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La decolonialidad


Enviado por   •  26 de Abril de 2018  •  Ensayo  •  5.101 Palabras (21 Páginas)  •  198 Visitas

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Tarea para abordar la lectura:Guerrero A., P. 2010. Corazonar el sentido de las epistemologías dominantes desde las sabidurías insurgentes, para construir sentidos otros de la existencia (primera parte). Calle14 (4): 83-94.

Identificar las 4 colonialidades que propone el autor, en qué consisten?

Son cuatro: 1. La colonialidad del saber, 2. La colonialidad de la naturaleza, 3. La colonialidad del ser y de la alteridad y 4. La colonialidad de la afectividad y del corazón.

Clases de colonialidad

Consiste en…

La colonialidad del saber (poder)

El orden colonial español fue un momento histórico marcado por la dominación y la administración política, económica, cultural, etc., de  determinadas metrópolis sobre sus colonias. Buscó  legitimar la superioridad de los dominadores e imponer sus visiones de la realidad como discursos de verdad. Proceso de dominación que no ha concluido, que se inició con la conquista y permanece vigente. Instaurar, por primera vez en la historia de la humanidad, un nuevo patrón global, universal de poder, para el control absoluto de la vida, de lo político, de lo económico, de lo social, de la cultura, de la naturaleza, de los saberes, de las subjetividades, de los imaginarios, de los cuerpos y de las afectividades. La matriz colonial-imperial de poder impone la colonialidad como forma de dominación, para el control absoluto de la vida, la misma que opera en tres niveles claves: colonialidad del poder, del saber y del ser.

1-Universalismo: se naturaliza y legitima la superioridad de los dominadores. En su nombre, Europa se atribuyó a sí misma el derecho de ejercer la dominación y justificar su tarea civilizatoria sobre los “otros” pueblos, sociedades y culturas, a las que mira como salvajes, primitivas, subdesarrolladas o premodernas, para llevarnos e imponernos, desde ese momento, su civilización, su desarrollo, su modernidad. 2- El racismo naturaliza y biologiza la inferioridad de los dominados. La raza y el racismo se convierten en los ejes de las configuraciones geopolíticas que determinan la producción y reproducción de la diferenciación colonial, que imponen la clasificación, jerarquización y subalternación de seres humanos, sociedades, conocimientos y culturas.

Erigió la razón como el único “universo”, no sólo de la explicación de la realidad, sino de la propia constitución de la condición de lo humano. Impusó una colonialidad epistémica sustentada en la hegemonía y la universalización de la razón, y el imperio de la ciencia y la técnica, como únicos discursos de verdad para poder hablar sobre el mundo y la vida. Se caracteriza por la negación de la afectividad en el conocimiento, la ausencia de la ternura en la academia. Opera no sólo en lo estructural, desde la exterioridad y a través de sus instituciones y sus aparatos represivos, (el Estado, tribunales, bancos, ONGs,  Iglesia, escuelas, universidades, ejército, policía y medios de des-información, etc.), sino también se instaura en lo más profundo de nuestras subjetividades, imaginarios, sexualidad y cuerpos, para hacernos cómplices conscientes o inconscientes de la dominación. Pretende legitimar la hegemonía de la razón, y silenciar la voz del corazón, para evitar dar lugar en el conocimiento racional para la afectividad, o la ternura.

