La Contaminacion
Enviado por DillThunder • 16 de Septiembre de 2012 • 1.900 Palabras (8 Páginas) • 292 Visitas
Más vale no recordar este periodo de su vida... nunca ganó una batalla, ni un pókar, ni un dominó ni un volado... Aunque cabe precisar que hubiera sido un heróe de haber muerto en este período de su vida. Pero por otro lado, los mexicanos tenemos suerte de contar con un personaje al cual echarle toda la culpa de lo malo que pasó en el siglo XIX.
Presidencias [editar]
Estas deberían ser ordenadas cronológicamente, pero como esto no es Wikipedia, mejor hicimos un Rankin Top Top Top con sus peores periodos, y los ordenamos de los simplemente desastrosos a los perversamente malos y catastróficos. Largo el cuento, se los resumo...
Tercer periodo (1834) [editar]
Este fue el menos pior, por múltiples razones: En primera, porque aún no estaba tan maleado; y en segunda porque no gobernó él, sino su achichincle el Gómez Menchú Farías. No hay mucho que relatar, puesto que Santa Anna se dedicó a la vida privada en su hacienda Mango en el Clavo.
Gómez Menchú Farías aprovechó que su jefe estaba distraído y empezó a imponer reformas de corte liberal, pues era algo así como el abuelito de Juárez. Asustados, los miembros del narco, el ejército y el clero fueron a pedirle de rodillas a Santa Anna que gobernara él. Santa Anna les hizo caso, le dio una calentada a Menchú Farías y dispuso del poder. Sin embargo, a la semana, ya estaba de regreso en su hacienda, pues había pedido licencia y dejó a los conservadores colgados de la brocha.
Primer periodo (1733) [editar]
Las maldades del susodicho
En este no fue presidente, sino virrey, porque aún gobernaba España aquí. Se le acusa de haberle dado una nalgada a Sor Juana Inés de la Cruz al mismo tiempo que la amarraba como puerco y de haber inundado la Ciudá de México para convertirla en un balneario y cobrar la entrada. El resultado fue una peste que estuvo a punto de acabar con la población de la Capital, además de que todos los perros se ahogaron, dejando al borde del suicidio de la industria del taco de suaperro y la guaguacoa.
Último periodo (1994) [editar]
De alguna manera, Santa Anna había sobrevivido a sus adversarios políticos y se las apañó para seguir vivo y jodiendo a los mexicanos.
Ya estaba muy grande como para poder hacer algo realmente perverso, o eso creíamos todos. Pero aconteció que el Chupacabras lo designó como secretario de Hacienda del gobierno de Snoopy (alias Ernesto Cerdillo; lo de Snoopy es por ello de que era el perro de Carlitos).
Todavía no se había cortado las quince uñas que tenía, por lo que se robó todo el dinero que tenía a su cargo (previa comisión para el Innombrable) y se fugó. Esto fue lo que se conocería como El Error de Diciembre, porque fue un error haberlo puesto ahí y que se hiciera un enorme regalo de Navidad a costa del pueblo mexicano.
Quinto periodo (1939) [editar]
Luego del desastre causado por la Guerra de los Pasteles, nadie quería tener algo que ver con Santa Anna. El grandísimo hijo de... la vela perpetua (porque era bienpiadoso)desdichado perdió su rancho de Veracrú y se quedó en la calle.
Por otro lado, le encantaba apostar en peleas de gallos, cubilete y dominó. Una noche que se quedó sin dinero apostó su pierna y la perdió, siendo esta cocinada en barbacoa y arrojada a los puercos. Desde entonces le dijeron el Quince Uñas.
Pero de vuelta los agitadores reaccionarios decidieron que era peor un gobierno democrático que la tiranía del loco mocho, así que lo volvieron a llamar para que fuera presidente.
Cuarto Periodo (1835) [editar]
La guerra de los pasteles
Debían estar mal de la cabeza los conservadores; o mejor dicho, el que siguió a Santa Anna era de verdad nefasto que otra vez fueron a rogarle para que fuera presidente y salvara a México (sic) de los rojillos comunistas que lo asolaban. Porque ya se había aburrido de estar en provincia y tenía antojo de hacer shopping, aceptó. Esta vez, su trastada fue iniciar la famosa Guerra de los pasteles.
Durante su recibimiento triunfal en la Ciudá de México, un humilde remedo de pastelero franchute le dio a probar un pastelillo de su invención. El bollo tenía un sabor tan espantoso que Santa Anna no tardó en escupírselo a la cara al hombre. La chusma enardecida de acarreados que estaban presenciando la escena lo tomó como señal para iniciar una guerra de comida, siendo los proyectiles todos los panes que estaban en el negocio del francés.
El pastelero fue a reclamar un pago al Palacio Nacional después del incidente. Su petición era razonable: sólo quería que le pagaran doscientos cincuenta mil millones de pesos tres centavos por los daños ocasionados, unas vacaciones todo pagadas en Cancún y que se prohibieran las tortillas (sin albur) que le hacían competencia. Lo único que consiguió fue un par de tortibonos (que nada valían) y acto seguido, lo enviaron a cierto ranchito muy famoso aquí en México. Ahí fue dónde la puerca torció el rabo, ya que el pastelero en cuestión era hermano de una prima segunda de Napoleón.
Al enterarse de tal ultraje, el Gran Corso decidió darle una lección a México y a Santa Anna, y de paso, una oferta que no podía rechazar: O le pagaban al francés o lo ensartaba a él por el cuchiflais en la Torre Eiffel. El pueblo de México prefería lo segundo, pero como Santa Anna tenía maiceado al Congreso de la Desunión, se optó por pagar la indemnización.
Sexto periodo (1847) [editar]
Lo que el viejo se llevó...
La cólera de toda la gente en México fue peor cuando todos se enteraron de que recién pagados los 15 millones de pesos (hasta eso y que no supo gobernar, se dejó engañar cobrando en pesos y no dólares) por aquellos territorios, se fue derechito a Las Vegas (que por su culpa se había vuelto territorio gringo), fundó el primer casino del lugar y se metió
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