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La Pena De Muerte


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2014  •  1.099 Palabras (5 Páginas)  •  193 Visitas

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LA PENA DE MUERTE

En México, resulta totalmente controversial hablar de la aplicación de la pena de muerte, ya que se tocan fibras muy sensibles dentro de la sociedad, tanto en el sentido de quienes la aprueban, como de quienes no lo hacen.

Nuestro país no contempla la pena de muerte dentro de las sanciones que otorga el sistema jurídico, ya que únicamente se aplicaba dentro del ejército en los casos de militares que habían cometido actos de traición a la patria, situación que cambió durante el mandato presidencial de Vicente Fox, que en 2008 declaró su abolición y le condonó la vida a un par de miembros de la marina.

Quienes no la aprueban, hablan de la oportunidad que debe recibir el delincuente para que se respeten sus derechos humanos, el acto de fe de creer que una vez en la prisión, permanecerá ahí, se arrepentirá y será reinsertado a la sociedad como un ser nuevo, redimido de todas sus culpas por haber pagado el delito que cometió con la privación de su libertad, ya sea por cinco, diez o los años a que haya sido sentenciado. Como una sociedad que se pretende civilizada y justa, entenderíamos que esto es lo correcto, que así es como deberían ser las cosas, y que en estricto sentido, el mantener al delincuente en las cárceles servirá para que pague por el mal que ha hecho. Hasta aquí, éste sería el ideal a que todo pueblo aspira. Pero es solo eso… un ideal.

Cuando un criminal es encarcelado, sea cual sea su crimen, no por el hecho de estar en prisión se va a volver mejor persona, al contrario, lo que ha vivido ahí adentro ha potencializado su grado de perversión, de maldad y en la mayoría de los casos, cuando salen son individuos que han perdido el pequeño dique que contenía todos sus instintos, volviéndose un peligro mayor para toda la sociedad, a la cual no ven como una víctima, sino como victimaria. ¿Qué hacer cuando tienes a violadores, asesinos seriales, pedófilos, tratantes de personas, torturadores reunidos en centros carcelarios saturados, conviviendo sin ninguna distinción a su crimen, aprendiendo “cosas nuevas” y sin ninguna perspectiva de mejora? Se ha prestado tan poca atención a la solución de este problema, que hoy en día estamos totalmente atascados en él. Curiosamente, en los países desarrollados, que han realizado estudios y creados programas para la atención de los crímenes graves, no han podido resolverlo tampoco. Aun cuando se utilizan avanzados métodos de reforma, el delincuente sigue teniendo los mismos apetitos, y aunque buscan paliativos o placebos para satisfacerlos, la mayor parte de las veces acaban cediendo a lo que ellos llaman “su naturaleza”.

Y si hablamos de los derechos del criminal, ¿dónde quedan los derechos de las víctimas? Es claro que nunca, ni siquiera remotamente, habrá una reparación del daño. Que pregunten a los deudos de cualquier persona asesinada si con eso se remedia su pena y dejaran de echar en falta a su ser querido. Que hablen con los niños que han sido abusados y vean si su vida puede transcurrir tranquilamente, sin ninguna repercusión a corto y largo plazo. Que hablen con las mujeres y los hombres que han sufrido violencia sexual y averigüen si no tendrán

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