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La Antropología Social, Las Ciencias Sociales Y Los Sindicatos En México


Enviado por   •  4 de Enero de 2012  •  3.739 Palabras (15 Páginas)  •  987 Visitas

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La Antropología Social, las ciencias sociales y los sindicatos en México

(Algunos elementos para entender un campo de estudio poco atendido en años recientes)

Sergio Gpe. Sánchez Díaz y Patricia Ravelo Blancas

Introducción

Mucho se ha escrito en México sobre los modos de hacer análisis sobre la clase obrera y sus sindicatos, desde los años 70 del siglo pasado, al menos, interés académico que, ya en el siglo XXI, parece haber decaído, sobre todo así nos parece en el campo de la Antropología Social.

En lo que sigue, llevaremos a cabo un apretado recuento de los temas e intereses de estos estudios sobre los sindicatos, con énfasis en los desarrollos en México, en ese largo período de tiempo.

Primeras aproximaciones

Los precursores de los estudios sobre sindicalismo se ubican en los años 70 del siglo pasado. Entonces se generaron estudios que comprendían análisis sobre historia del sindicalismo, sobre procesos de trabajo y sobre acción sindical. Entonces se definieron dos orientaciones. El sociólogo Enrique de la Garza se refirió a ellas en los siguientes términos. Para él existían dos modos de estudiar los sindicatos, dos perspectivas:

"...la consensual (en términos de auténtica representación del charrismo) y la del 'control', que resalta la manipulación, el patrimonialismo y la coerción de las direcciones charras sobre las bases sindicales" (de la Garza l986:89-92).

La imagen consensual le asignaba ciertos márgenes de representación a las direcciones sindicales oficialistas, por estar afiliadas al PRI, entonces partido único, de Estado. Incluso llegó a señalar que los líderes entonces llamados líderes “charros” jugaban un papel de mediadores entre las bases obreras, el capital y el gobierno; que esos líderes también eran gestores de demandas de las bases para alcanzar conquistas económicas y para tener cierta representación de esas bases ante el poder político, encarnado entonces en el “Señor Presidente”.

La imagen del control, en cambio, subrayaba las prácticas más negativas de las burocracias sindicales “oficialistas” en el movimiento obrero. Esta imagen indicaba que el sindicalismo oficialista estaba definido por: imposición de líderes; sumisión de los sindicatos a través de esos líderes, al capital y al gobierno; ausencia de vida sindical; rechazo de los líderes "charros" al pluralismo en los sindicatos y a la actividad en ellos de otros partidos políticos distintos al PRI; corrupción de esos dirigentes con los recursos de los sindicatos; uso de la violencia por parte de los charros (violencia propia o a través de la fuerza pública) para acallar cualquier brote de disidencia, etc. (Alonso 1975).

Pronto se gestó otro modo de estudiar a la clase obrera y sus sindicatos. Entonces se generaron investigaciones sobre la vida sindical que empezaron a dar cuenta de una situación realmente compleja: se ubicó la heterogeneidad de la clase obrera y sus diversas orientaciones sindicales dependiendo de la composición técnica de los obreros; se planteó por primera vez el estudio sistemática de la conciencia obrera; se estudiaron los agrupamientos político-sindicales de los obreros a partir de esta perspectiva y, en fin se vio una acción sindical que distaba mucho de ser heroica y que más bien se centraba en la lucha económica cotidiana; incluso, se vio que los obreros asumían instrumentalmente a los sindicatos para alcanzar ciertas mejoras en sus condiciones de trabajo y de vida (entre otros trabajos, Novelo y Urteaga 1979, Bizberg 1982 y Zapata 1988).

Con todo y las críticas que luego se vertieron sobre los resultados de algunos de los sociólogos del trabajo (de la Garza 1986), por su énfasis en la cuantificación de procesos difícilmente cuantificables (conciencia obrera, causas de las orientaciones políticas de los trabajadores, etc.), las contribuciones de estos investigadores sentaron las bases para el avance en este tipo de estudios.

Sindicalismo y corporativismo

Otra de las dimensiones de los estudios sobre el sindicalismo es la que tiene que ver con la idea del corporativismo. No nos detendremos en todos los antecedentes de este corriente de estudios, mencionaremos que, hacia fines de los 80 del siglo pasado, Luis Reygadas (1989) desarrolló el tema del corporativismo, al tiempo que incursionaba en otros enfoques teóricos: Weber, el enfoque pluralista, y el marxista. Reygadas encontró actitudes de ambivalencia y una serie de dualidades en la cultura política del minero mexicano. Imaginó escenarios posibles de salidas a la crisis actual del corporativismo: neocorporativismo; modernización autoritaria; y regulación democrática.

Bizberg, por su parte, vio la relación corporativa como medio de control de los sindicatos por el Estado. Pero él vio en esa relación un vínculo que ha impedido la participación política de la clase obrera. Si bien esa relación corporativa le dio ventajas reales a la clase obrera y canalizó protestas de las bases, en realidad el corporativismo ha sido limitativo, pues anuló el conflicto entre el trabajo y el capital (Bizberg 1990:44-76).

De la Garza también contribuyó de una manera importante a desarrollar la discusión del corporativismo en dos de sus obras (1988 y 1991). Para él el corporativismo también era sinónimo de control del Estado sobre los sindicatos. Pero él lo vio como un medio de participación de ellos en los asuntos nacionales. A través de ese vínculo, la clase obrera organizada en sindicatos influyó en el reparto del gasto social y en el logro de subsidios diversos.

En años recientes, algunos autores, incluido de la Garza, han explorado la idea de neocorporativismo, sin que tengamos al respecto un desarrollo teórico consistente, que disipe las dudas que existen sobre el corporativismo en México de fines del siglo XX y principios del XXI.

Sindicatos y sujetos obreros al calor de la reconversión capitalista. Los orígenes.

El tema de la reconversión o reestructuración capitalista ocupó a los estudiosos del sindicalismo desde los 80. Era claro desde entonces que el sindicalismo se encontraba inmerso en grandes cambios y ante nuevos retos. Un trabajo que consideramos pionero en ese sentido es el de Enrique de la Garza y Rhi Sausi (1985). En él no sólo se apuntan las reflexiones ya citadas del primero de estos autores sobre el sindicato de Estado y el corporativismo mexicano, a las que ya nos referimos; hay, además, creación de conceptos, los que se socializarían en medios académicos.

En efecto, desde entonces se habló de "sindicato de Estado", o del "sindicato de la Revolución Mexicana". Desde entonces se le identificó

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