La razón colonial construyó un patrón de conocimiento profundamente articulado al ejercicio del poder que ha tenido las características de un espejo, nos construyó imágenes deformantes de la realidad, y nos ha condenado a ser un reflejo de otros procesos, de otras territorialidades y experiencias históricas, y nos usurpó la palabra (saber ventrílocuo) convirtiéndonos en un simple eco de otras voces, (monofonía), que sólo escucha y repite el discurso de verdad de la ciencia occidental. Condenados a copiar siempre lo extraño, sujetados hasta hoy al orden epistémico euro-gringo-céntrico dominante. La continuidad de la “colonialidad” y trasladó de la hegemonía a las elites criollas locales. Niega la riqueza de la diversidad y la diferencia, la existencia de otras formas de mirar el mundo y de tejer la vida. Se erigió como, como ideal, como norma, como espejo, del cual los otros pueblos serán siempre su pálido reflejo.  La diferenciación colonial marco una  dicotomía vigente en toda nuestra historia:

Civilizados vs. Primitivos/ Modernos vs. Premodernos / / Desarrollados vs. Subdesarrollados / Historia  vs. pre-historia  / Cultura  vs. Folklor /  Ciencia  vs. mitos / Arte vs. artesanía / Literatura  vs. tradición oral / Religión  vs. hechicería / Medicina  vs. Magia.

Internalización de una razón colonial que se recrea continuamente. Se nos enseñó a bailar sobre nuestros muertos y a celebrar las derrotas, pues aún seguimos festejando las fechas de la conquista y a los conquistadores. Fetichización de lo extranjero, que va minando la fortaleza de nuestras raíces de identidad, para obligarnos a entrar en la globalización del mercado sin rostro propio. Hegemonía colonial-imperial de poder está sustentada en la violencia y el despojo, y ha estado presente como un continuum histórico.  Monocultural, a una sola forma (uni) de mirar, entender y explicar el mundo, y la vida impuesta por Occidente en el ámbito planetario (universal) La matriz colonial-imperial de poder impone la colonialidad como forma de dominación, para el control absoluto de la vida, la misma que opera en tres niveles claves: colonialidad del poder, del saber y del ser.

Colonialidad del ser

 (de su afectividad y corazón)

El poder hegemónico represor se instala dentro de nosotros mismos, manipula desde lo más íntimo de nuestras subjetividades y cuerpos, y ahí radica la eficacia de la colonialidad del ser, pues así se construyen subjetividades alienadas, sujetos sujetados, se impone un ethos útil a la dominación, para imponer la razón colonial en las subjetividades, que hace más viable la colonialidad del poder y del saber. Un ejemplo claro: nociones de pecado y culpa, pilares de la religión judeocristina de Occidente. Nos han conducido a la negación del cuerpo, del placer, a la vergüenza de ser felices, a la deserotización del mundo y la vida, al deterioro de la autoestima, fomenta la mediocridad necesaria para reproducir subjetividades útiles al sistema, y provoca la negación de la diferencia, la desvalorización de la memoria colectiva, la construcción de subjetividades e identidades negativas. Quizás una de las formas más perversas de la colonialidad del ser es la colonialidad de la afectividad, la colonialidad del corazón. La colonialidad del ser y de la alteridad implica la sujeción de los sujetos, por eso se nos aleja de nosotros mismos y de los otros. El poder fractura la alteridad, pues si somos con los otros, resulta necesario evitar ese encuentro. Marcado por la ausencia de sensibilidad, lo otro, y los otros, el mundo, la naturaleza, las sociedades, las culturas, los seres humanos y la vida, se vuelven objetos de dominio, cosas, recursos, cifras para obtener plusvalía.

Se consideró que los sentimientos pertenecían a la esfera de la animalidad, lo instintivo, y por tanto debían ser negados, marginalizados, reprimidos y conducidos a espacios subterráneos. Sentir era una forma de negar el carácter patriarcal, masculino, dominador e irracional de la razón hegemónica. En consecuencia, la afectividad será excluida de la vida intelectual y de la esfera de lo público. Sentir sólo podía darse en aquellos sujetos que se encontraban en esferas no racionales, como las mujeres, los locos, los poetas, los artistas y los niños; puesto que la razón tiene lugar, pues era y sigue siendo euro-gringo-céntrica; tiene color, pues la razón es blanca; y tiene género, pues es hegemónicamente masculina. Mujeres, niños, y menos aún culturas y sociedades consideradas primitivas (negros e indios), a quienes se les negó la posibilidad de pensar, de sentir, de ser, les fue negada su condición de humanidad, como la forma más perversa de la colonialidad del ser.

