspecto de responsabilidad permanece débil.

El déficit en responsabilidad refleja asuntos de carácter actitudinal, conductual e institucional. Con muy pocas excepciones las instituciones a cargo de exigir la responsabilidad de los funcionarios como la judicatura, las comisiones legislativas y organizaciones como los Defensores del Pueblo, carecen del poder, de los recursos y del respaldo necesario para llevar a cabo sus funciones.

Las agencias electorales tienen, comúnmente, el mejor ejercicio, aunque a nivel sub-nacional este no es tan bueno. Como ha indicado Martí para Nicaragua, las reglas del juego cambian constantemente haciendo difícil tener un desempeño efectivo o formar una tradición de inspección institucional.

Entonces, gran parte del esfuerzo recae en las campañas ciudadanas,

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