LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO NO ES SINÓNIMO DE ACEPTACIÓN SOCIAL

LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO NO ES SINÓNIMO DE ACEPTACIÓN SOCIAL

Para la OMS: “El aborto es la terminación del embarazo antes de que el feto sea viable” ^[1], “medicamente, es la expulsión o extracción de un embrión o feto de menos de 500 gramos de peso, que se alcanza a las 22 semanas”^[2]. El aborto provocado es el punto de partida de discusiones sociales, morales, políticas y científicas, donde se ponen en juego diversos puntos de vista. En muchos países de Latinoamérica como Colombia y Perú, el aborto ha sido despenalizado cuando la mujer fue víctima de un acto carnal violento donde hubo como resultado un embarazo, pero dicha legalización no es sinónimo de aceptación social, por lo cual las mujeres que toman este camino son juzgadas a menudo por su entorno. Sin embargo, esa situación no debe impedir que el aborto causal de violación sea considerado una decisión individual y no de la sociedad.

Los humanos somos seres con raciocinio, capaces de tomar decisiones individualmente, gozamos del derecho de libre albedrio, lo anterior puede respaldar que disponer de un aborto es un acto personal, que implica directamente a la madre y sus emociones.  Según Felipe Henríquez, periodista chileno: “una mujer que concibe por un acto de abuso sexual, en muchas ocasiones no puede hacerse cargo psicológicamente del embrión que gesta, si piensa que este es una invasión corporal”^[3]. Por lo tanto, la sociedad no tiene la potestad para juzgar o penalizar esta determinación en un caso de violencia, teniendo en cuenta que no solo es un beneficio para la mujer, si no para el futuro bebe. Un niño necesita una madre que lo desee, lo ame y lo espere; en vista de esto nadie quisiera ser fruto de una maternidad forzada.

Por otro lado, el aborto después de un acto abusivo se puede tomar como una acción de reivindicación psicológica de la madre. Escobar, psicóloga de la universidad del Salvador, refiere que el abuso sexual trae consigo diferentes efectos en la persona, tales como: “conductas auto lesivas o suicidas, miedos generalizados, hostilidad, agresividad, culpa, vergüenza, depresión, ansiedad, baja autoestima y sentimientos de frustración”^[4] . A pesar de que no todas las víctimas presentan las mismas consecuencias, el tener en su vientre y posteriormente en su vida el fruto no deseado de ese abuso es un factor que influye en el aumento de las probabilidades de sufrir secuelas, es por esto que Alfredo Etcheberry, abogado defensor, afirma que: “el aborto en este caso viene a ser una especie de autodefensa tardía del ataque abyecto del que fue víctima la mujer”^[5].

Para los sectores sociales más conservadores es complicado poner un límite entre la ley, la moral personal y los deberes religiosos, la Fundación Nueva Evangelización para el siglo XXI^[6] estima que “el aborto no soluciona, cura o hace desaparecer lo ocurrido, pero si es un pecado mortal”. Como sociedad democrática debemos tomar decisiones basadas en acuerdos éticos razonables, no con base en las concepciones morales o religiosas de un grupo en particular, de modo que la mujer debe ser libre de seguir el camino que desee sin tener que preocuparse por la imposición de credos o moralismos acatados por el contexto en el que se desenvuelve.

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