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LA IMPORTANCIA DE DESARROLLAR Y FAVORECER COMPETENCIA GENÉRICAS INTERPERSONALES Y SISTÉMICAS


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2013  •  2.980 Palabras (12 Páginas)  •  469 Visitas

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Hoy día hablar de competencias alude no al concepto economicista del término competencia, sino al hecho de que el sentido de toda educación profesional donde el egresado sea capaz de realizar exitosamente las tareas o desempeños que se esperan de él no sólo en el plano profesional, sino también personal. Esto supone por tanto tener una permanente vinculación con el medio social, económico y laboral en el cual se insertará la persona, donde los docentes no son la excepción.

Es importante destacar que las mayores demandas de la sociedad respecto a sus docentes tienen que ver con aspectos generales y esenciales como capacidad de trabajar en equipo, sociabilidad, capacidad de adaptación permanente, manejo de información y de contextos complejos, superación y crítica para el mejoramiento continuo y sobre todo capacidad de tomar “buenas” decisiones que se hagan cargo de las necesidades de todos los afectados e interesados y también de las consecuencias de dichas acciones en todos los niveles. Evidentemente que saber hacer sus tareas propias se sobreentiende pero paradójicamente se valoran éstas como secundarias porque cambian y mejoran con los nuevos contextos. Importa un profesional que sepa aprender permanentemente pero si no tiene todo lo anterior difícilmente va a poder hacerlo.

Es por tanto que las grandes competencias que son valoradas por la sociedad tienen que ver con elementos personales emocionales, valóricos y actitudinales. Siendo así que hoy, una buena acción profesional como docente< no se concibe sin su componente ético o valórico implícito ya que los contextos complejos laborales tienen permanentes dilemas éticos que desafían y cualifican cualquier acción profesional propiamente, es por ello que a continuación se hacen algunas reflexiones sobre las competencias genéricas que un docente requiere desarrollar y favorecer.

La competencia de automotivación, puesto que todo el mundo necesita una fuerza impulsora para automotivarse en esta época de dura competencia estrés y un estilo de vida agitado, se requiere una fuerza impulsora ya que es un potenciador de la confianza que impulsa a su vez el entusiasmo y proporciona energía para seguir trabajando y cultivar así el deseo de superación personal.

Algunas de las razones para favorecer esta competencia es que la persona enfrenta con mayor confianza los desafíos y encontrar oportunidades en la vida, proporcionando un nuevo sentido y dirección a los propósitos personales y profesionales al encontrarle sentido a la identidad personal, esto significa que implica un acto de autoconocimiento mediante bases como saber qué es lo que e quiere y se desea mediante un autoanálisis correcto, objetivo y realista.

Otra competencia es la de diversidad e interculturalidad, la cual no se limita al campo de la educación, sino que se encuentra presente en las relaciones humanas en general como alternativa frente al autoritarismo, el dogmatismo y el etnocentrismo. Sin embargo, la búsqueda de sociedades más democráticas y plurales supone procesos educativos que afirmen y proporcionen experiencia de vivir en democracia y de respeto a la diversidad donde como educadores tenemos una responsabilidad ineludible.

López (1999), afirma que la interculturalidad en la educación aparece estrechamente ligada al nuevo espíritu de equidad y calidad que inspiran las actuales propuestas educativas, superando así la visión igualitarista que predominó en el escenario social latinoamericano desde la llegada de las primeras oleadas liberales al continente. Nos dice que la interculturalidad en la educación supone un doble camino: hacia adentro y hacia fuera y que una de las direcciones necesarias a las que debe dirigirse un proyecto educativo intercultural, particularmente cuando se trata de pueblos que han sido objeto de opresión cultural y lingüística, (como los nuestros) es precisamente hacia las raíces de la propia cultura y de la propia visión del mundo, para estructurar o recomponer un universo coherente sobre el cual se pueda, luego, cimentar desde una mejor posición el diálogo e intercambio con elementos culturales que, si bien ajenos, son necesarios tanto para sobrevivir en el mundo de hoy cuanto para alcanzar mejores niveles de vida, usufructuando aquellos avances y desarrollos científico y tecnológicos que se considere necesario.

La revalorización cultural es un aspecto fundamental de la interculturalidad, pues solamente en la medida en que las culturas tradicionales refuercen su autoestima grupal, será posible una relación de horizontalidad democrática y no de verticalidad dominante con la cultura de la sociedad envolvente.

Esta interculturalidad nos plantea un proyecto de sociedad distinto al actual y a los educadores el reto de construir la escuela para esa sociedad, una escuela que enseñe a pensar, a sentir, no solo a ejecutar, una escuela que ayude a descubrir que hay otros que piensan diferente, a aceptar que no hay una verdad única, una escuela que haga mujeres y hombre sensibles, que conozcan la visión histórica de la construcción de las desigualdades, que se involucren en solucionarlas, una escuela que haga hombres y mujeres democráticos, felices y libres.

La competencia de adaptación al entorno tiene relación con el proceso por el cual un grupo o un individuo modifica sus patrones de comportamiento para ajustarse a las normas imperantes en el medio social en el que se mueve. Al adaptarse, un sujeto abandona hábitos o prácticas que formaban parte de su comportamiento, pero que están negativamente evaluadas en el ámbito al que desea integrarse, y eventualmente adquiere otros en consonancia con las expectativas que se tienen de su nuevo rol.

La adaptación, en este sentido, es una forma de socialización, ya que opera tomando como base las habilidades sociales con las que cada persona cuenta sin perder de vista que a tolerancia es la base de la capacidad de adaptación positiva donde es necesario aceptar el cambio, darse cuenta de que existe más de una manera de resolver un problema, practicar un pensamiento pluridireccional (pensamiento lateral) y extender nuestro horizonte para que seamos capaces de comprender otras costumbres y otras personas, constituye una necesidad para el desarrollo personal, profesional y social.

Con respecto a la competencia de sentido ético, es entendida como un transversal a los diferentes campos sociales, ya que integra los modos de pensar, actuar, sentir y comportarse de las personas en cualquier ámbito de su propia vida personal y social donde el modelo aporta una posible vía de unión de la cultura humanista y científica donde todos somos responsables y formadores de todas las competencias desde las diversas perspectivas o énfasis.

En concreto la competencia de sentido ético exige que esté presente y activa en todas

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