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La Importancia De Los Cuentos De Hadas


Enviado por   •  17 de Agosto de 2012  •  2.033 Palabras (9 Páginas)  •  1.541 Visitas

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Introducción: La lucha por el significado.

Si deseamos vivir, no momento a momento, sino siendo realmente conscientes de nuestra existencia, nuestra necesidad más urgente y difícil es la de encontrar un significado a nuestras vidas. En cada etapa buscamos y hemos ser capaces de encontrar, un poco de significado congruente con el que ya se han desarrollado nuestras mentes.

Actualmente, la tarea más importante y, al mismo tiempo, la más difícil en la educación de un niño es la de ayudarle a encontrar un sentido en la vida. Cuáles son las experiencias más adecuadas, en la vida del niño, para promover la capacidad de encontrar sentido a la vida, para dotar de sentido la vida en general.

Cuando los niños son pequeños la literatura es la que mejor aporta la información.

El volumen abrumador del resto de la llamada “literatura infantil” intenta o entretener o informar, o incluso ambas cosas a la vez. Lo peor de estos libros infantiles es que estafan al niño lo que éste debería obtener de la experiencia de la literatura: el acceso a un sentido más profundo y a lo que está lleno de significado para él, en su estadio de desarrollo. Para que una historia mantenga de verdad la atención del niño, ha de divertirle y excitar su curiosidad, debe estar relacionada con todos los aspectos de su personalidad al mismo tiempo. Por otra parte, en toda la “literatura infantil” no hay nada que enriquezca y satisfaga tanto al niño y al adulto, como los cuentos populares de hadas. En realidad, los cuentos de hadas enseñan bien poco sobre las condiciones específicas de la vida en la moderna sociedad. Sin embargo, de ellos se puede aprender mucho más sobre los problemas internos de los seres humanos, y sobre las soluciones correctas a sus dificultades en cualquier sociedad.

Porqué, los niños encuentran más satisfacción en los cuentos de hadas que en otras historias infantiles, porqué dichas historias tienen tanto éxito y enriquecen la vida interna del niño; estás en un sentido mucho más profundo que cualquier otro material de lectura, empiezan, precisamente, allí donde se encuentra el niño en su ser psicológico y emocional.

Los cuentos de hadas y el conflicto existencial.

Los cuentos de hadas tienen un valor inestimable, puesto que ofrecen a la imaginación del niño nuevas dimensiones a las que le sería imposible llegar por sí solo. Todavía hay algo más importante, la forma y la estructura de los cuentos de hadas sugieren al niño imágenes que le servirán para estructurar sus propios ensueños y canalizar mejor su vida. El mensaje que los cuentos de hadas transmiten a los niños, de diversas maneras es que: la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana; pero si uno no huye, sino que se enfrenta a las privaciones inesperadas y a menudo injustas, llega a dominar todos los obstáculos alzándose, al fin victorioso. Las historias modernas que se escriben para los niños evitan, generalmente, estos problemas existenciales, aunque sean cruciales para todos nosotros. Las historias “seguras” no mencionan ni la muerte ni el envejecimiento, límites de nuestra existencia, ni el deseo de la vida eterna. Mientras que, por el contrario, los cuentos de hadas enfrentan debidamente al niño con los conflictos humanos básicos. Por ejemplo, muchas historias de hadas empiezan con la muerte de la madre o del padre; en estos cuentos, la muerte del progenitor crea los más angustiosos problemas, tal como ocurre (o se teme que ocurra) en la vida real.

Los cuentos de hadas suelen plantear, de modo breve y conciso, un problema existencial. Esto permite al niño atacar los problemas en su forma esencial, cuando uno trama compleja le haga confundir las cosas. El cuento de hadas simplifica cualquier situación. Los personajes están muy bien definidos y los detalles, excepto los más importantes, quedan suprimidos. Todas las figuras son típicas en vez de ser únicas. Los personajes de los cuentos de hadas no son ambivalentes, son buenos y malos al mismo tiempo, como somos todos en realidad. Las elecciones de un niño se basan más en quién provoca sus simpatías o su antipatía que en lo que está bien o está mal. Cuanto más simple y honrado es un personaje, más fácil le resulta al niño identificarse con él y rechazar al malo.

Estos cuentos o personajes tipo, forman el carácter, no al provocar una elección entre el bien y el mal, sino al estimular en el niño la confianza de que incluso el más humilde puede triunfar en la vida. Los cuentos de hadas se toman muy en serio estos problemas y angustias existenciales y hacen hincapié en ellas directamente. Además, dichas historia ofrecen soluciones que están al alcance del nivel de comprensión del niño. Es importante, incluso más que en la época en que se inventaron los cuentos de hadas, proporcionar al niño actual imágenes de héroes que deben surgir al mundo real por sí mismos y que, aun ignorando originalmente las cosas fundamentales, encuentren en el mundo un lugar seguro, siguiendo su camino con una profunda confianza.

El niño tiene necesidad de magia.

Los cuentos dejan que el niño imagine cómo puede aplicar a sí mismo lo que la historia le revela sobre la vida y la naturaleza humana. El cuento avanza de manera similar a cómo el niño ve y experimenta el mundo; es precisamente por este motivo que el cuento de hadas resulta tan convincente para él. El cuento lo conforta mucho más que los esfuerzos por consolarlo basados en razonamientos y opiniones adultas. El pequeño confía en lo que la historia le cuenta, porque el mundo que ésta le presenta coincide con el suyo. Para el niño no hay ninguna división clara que separa los objetos de las cosas vivas; y cualquier cosa que tenga vida la tiene igual que nosotros. Para el pequeño que intenta comprender el mundo, es más que razonable esperar respuestas de aquellos objetos que excitan su curiosidad.

Tan pronto como el niño empieza a deambular y explorar, comienza también a plantearse el problema de su identidad. A los tres años de edad, un niño se ha enfrentado ya con el difícil problema de la identidad personal.

Los cuentos de hadas, como las historias bíblicas

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