La Teoría Económica Del Crecimiento
jona9012133 de Octubre de 2012
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En Teoría Económica, al comienzo del Siglo XXI, basta con hacer tres preguntas a un grupo de economistas para, según las respuestas, establecer claramente las escuelas de pensamiento a las que pertenecen. Si el tema fuese "Crecimiento Económico" las preguntas serían:
1.-¿Basta el estudio del funcionamiento del mercado para explicar lo más relevante del Crecimiento Económico?
2.-¿El funcionamiento de los mercados asegurará el uso eficiente de los recursos en el caso del Crecimiento Económico?
3.-¿Se desea corregir los resultados que el mercado proporciona en relación con el Crecimiento Económico?
Las tres preguntas hacen referencia a un sistema de creencias, pero mientras que las dos primeras se refieren a cómo se cree que son las cosas, la ultima incide sobre la postura que se debe adoptar. Nosotros usaremos las primeras para clasificar y la tercera para evitar una posible confusión.
La ortodoxia dominante, entendiendo con ello el núcleo de lo que se enseña en las más prestigiosas universidades de los Estados Unidos de América, contesta con un rotundo SI a las dos preguntas iniciales. La contestación que ofrezca a la tercera nos será, de momento, irrelevante.
Esa ortodoxia afirmará que basta estudiar el funcionamiento de los mercados para entender lo más significativo del crecimiento económico, y que del adecuado funcionamiento de los mercados se deducirá el uso eficiente, y particularmente el pleno empleo, de los recursos existentes.
La relevancia de los mercados y su equilibrio
Consideremos el Cuadro I. En él siempre se parte, y siempre se vuelve, a un recuadro donde aparecen escritas las palabras: Leyes, Mercado y Creencias. Indicamos con eso que en cualquier sociedad moderna los problemas económicos generales y particulares se resuelven bien utilizando las leyes, bien usando el mercado, bien recurriendo a los distintos sistemas valorativos.
En un fenómeno como el del Crecimiento Económico queda claro que es sumamente relevante tanto el marco legal existente, como el funcionamiento del sistema de precios, y como la referencia al retículo valorativo. En ese marco formulamos la primera de las preguntas: ¿Basta con el estudio de los mercados para entender lo fundamental del desenvolvimiento económico de los países? La respuesta que se ofrezca a esa pregunta separará la literatura del Crecimiento de la del Desarrollo.
Responder NO a esa pregunta significa tener que recurrir necesariamente a los entramados legales y valorativos para poder entender eso que denominamos Desarrollo Económico. Contestar SI significa entrar en aquello que conocemos como Crecimiento Económico, donde el mencionado desenvolvimiento económico se examinará exclusivamente bajo la óptica del mercado.
Habiendo contestado SI a la primera de las preguntas nos enfrentamos con la segunda: ¿Asegura el funcionamiento de los mercados el uso eficiente de los recursos y en particular el pleno empleo de capital y trabajo?. La respuesta separará las construcciones keynesianas de las neoclásicas
Un NO significa - Ver Cuadro I - la vuelta a Leyes, Mercados y Creencias, porque tanto el aspecto legal de los presupuestos del Estado y de la intervención pública, como la faceta de creencias que hay tras esa imaginación del futuro a la que denominamos formación de expectativas, resultan elementos básicos a la hora de poder entender, y tratar de solucionar, los problemas de desempleo de capital y trabajo inherentes al funcionamiento de los mercados.
La ortodoxia ha contestado SI a esta pregunta, e independientemente de la respuesta que ofrezca a la tercera, se detendrá a explicitar cuál es el mecanismo concreto con el que los mercados logran automáticamente el doble pleno empleo de trabajo y capital.
El problema que ha llevado a los keynesianos a contestar NO a la pregunta anterior puede plantearse de forma sencilla: En un sistema económico continuamente se producen máquinas nuevas que incorporan un cambio técnico. En ese mismo sistema, también continuamente, y como resultado de los movimientos migratorios y del crecimiento demográfico, aparecen nuevos individuos con capacidad de trabajar. Es fácil imaginar una tasa de crecimiento económico que proporcione empleo a todos los individuos que pueden y desean trabajar, y es también fácil de imaginar otra tasa de crecimiento que garantice el uso de todas las máquinas. Pero ¿serán iguales esas tasas?
Y en relación no con el posible, sino con el crecimiento real: ¿Se igualará este crecimiento a la tasa que garantiza el pleno uso del capital pudiendo aparecer desempleo de trabajo?, ¿O se igualará a la tasa que garantiza el pleno empleo del trabajo dejando posiblemente desempleado el capital? ¿O quizá ni lo uno ni lo otro creciendo a un ritmo que de lugar a desempleo de ambos factores?
