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La Casa de la Bola


Enviado por   •  13 de Enero de 2012  •  Tesis  •  482 Palabras (2 Páginas)  •  599 Visitas

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antecedentes

La Casa de la Bola, cuando la adquirió don Antonio, fue decorada según la moda, muy al suntuoso y ecléctico estilo de mitad del siglo XIX. El había vivido, en su juventud, en una casona semejante. Así, uno se explica la exuberancia en el ornato, la diversidad de obras de arte de distintas épocas, las paredes tapizadas de seda, los impresionantes candiles y espejos

El primer propietario registrado de la Casa de la Bola, fue un inquisidor: Francisco de Bazán y Albornoz. Para finales del siglo XVIII, aparece como dueño un señor de apellido Gómez, metido en negocios de minas, quien finalmente perdió su fortuna, viéndose obligado a vender la propiedad mediante un sorteo de la Lotería Nacional, organismo con el cual se sostenía, en el siglo pasado la Academia de San Carlos. Fue entonces cuando llegaron a dos arquitectos, académicos eméritos de la propia Academia, para realizar el levantamiento de la casona, levantamiento que aún existe y que conservaba celosamente don Antonio. El documento data de 1801 y contiene una prolija descripción de la casa, demostrándonos que, salvo algunas leves modificaciones, el edificio se conserva casi intacto a como era a finales del siglo XVIII

lo primero que se admira es un hermoso patio colonial rodeado de elegante columnata. Al fondo, una verja de madera deja vislumbrar el jardín

A la izquierda del patio, queda la solemne escalinata de piedra ya desgastada, cuyos altos muros están cubiertos por pinturas: desde un Santo Domingo, de Luis Juárez, del siglo XVII, hasta varios óleos anónimos peruanos del XVIII.

La escalinata conduce a un corredor con cristalera. La Casa de la Bola cuenta con once inmensos salones que se inician en el gran comedor: mesa de roble, vitrinas con platos de Compañía de Indias, porcelanas de Limoges, cristalería de Bacarat.

Entre salón y salón, hay estupendas puertas labradas que don Antonio conseguía de casas antiguas en demolición. La casa cuenta con dos bibliotecas en las que hay pinturas de reconocidas firmas, esculturas, muebles europeos y mexicanos del XVIII, dos relojes soberbios de caja larga y mil maravillas más.

Las recámaras son dos, la llamada de verano y la suntuosa de invierno. Y hay tres regios salones, en el denominado "verde", destaca un escritorio tipo boulle, estilo Mazarino, del siglo XVIII; el salón San Román, con muebles Napoleón III, ostenta pinturas de las hermanas San Román; y el "salón Versalles, que se antoja una palaciega sala de baile, tiene sus paredes revestidas con inmensos espejos franceses del XIX.

El visitante pasa enseguida a un recibidor con pinturas de María Antonieta, Luis XVI, Maximiliano y Carlota, al que don Antonio llamara el Altar de los Reyes Sacrificados. Y desde ahí se introducirá a un salón fumador presidido por un colosal candil de Murano, verdaderamente excepcional.

La última habitación por visitar

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