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La Mujer Es El Negro Del Mundo


Enviado por   •  29 de Mayo de 2013  •  3.754 Palabras (16 Páginas)  •  309 Visitas

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La mujer es el negro del mundo

La mujer es el negro del mundo

Sí, lo es... piénsalo

La mujer es el negro del mundo

piénsalo... haz algo

Le hacemos pintar la cara y bailar

Si ella no quiere ser una esclava, decimos que no nos ama

Si es auténtica, decimos que trata de ser un hombre

Mientras la rebajamos, simulamos que está por encima de nosotros

La mujer es el negro del mundo... sí, lo es.

Si no me crees, mira a la que está contigo

La mujer es el esclavo de los esclavos

Ah,….... mejor pega un grito

Le hacemos parir y criar a nuestros hijos

Y luego la dejamos por ser una gallina clueca gorda y vieja

Le decimos que su casa es el único lugar donde debería estar

Después nos quejamos de que es muy poco mundana para ser nuestra amiga

La mujer es el negro del mundo... sí, lo es.

Si no me crees, mira a la que está contigo

La mujer es el esclavo de los esclavos

Y (piensa al respecto)

La insultamos todos los días por TV

Y nos preguntamos por qué no tiene agallas o confianza

Cuando es joven, matamos su deseo de ser libre

Y mientras le decimos que no sea tan lista

La humillamos por ser tan tonta

La mujer es el negro del mundo

Sí que lo es ...

Si no me crees, mira a la que está contigo

Sí, lo es...

Si me crees, mejor pega un grito

Le hacemos pintar la cara y bailar ...

John Lennon

INTRODUCCION:

En este trabajo, el objetivo es acercarse a la figura de la mujer actual, y a la griega y romana de la antigüedad, en los principales ámbitos de su vida cotidiana. Haciendo un breve análisis, de la forma en que se fueron transmitiendo los mandatos o creencias culturales a través de los tiempos, y finalmente elaborando una analogía con experiencias vividas.

La mujer y su participación cultural

A lo largo de la historia, las mujeres hemos sido educadas dentro de culturas, que funcionan bajo pautas morales, intelectuales y religiosas que le otorgan y le otorgaron un marco a su existencia en muchos aspectos, siempre respondiendo a ciertos mandatos que posiblemente, no hayan sido beneficiosos, ni saludables, pero aceptados aun a pesar de sentir en forma conciente o inconciente una resistencia a ello. Estos mandatos pueden tener sus bases en el miedo, lo moral, el sometimiento que aseguraban la supervivencia de una civilización, sociedad o familia, en su conjunto.

Eso impuesto desde niños y a lo largo de nuestra vida, estipulado como necesario para nosotras, nos demuestra que hemos quedado congeladas en el tiempo, que muchas de esas pautas culturales aún hoy se siguen sosteniendo, no sólo por el hombre, sino por la aceptación tácita de la mujer. Seguramente no tiene conexión con nuestra esencia pero afloran, porque esta dentro nuestro, internalizado, las frases cargadas de prejuicios antiguos, que son las que seguimos transmitiendo a nuestros hijos, de generación en generación. Romper con ese condicionamiento que impone distintas conductas, miedos, castigos, disciplina, es todo un gran esfuerzo.

Siempre esta la creencia de lo que es bueno, de lo que es malo, del amor, de la vida, de lo que admitimos o no y todo ello se va transmitiendo, es una idea que muchas veces nos limita y no nos permite ser una persona sana, feliz, y libre.

Seguramente la mujer de hoy debería rastrear en su interior lo que le sucede con estas cuestiones tan arraigadas en nuestro interior, y comenzar a realizar un trabajo introspectivo para conocer en su interior que es lo que sucede y a partir de ello intentar modificar, transformar, esas conductas que tenemos como válidas y verdaderas, y comenzar a partir de allí a cambiar algo y crecer, estos mandatos se cambian tomando conciencia de ellos, animándose a ir mas allá, no en contra.

Estas cuestiones tan generalizadas, se han dado a lo largo de la historia de las civilizaciones, y la mujer construyó y aceptó su participación en dichas culturas.

Siempre la mujer ha sido un símbolo, por su naturaleza, ya que es una pieza clave, pues ella es la que proporciona la vida, nada más y nada menos, que ser madre. Sin embargo, no se valoran otras cualidades o aptitudes, no es la única función que cumple, ni la única.

Constantemente en los mandatos o creencias culturales estuvo en inferioridad de condiciones, fue desfavorecida, siempre se mostró y se hizo creer que la mujer es menos digna, menos racional, menos inteligente, menos libre, etc.

La mujer tiene un concepto propio sobre sí misma, de acuerdo a los mandatos culturales y familiares, que no le permite romper totalmente con estereotipos sociales y no termina de tener en cuenta su potencial humano.

A mi criterio no es necesario igualarse con el hombre, sí es necesario que se le reconozca su dignidad y su papel humanizador, en las distintas culturas y así poder exigir y obtener las mismas oportunidades.

Desde los comienzos de la historia no era bueno que una mujer diga o haga algo fuera de lo culturalmente establecido. De todas maneras, en el mundo, existieron mujeres que impusieron su voluntad, sus deseos, y que han aportado su sensibilidad y su carácter, consiguiendo una posición más privilegiada, sin embargo seguían viviendo bajo el sometimiento de la fuerza, de la costumbre y la cultura.

Estas situaciones donde la mujer es el fiel reflejo de estas palabras, se dieron en civilizaciones como la griega y la romana y comparadas con la actualidad, podemos reconocer que en ciertos aspectos la mujer ha evolucionado y conseguido su lugar de respeto en el mundo y en otras cuestiones que ejemplificaré más adelante estamos como hace dos mil años atrás.

La mujer en Grecia

En la civilización griega las mujeres de Atenas, no gozaban de ningún derecho político y jurídico, igual que los esclavos, no era ciudadana, sino esposa o hija de ciudadano. Esta exclusión de la vida pública las relegaba a dedicarse a la vida doméstica.

Al casarse la mujer quedaba confinada en su casa, la gobernaba con autoridad, era la “despoina”, el ama. El mantenimiento de las posesiones y las tareas domésticas así como el cuidado de los niños eran sus tareas cotidianas. Como el hombre tenía demasiadas ocupaciones fuera del hogar, le delegaba a la mujer la función de dirigir la casa.

La condición de dependencia y subordinación de la mujer aparece primero en la vida de los jóvenes y en la manera en la que la mujer se iniciaba al matrimonio. Las jóvenes sólo podían permanecer en el gineceo salían muy pocas veces, su única salida era a algunas fiestas religiosas.

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