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La Observación Histórica


Enviado por   •  9 de Marzo de 2015  •  1.892 Palabras (8 Páginas)  •  344 Visitas

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Lectura: la observación histórica.

March Bloch

Presentación

El autor nos orienta para construir, analizar y estudiar de mejor manera la historia.

Se propone al estudioso de la historia que se acerque a los testimonios para construir el conocimiento del pasado. Nos explica qué son éstos, cuantos tipos de testimonio hay, cómo descubrirlos, cómo interrogarlos, cómo hacerlos hablar. Todo tipo de historia requiere construirse y reconstruirse constantemente.

La observación histórica

I. Caracteres generales dela observación histórica

El historiador se halla en la imposibilidad absoluta de comprobar por sí mismo los hechos que estudia, de modo que no podemos hablar de las épocas que nos han precedido sino recurriendo a los testimonios. En una palabra, en contraste con el conocimiento del presente, el conocimiento del pasado será necesariamente indirecto.

Es importante la observación directa, pero debe ser complementada y ampliada por la observación de otro.

Todo conocimiento de la humanidad, sea de la naturaleza que fuere, y aplicase el tiempo que se aplicaré, extraerá siempre los testimonios de otro una gran parte de su sustancia.

Cuando nos encontramos ante situaciones donde no se tiene un testimonio escrito, como por ejemplo una vasija, una figurilla que nadie nos puede dar una referencia escrita o directa hay que proceder por analogía con la ayuda de otros testimonios. No lo aprehendemos de una manera absolutamente inmediata. Pero el simple razonamiento que excluye toda posibilidad de una explicación diferente y nos permite pasar del objeto verdaderamente comprobado al hecho de que ese objeto aporta la prueba. Es una interpretación que no exige la interposición de otro observador.

Los especialistas del método han entendido generalmente por conocimiento indirecto el que no alcanza al espíritu del historiador más que por el canal de espíritus humanos diferentes. Quizá el término no ha sido bien escogido; se limita a indicar la presencia de un intermediario; pero no se ve porque la relación, la cadena tiene que ser necesariamente humana.

La inducción se funda en la comprobación de un hecho y no interviene el testimonio de una persona distinta del investigador. Para la inducción no necesitamos recurrir a ningún intérprete, a ningún testigo de modo que no es cierto que el historiador se vea obligado a no saber lo que ocurre en su laboratorio sino por las informaciones de un extraño.

La primera característica del conocimiento de los hechos humanos del pasado y de la mayor parte de los del presente consiste en ser un conocimiento por huellas para usar una feliz expresión de Francois Simiand. Trátese de los huesos amurallados de Siria, de una palabra cuya forma o empleo revela una costumbre, de un relato escrito por el testigo de una escena antigua o reciente, ¿qué entendemos por documentos, sino una “huella”, es decir, la marca que ha dejado un fenómeno, y que nuestros sentidos pueden percibir? Poco importa que el objeto original se inaccesible a la sensación el procedimiento de reconstrucción es el mismo.

Pero el hecho de que gran número de investigadores de todas categorías se vean obligados a aprehender ciertos fenómenos centrales solo mediante otros fenómenos derivados de ellos, en modo alguno quiere decir que haya en todos una perfecta igualdad de medios.

¿Que ocurre con los observadores de los hechos humanos?

Es evidente que todos los hechos humanos complejos escapan a a posibilidad de una reproducción, o de una orientación voluntaria.

Desde las medidas más elementales de la sensación hasta las pruebas más refinadas de la inteligencia y de la emotividad, existe una experimentación psicológica. Pero esta experimentación no se aplica sino al individuo.

Cuando los fenómenos estudiados pertenecen al presente y al pasado inmediato, el observador—por incapacitado que se halle para forzar su repetición o para invertir a su voluntad el desarrollo --- no se encuentra igualmente desarmado frente a sus huellas. Puede literalmente hacer que algunas de ellas vuelvan a existir. Me refiero a los informes de los testigos.

El pasador es, por definición un dato que ya nada habrá de modificar. Pero el conocimiento del pasado es algo que está en constante progreso, que se transforma y se perfecciona sin cesar.

Los explotadores del pasado no son hombres totalmente libres. El pasado es su tirano, y les prohíbe que sepan de él lo que él mismo no les entrega. Es decir no podemos saber algo de lo que no haya registro.

II los testimonios

Las fuentes narrativas, los relatos deliberadamente dedicados a la información de los lectores no han dejado nunca de prestar una preciosa ayuda al investigador.

Es en la segunda categoría de testimonios, en los testigos sin saberlo donde la investigación histórica, en el curso de su avance ha puesto cada vez más su confianza.

No es que documentos de este tipo estén exentos de errores o de mentiras en mayor medida que los otros. Ni faltan falsas bulas, ni dicen verdad todas las cartas de negocios y todos los informes de embajadores; pero ahí la deformación suponiendo que exista por lo menos no ha sido concebida especialmente para la posteridad .Esto nos permite suplir las narraciones cuando no las hay o contrastarlas si su veracidad es sospechosa. De no hacerlo así veríamos la historia, para usar una antítesis cara a Michelet, dejar de ser la explotadora cada vez más arrojada de las edades pasadas para venir a ser la eterna e inmóvil alumna de sus “crónicas”.

No solo eso, sino que en los testimonios más decididamente, voluntarios, lo que nos dice el texto ha dejado expresamente de ser, hoy, el objeto preferido de nuestra atención. Nos interesamos, por lo general, y con mayor ardor, que se nos deja entender sin haber deseado decirlo.

En nuestra inevitable subordinación

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