LA IMPORTANCIA DE UN BUEN CONSEJO

LA IMPORTANCIA DE UN BUEN CONSEJO

En un pueblo, rodeado de bosques y zigzagueantes ríos, vivía Lucas con sus padres. Su vida era muy triste, ya que su padre quien era alcohólico le pegaba constantemente, habiéndolo echado a la calle en varias oportunidades. Los vecinos no sospechaban nada de ello, ya que el padre mostraba ser una buena persona y muy religiosa.

Una nublada mañana en que Lucas iba caminando cabizbajo por la calle, escucha una conocida voz:

• Lucas ven – era la vecina quien agitaba sus brazos - te voy a invitar un pie de manzana que lo acabo de sacar recién del horno.
• No se moleste señora, muchas gracias por la invitación.
• Yo no te invité, te ordené que pases. Le dice con voz cariñosa. Él sin decir nada, ingresó contento de sentirse estimado y saber que tenía una vecina muy buena.

Así transcurrieron los años en un ir y venir de circunstancias adversas para Lucas, quien a pesar de los maltratos llegó a ser un hombre correcto. Siendo ya adulto, Lucas se casó con una buena mujer, con quien tuvo tres hijos: El tranquilo Daniel, la traviesa Estela y la engreída Lissi. Su hogar era muy religioso, siempre se narraban las bíblicas historias de Dios y Jesús. A pesar de ello Lucas, por la vida que llevó de niño no estaba convencido que la palabra de Dios podría influenciar mucho en la vida de su familia.

Un día decidieron ir de vacaciones hacia un lugar donde muchas familias acampaban a orillas de una hermosa y encantada laguna. Lucas les dice:

• Escuché una fantástica historia, que en esa laguna habitaba una sirena que encantaba a los hombres, llevándolos hipnotizados hacia el centro de la misma donde los sumergía con canoa y todo. Así que debemos ser cautos y no ingresar muy adentro si alquilamos una canoa para pescar.

Ya por la tarde, mientras se instalaban, alguien les dice:

• Hola amigo, me llamo Luis. Ya que nuestros hijos se hicieron amigos los espero mañana para almorzar, lo pasaremos bien.
• Gracias por la invitación, lo tomaré en cuenta – dijo Lucas.

Al día siguiente, la mañana amaneció despejada, el sol se elevaba radiante y el trinar de los pájaros presagiaba que todo sería hermoso. Los niños despertaron y después de ir a jugar, decidieron ir al campamento de Luis para almorzar. Al llegar Luis les dice:

• ¡Hola! Bienvenidos, siéntense. Niños jueguen y no se alejen mucho.
• Papá – dice Estela – podemos alquilar una canoa con Daniel.
• Sí, pero cuídense, ya saben la historia y sean precavidos – Les dice Lucas, mientras una preocupación invade su cuerpo.
• Gracias papá – y Estela salió corriendo jalando de la mano a Daniel.

Lucas y Luis se sentaron para conversar; mientras que las señoras preparaban el almuerzo. En eso Lissi interrumpe:

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