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LA CASA AZUL DE FRIDA KAHLO


Enviado por   •  25 de Abril de 2015  •  1.501 Palabras (7 Páginas)  •  403 Visitas

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LA CASA AZUL: EL UNIVERSO ÍNTIMO DE FRIDA KAHLO

Por Hilda Trujillo Soto

“Pies para qué los quiero si tengo alas pa´ volar”

Frida Kahlo

Cuando uno profundiza en el conocimiento de la obra de Frida Kahlo y tiene el

privilegio de conocer su hogar, se descubre la intensa relación que existe entre

Frida, su obra y su casa. Su universo creativo se encuentra en la Casa Azul, sitio en

el que nació y murió. Aunque al casarse con Diego Rivera vivió en distintos lugares

en la Ciudad de México y en el extranjero, Frida siempre regresó a su casona de

Coyoacán.

Ubicada en la calle de Londres 247, en uno de los barrios más bellos y antiguos de

la Ciudad de México, la Casa Azul fue convertida en museo en 1958, cuatro años

después de la muerte de la pintora. Hoy es uno de los museos más concurridos en

la capital mexicana: mensualmente recibe cerca de 25 mil visitantes, 45% de ellos

extranjeros.

La llamada Casa Azul Museo Frida Kahlo es el lugar donde los objetos personales

revelan el universo íntimo de la artista latinoamericana más reconocida a nivel

mundial. En esta casona se encuentran algunas obras importantes de la artista:

Viva la Vida (1954), Frida y la cesárea (1931), Retrato de mi padre Wilhem Kahlo

(1952), entre otras.

En la recámara que Frida usaba de día permanece su cama con el espejo en el techo. Su

madre lo mandó colocar después del accidente que Frida sufriera en el autobús, al

regresar de la Escuela Nacional Preparatoria. Durante la larga convalecencia que la

mantuvo inmóvil por nueve meses y gracias al espejo donde se reflejaba, Frida pudo

retratarse. En la cabecera de su cama se pueden ver los retratos de Lenin, Stalin y Mao

Tse Tung; en el estudio se encuentra el caballete que le regalara Nelson Rockefeller, sus

pinceles y sus libros; y en su recámara de noche se guardan la colección de mariposas,

obsequio del escultor japonés Isamu Noguchi, además del retrato que le hiciera a Frida su

amigo y amante, el fotógrafo Nickolas Muray.

Cada objeto de la Casa Azul dice algo de la pintora: las muletas, los corsés y las

medicinas son testimonios del sufrimiento de las múltiples operaciones a las que fue

sometida. Los exvotos, juguetes, vestidos y joyas hablan de una Frida coleccionista. La

casa misma habla de la vida cotidiana de la artista. Por ejemplo, la cocina que es típica

de las construcciones antiguas mexicanas, con sus ollas de barro colgadas a las paredes,

y las cazuelas sobre el fogón son testimonio de la variedad de guisos que se preparaban

en la Casa Azul. Tanto Diego como Frida gustaban de agasajar a sus comensales con

platillos de la cocina mexicana, prehispánica, colonial y popular.

En el comedor convivieron grandes personalidades de la cultura y destacados artistas de

la época: André Breton, Tina Modotti, Edward Weston, León Trotsky, Juan O´Gorman,

Carlos Pellicer, José Clemente Orozco, Isamu Noguchi, Nickolas Muray, Sergei

Eisenstein, el Dr. Atl, Carmen Mondragón, Arcady Boytler, Rosa y Miguel Covarrubias,

Aurora Reyes e Isabel Villaseñor, entre muchos otros.

La Casa Azul se convirtió en una síntesis del gusto de Frida y Diego, y de su admiración

por el arte y la cultura mexicana. Ambos pintores coleccionaron piezas de arte popular

con un gran sentido estético. En particular, Diego Rivera amaba el arte prehispánico.

Muestra de ello es la decoración de los jardines y el interior de la Casa Azul, donde se

muestran algunas piezas realmente bellas.

El hogar de Frida se abre como museo porque tanto Kahlo como Rivera abrigaron la idea

de donar al pueblo de México su obra y sus bienes. Diego pidió a Carlos Pellicer, poeta y

museógrafo, que realizara el montaje para abrirlo al público como museo. Desde

entonces, la atmósfera del lugar permanece como si Frida habitara en él.

Así describió la casa Carlo Pellicer en noviembre de 1955:

“Pintada de azul, por fuera y por dentro, parece alojar un poco de cielo. Es la casa típica

de la tranquilidad pueblerina donde la buena mesa y el buen sueño le dan a uno la

energía suficiente para vivir sin mayores sobresaltos y pacíficamente morir…”

En la Casa Azul también vivió Diego Rivera por largas temporadas. El muralista acabó por

comprar la casa, al pagar las hipotecas y deudas que Guillermo Kahlo había contraído.

Este último había sido un fotógrafo relevante durante el Porfiriato, venido a menos

después de la Revolución. Además, los múltiples gastos médicos generados por Frida

después del accidente endeudaron a la familia.

La casona, que data de 1904, no era un lugar de grandes dimensiones. Hoy tiene una

construcción de 800 m2 y un terreno de 1200 m2. De acuerdo con la historiadora Beatriz

Scharrer, el padre de Frida, Guillermo Kahlo construyó la casa a usanza de la época: un

patio central con los cuartos rodeándolo; el exterior era totalmente afrancesado. Fueron

Diego y Frida

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