La Corrosión Del Carácter
Enviado por ashmadrid • 24 de Junio de 2011 • 2.084 Palabras (9 Páginas) • 2.328 Visitas
COMENTARIO DEL LIBRO
La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo
Autor: Richard Sennett
«En la actualidad, la expresión “capitalismo flexible” describe un sistema que es algo más que una mera variación sobre un viejo tema.» Así comienza el prólogo del libro en el que Sennett recorre los vericuetos del mundo laboral, lo que el sistema capitalista ha hecho de él, y cómo influye en los trabajadores. Poner el acento en la flexibilidad cambia el significado mismo del trabajo, y con ello las palabras que usamos para hablar del trabajo, como ocurre con las palabras “carrera” y “job/trabajo”. La flexibilidad crea ansiedad: la gente no sabe qué le reportarán los riesgos asumidos ni qué caminos seguir. El término flexibilidad se usa para suavizar la opresión que ejerce el capitalismo sobre los trabajadores. El aspecto más confuso de la flexibilidad es su impacto en el carácter, entendiendo éste como el valor ético que atribuimos a nuestros deseos y a nuestras relaciones con los demás. El carácter se centra en particular en el aspecto duradero, “a largo plazo”, de nuestra experiencia emocional
La flexibilidad origina en el trabajador una sensación de ir a la deriva, que resulta inquietante. Genera una movilidad ascendente y en horizontal, en la que muchas veces no está claro la dirección que se lleva. Todos violamos de una manera u otra el lugar que nos ha sido asignado en el mito familiar, pero la movilidad ascendente le da a ese pasaje un giro peculiar, y a veces desconcertante. Las cualidades del buen trabajo no son las cualidades del buen carácter que se ve empañado por el miedo constante al cambio y la desubicación.
Los líderes de la economía y los periodistas especializados hacen hincapié en el mercado global y en el uso de las nuevas tecnologías, dos aspectos que ellos consideran el sello distintivo del capitalismo de nuestros tiempos. Aunque no contemplan otra dimensión del cambio: nuevas maneras de organizar el tiempo, y en especial el tiempo de trabajo. El signo más tangible de este cambio podría ser el lema “nada a largo plazo”, acompañado de un contrato circunstancial. Esta consigna desorienta la acción planificada, disuelve los vínculos de confianza y compromiso y separa la voluntad del comportamiento. Así la red redefine constantemente su estructura. Trasladado al terreno familiar, el lema “nada a largo plazo” significa moverse continuamente, no comprometerse y no sacrificarse. Muchos quieren resistir, en especial a la ácida erosión de esas cualidades del carácter, como la lealtad, el compromiso, los objetivos y la resolución, cualidades que, por naturaleza, son “a largo plazo”.
Las especiales características del tiempo en el neocapitalismo han creado un conflicto entre carácter y experiencia. La inestabilidad resulta algo normal en una rebelión triunfante contra la rutina.
Sin embargo, en los albores del capitalismo industrial, no era tan evidente que la rutina fuera una lacra. A mediados del siglo XVIII parecía que el trabajo repetitivo podía conducir en dos direcciones: una positiva y fructífera, otra destructiva. El lado positivo de la rutina aparece descrito en la gran Enciclopedia de Diderot publicada entre 1751 y 1772; el lado negativo de la jornada de trabajo regular se describe con tintes radicalmente distintos en La riqueza de las naciones de Adam Smith, publicado en 1776. Diderot creía que la rutina en el trabajo podía ser como cualquier otra forma de memorización, un profesor necesario; Smith, por su parte, creía que la rutina embotaba la mente. Los temores que Adam Smith albergaba hacia el tiempo rutinario pasaron a nuestro siglo en el fenómeno conocido con el nombre de “fordismo” y con la lógica métrica de Daniel Bell. La rutina puede degradar, pero también puede proteger; puede descomponer el trabajo, pero también componer una vida. Imaginar una vida desprovista de rutinas sostenibles es una existencia sin sentido. El nuevo lenguaje de la flexibilidad implica que la rutina está desapareciendo en los sectores dinámicos de la economía. Hoy la sociedad está del lado de Smith. Como herederos suyos podemos creer que a la gente le estimula una experiencia más flexible que rutinaria.
La palabra flexibilidad designa la capacidad del árbol para ceder y recuperarse. Una conducta humana flexible debería ser adaptable a las circunstancias cambiantes sin dejar que éstas lo rompan. Creemos que el comportamiento flexible genera la libertad humana. No obstante, en nuestro tiempo, la nueva economía política traiciona este deseo personal de libertad. La repugnancia a la rutina burocrática y la búsqueda de la flexibilidad han producido nuevas estructuras de poder y control en lugar de crear las condiciones de liberación.
El sistema de poder que acecha en las formas modernas de flexibilidad está compuesto por tres elementos: reinvención discontinua de las instituciones, especialización flexible de la producción (antítesis del sistema de producción encarnado por el fordismo) y concentración sin centralización de poder.
Un ejemplo de ello es el llamado “horario flexible”. En lugar de turnos fijos que no varían de un mes a otro, la jornada de trabajo es un mosaico de gente con horarios diferentes. En la actualidad, el horario flexible conoce distintas variantes. De esta manera, lo que parece ser una liberación de los horarios, una auténtica victoria en la organización moderna sobre la rutina de toda la vida, crea una realidad del trabajo bien distinta. No se parece al calendario de vacaciones que permite a los trabajadores saber exactamente qué esperar. Es un beneficio injustamente distribuido y estrictamente racionado.
En este lugar de trabajo flexible y altamente tecnologizado donde todo es de fácil manejo, los trabajadores se sienten personalmente degradados por la manera en que trabajan. Los trabajadores dependen de un programa informático y, en consecuencia, no pueden tener un conocimiento práctico del oficio. El trabajo ya no les resulta legible, ya no comprenden lo que están haciendo. Los horarios de trabajo flexible aumentan las dificultades de este método de trabajo. Desde el punto de vista operacional, todo es perfectamente claro; desde el punto de vista emocional, en cambio, terriblemente ilegible.
La dificultad es contraproducente en un régimen flexible. Por una terrible paradoja, cuando reducimos la dificultad y la resistencia, creamos las condiciones para una actividad acrítica e indiferente por parte
...