El problema no está en encontrar los valores las tasas que garanticen un crecimiento equilibrado sino en hallar, como hace la corriente ortodoxa, unos mecanismos automáticos - ver Cuadro I - que conduzcan precisamente a esas soluciones de equilibrio.
Bajo esta concepción ese equilibrio se alcanzará bien por la elección dentro de la variedad de técnicas existentes de aquella que ofrezca la relación más conveniente entre la producción y el capital necesario; bien por el establecimiento de una adecuada tasa de ahorro; bien por las modificaciones en la población potencialmente activa; o bien por la consecución del ritmo más conveniente de progreso técnico.
Pero, independientemente del mecanismo de ajuste propuesto, la ortodoxia debe contestar - Ver Cuadro I - a una última pregunta que, como antes dijimos, no nos servirá para matizar la clasificación, sino para evitar una confusión.
La vuelta al origen, la apelación a la necesidad de un Estado y un sistema valorativo es común a todas las escuelas, pero la forma en que aparece esa necesidad y, consecuentemente, las demandas que de ese Estado y de ese retículo valorativo se realicen, serán profundamente diferentes.
El primer regreso en el Cuadro I a la casilla "Leyes, mercado y creencias" es la correspondiente a la literatura del Desarrollo Económico, que señalará al Estado y a los sistemas culturales como elementos básicos e imprescindibles tanto para entender el fenómeno del desarrollo económico como para gestionar su dirección.
A continuación el segundo regreso al origen estará protagonizado por los economistas keynesianos quienes propondrán soluciones de política económica absolutamente necesarias para poder obtener el uso eficiente de los recursos.
La tercera flecha de regreso del Cuadro I señala a algunos economistas ortodoxos que sugerirán intervenciones del Estado y el recurso a Instituciones Valorativas para tratar de corregir los resultados indeseables - pobreza, desigualdad extrema - que el sistema de mercado provoca.
Los fundamentalistas del mercado, por último, exigirán un Estado mínimo que defina y defienda los derechos de propiedad, garantice el cumplimiento de los contratos, y provea de los bienes públicos imprescindibles para que el mercado pueda realizar su cometido.
Primer dilema: crecimiento o desarrollo
En Teoría Económica hablamos de periodo clásico como aquel que va desde 1776 con la publicación de La Riqueza de las Naciones de A. Smith hasta 1890, año en el que los Principios de A. Marshall señalan otra forma de enfocar el problema económico. Pues bien ninguno de los autores de este periodo podrían hoy en día explicar en la Universidad ni siquiera los fundamentos más elementales de lo que se considera Teoría del Crecimiento. Sus clases, sin embargo, estarían llenas y serían tan interesantes hoy como pudieron serlo ayer si lo que explicasen fuese Desarrollo Económico.
El Cuadro I no está confeccionado para clasificar a los autores de ese periodo y probablemente dichos autores tendrían dificultades incluso para entender el significado de las preguntas que en ese Cuadro aparecen. Pero una vez aclarada la intención, la gran mayoría contestaría con un NO rotundo a la primera de las cuestiones aunque pienso que se apresurarían a matizar esa negativa.
Estos autores clásicos estudian la economía para poder entender el profundo cambio social que están presenciando. Creen que lo económico es el elemento dinamizador de lo social, y que precisamente dentro de lo económico es el mercado quien ocupa el papel básico en esa dinámica.
Pero que sea el mercado el núcleo de los elementos dinamizadores no significa que sea el mercado el único elemento de interés. Precisamente el mercado se estudia para poder explicar el desenvolvimiento económico de las naciones: un proceso continuo de génesis y absorción de productividad donde lo valorativo, lo legal y el propio mercado interactúan y evolucionan.
La contestación que esos autores clásicos podrían haber dado a la segunda de las cuestiones habría sido diversa y desde luego muy matizada. Si entendieran la pregunta en el sentido de que, en el lenguaje de la época, no pudieran darse crisis de superproducción, la respuesta sería distinta: J.B. Say y D. Ricardo defenderían la existencia de un mecanismo automático que imposibilitaría tales crisis, T.R. Malthus y K. Marx estarían radicalmente en contra.
Y de nuevo todos contestarían que SI a la tercera de las preguntas. La Economía Política que todos ellos estudian o enseñan es la base para el diseño de una política económica en su acepción más amplia; entienden el mundo para poder transformarlo.
Ese
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