En lo lingüístico: las lenguas gringo-europeas hegemónicas se erigen como las únicas lenguas de conocimiento y  producción de los discursos de verdad, ciencia y técnica. Las demás lenguas son exotizadas (dialectos, incapaces de construir conocimiento). Colonialidad lingüística: en las universidades priorizan el inglés y las lenguas europeas, por sobre las lenguas nativas. En lo cultural: Occidente y Europa se establecen como expresión suprema de la civilización humana (centro universal civilizatorio), por ende otros pueblos y culturas se juzgan como periferias atrasadas, condenadas a la dependencia, y perpetuación del horizonte monocultural civilizatorio que se  impone.

La colonialidad de la naturaleza

Consecuencia de visión capitalista de Occidente civilización que prioriza el capital frente a la vida. Ecocidio (asesinato de la naturaleza.) Provoca la desacralización de la vida, conduce a la ruptura entre la espiritualidad y lo sagrado, convierte la naturaleza, el mundo y la vida en objetos para ser explotados(Neoliberalismo – capitalismo salvaje).

Cuestiona la visión instrumental, falocéntrica y desacralizadora de Occidente ya que esta rompe los lazos sagrados y espirituales con la vida, lo cual ha provocado que la naturaleza sea transformada en mercancía, en simple recurso, en objeto para generar plusvalía y acumular ganancias. El reflejo de la actual crisis civilizatoria, consecuencia de la lógica ecocida, provocada por los pueblos subdesarrollados o premodernos, sino por las políticas de muerte neoliberales. En lo económico: el capitalismo se muestra como único modelo planetario de regulación económica, el camino a la felicidad y al desarrollo. Se sustenta en una visión evolucionista unilineal de progreso.

Critica la visión de desarrollo unilineal ha sido el más efectivo discurso civilizatorio, que se impone sobre otras racionalidades y sabidurías, de pueblos que no se sustentan en la acumulación del capital, sino en formas de solidaridad, reciprocidad y redistribución.

La colonialidad de la alteridad.

Se  expresa en la radical ausencia del otro, que no es visibilizado, no existe, es despojado de humanidad y dignidad. La colonialidad construye dicotomías y polaridades que fracturan la alteridad, puesto que todo lo que está fuera del centro hegemónico es su “otro”. Así, toda sociedad, pensamiento o conocimiento de los “otros”, serán vistos como obstáculo, como carencia, como inferioridad, como amenaza, como enemigo.

Se construyeron dicotomías excluyentes plenamente vigentes, por las cuales se ve a la naturaleza como “lo otro”, y opuesto de la cultura; al cuerpo del alma; a la afectividad y las emociones de la razón; a lo femenino de lo masculino; a lo privado de lo público; a lo manual de lo intelectual. (Visión antropocéntrica de la alteridad occidental) legitima el dominio masculino sobre la naturaleza, desde el poder de la razón, la ciencia y la técnica, eje del modelo civilizatorio ecocida occidental, que prioriza el capital sobre la vida, y que está poniendo en riesgo las posibilidades de existencia de todo el planeta. La colonialidad fractura una “alteridad cósmica” como la que han sabido construir las sabidurías de los pueblos subalternados.

Contraria a la visión ancestral de la sabiduría Nahual, “Yo soy tú; tú eres yo; y juntos somos Dios”; de ahí que la alteridad no sea sino el encuentro entre la mismidad y la otredad, puesto que inevitablemente el otro habita en nosotros, y nosotros habitamos inexorablemente en el otro: no podemos ser sin los otros. Es en el encuentro afectivo que la mismidad y la otredad se vuelven un nosotros, así podemos pensar y luchar por horizontes compartidos de existencia.

 

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