LA REPUBLICA
Enviado por marymoreno25 • 23 de Febrero de 2014 • 7.368 Palabras (30 Páginas) • 237 Visitas
La crisis de la Independencia
Las luchas por la independencia ocasionaron la polarización política entre Huanta, Huamanga y Cangallo. Lejos de enfrentar unido la coyuntura el anti-guo espacio ayacuchano se disgregó protagonizando enconadas luchas. En-tre éstas destacaron los violentos conflictos al interior de los dos grupos étni-cos más representativos de la región: los blancos (criollos y mestizos) y los indígenas.
En 1780 la rebelión de Túpac Amaru no suscitó apoyo masivo en Ayacucho. Sólo hubo un intento aislado: el del indígena Pablo Challco, quien quiso sub-levar a los indígenas de Chungui ofreciendo la eliminación del tributo y la co-ronación de Túpac Amaru como Rey del Perú. Lo único que logró fue hacer-se arrestar por las autoridades españolas.
Al contrario, en Huanta los campesinos fueron movilizados hacia el Cusco para combatir las tropas tupacamaristas, mientras que el Cabildo de Hua-manga decidía apoyar a sus pares del Cusco y rechazar a Túpac Amaru. Más bien, la ocasión fue oportunamente aprovechada por los artesanos y pequeños comerciantes de la ciudad para mostrar su oposición a los aristó-cratas y criollos huamanguinos. Como bien dice el historiador francés Patrick Husson, con la rebelión de Túpac Amaru se iniciaba una etapa de agitación política y social en Huamanga, que culminaría al iniciarse la República con la sublevación de los campesinos huantinos.
En 1805 los indígenas de Tiquihua (Huanta) se amotinaron contra el cura de su localidad, exigiendo la eliminación de los repartos mercantiles. En 1809 estallaron en Huamanga violentas manifestaciones de apoyo a la sublevación de La Paz. Años después, en 1812, hubo un intento de rebelión en Cangallo que fue combatido oportunamente por los españoles gracias a la delación de un cura.
En 1814 estalló en Cusco la sublevación de los hermanos Angulo y del cura-ca Mateo García Pumacahua. Inmediatamente, los rebeldes enviaron tres expediciones militares hacia La Paz, Arequipa y Huamanga; esta última es-taba bajo el mando de un comité integrado por tres personas: el rioplatense Hurtado de Mendoza, el cura José Gabriel Béjar y el criollo Mariano Angulo, uno de los hermanos líderes de la rebelión. Al conocerse la proximidad de los cuzqueños, en Huamanga los españoles empezaron a reclutar milicianos para detener el avance de los rebeldes. Pero, también se movilizaron fuerzas a favor de los rebeldes. Algunos artesanos, pequeños comerciantes y vende-dores del mercado fueron encabezados por Buenaventura Fernández de la Cueva o Munive, más conocida como “Ccalla Maqui”, a favor de los cuzque-
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ños, produciendo la huida de las autoridades españolas primero a Huanta y luego a Lima. Las tropas de Mendoza entraron a Huamanga el 20 de sep-tiembre de 1814 sin encontrar resistencia alguna y con el apoyo de los “mo-rochucos”.
El Virrey Abascal envió al Regimiento Talavera, a cargo del Comandante Vicente Gonzales, que en Huanta reforzó sus filas con 500 hombres del hacendado Pedro José Lazón. Ambos ejércitos se enfrentaron en los campos de Huamanguilla y Macachacra y en las cercanías de Huanta, entre el 25 de septiembre y el 2 de octubre, siendo los cuzqueños derrotados. Los españo-les retornaron a Huamanga, detuvieron a los que habían colaborado con los rebeldes y restablecieron a sus autoridades.
De este modo, se agudizaron las tensiones entre criollos, mestizos e indíge-nas. Los primeros apoyaron a los españoles, mientras que los artesanos y pequeños comerciantes mestizos secundaron a los rebeldes, en franca opo-sición a los primeros, quienes controlaban el poder en Huamanga. De otro lado, en el transcurso de la sublevación, los campesinos de Huanta auxiliaron a los realistas, mientras que los “morochucos” de Cangallo optaron por com-batir al lado de los rebeldes. Así, los pueblos del Norte de Huamanga polari-zaban sus actitudes políticas: Huanta se volvía realista, mientras que Canga-llo se convertía en patriota. Huamanga quedaba en una situación de ambi-güedad.
Al conocerse la noticia del desembarco de las Expedición Libertadora del Sur en las costas de Ica, el patriotismo revivió en Huamanga. San Martín envió una expedición a la Sierra Central bajo el mando de Antonio Álvarez de Are-nales con el objetivo claro de aislar Lima. Arenales, secundado por los “mo-rochucos” de Cangallo, entró a Huamanga el 31 de octubre de 1820, siendo apoyado por los sectores populares y proclamando la independencia en los primeros días de noviembre del mencionado año. Posteriormente, se dirigió a Huanta, donde también fue recibido por la población y de ahí partió a Jauja.
A los pocos días aparecieron las tropas realistas del General Mariano Rica-fort. Éste ocupó militarmente Huamanga entre 1820 y 1824. No sólo resta-bleció el orden colonial, además reprimió duramente a los “morochucos” en Chupascunca e incendió el pueblo de Cangallo.
Durante esta etapa se agudizaron las diferencias entre el Norte y el Centro de la Intendencia de Huamanga. Por un lado, Huanta se mantuvo en calma y lealtad, no sufriendo represión alguna; al contrario, en 1821 fue recompensa-da por el virrey La Serna con el título de “Fiel e Invicta Villa de Huanta” más un escudo colonial. Por otro lado, Cangallo soportó los peores castigos por parte de los españoles: el pueblo fue nuevamente incendiado por Carratalá el 17 de diciembre de 1821 y los morochucos fueron duramente combatidos y perseguidos. Empero, éstos continuaron hostilizando a los españoles en la
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llanura de Secchapampa, Chiara, Pomaqocha y Chuschi. Las hostilidades de estos campesinos no se detuvieron ni con el apresamiento y ejecución de uno de sus principales líderes, Basilio Auqui, en 1822.
Casi al mismo tiempo, en Lima San Martín dejaba el gobierno, se instalaba un Congreso Constituyente y ante el fracaso de las dos Campañas de Inter-medios y de la presidencia de Riva Agüero, se convocaba a Bolívar para que ordenase el país e iniciase la campaña final. El libertador se instaló en Lima y desde ahí avanzó hacia el Sur, derrotando a los realistas en la llanura de Ju-nín el 6 de agosto de 1824. A continuación, Bolívar viajó a Lima a reasumir el poder político y el ejército patriota bajo el mano de Antonio José de Sucre se dirigió al encuentro de los realistas. Por su parte, los españoles estaban co-mandados directamente por el virrey La Serna, quien venía de Cusco. Ambos ejércitos se divisaron en Andahuaylas y marcharon siguiendo el curso inverti-do del río Pampas. Estaban casi a la vista. Tuvieron un primer encuentro en Corpahuaico, donde los patriotas perdieron 200 hombres y un cañón. Llega-ron a Quinua donde los realistas ocuparon el cerro Condorcunca y los patrio-tas, la llanura de Ayacucho. Éstos sumaban 5,700 soldados y 1
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