La doctrina del complejo de castración
Enviado por hanibal4 • 28 de Diciembre de 2013 • Ensayo • 4.371 Palabras (18 Páginas) • 316 Visitas
CENTRODE ESTUDIOS PROFESIONALES DEL GRIJALVA
(CEPROG)
NOMBRE DEL CATEDRATICO: PSICOLOGA. YARID DEL ROSARIO CRUZ GOMEZ
NOMBRE DE LA MATERIA: DESARROLLO PSICOLOGICO INFANTIL
NOMBRE DEL TRABAJO: ANALISIS DE UN NIÑO DE 5 AÑOS CON NEUROSIS OBSESIVA.
NOMBRE DE LA ALUMNA: ELIZABETH ZENTENO GALDAMEZ
SEMESTRE: 1 GRUPO: A
FECHA DE ENTREGA: AGOSTO 2013
Análisis de la fobia
de un niño de cinco años
Introducción
En rigor, no proviene de mi observación el historial clí-
nico y terapéutico que en las páginas siguientes se expone,
de un paciente en extremo joven. Es cierto que he orientado
el plan de tratamiento en su conjunto, y hasta intervine
personalmente una vez en una plática con el niño; pero
el tratamiento mismo fue llevado a cabo por el padre del
pequeño, a quien debo agradecer formalmente por haberme confiado sus notas a los fines de la publicación. Pero el
mérito del padre no termina ahí. Creo que ninguna otra
persona habría conseguido del niño tales confesiones; imposible de sustituir el conocimiento de causa en virtud del
cual el padre supo interpretar las exteriorizaciones de su hijo
de 5 años. De otro modo habrían sido insuperables las dificultades técnicas de un psicoanálisis a tan temprana edad.
Sólo la reunión en una sola persona de la autoridad paterna
con la médica, la conjunción del interés tierno con el científico, posibilitaron en este único caso obtener del método
una aplicación para la cual de ordinario habría sido inapropiado.-*
En cuanto al valor particular de esta observación, reside
en lo siguiente: el médico que trata psicoanalíticamente a
un neurótico adulto llega al fin, en virtud de su trabajo de
descubrir estrato por estrato unas formaciones psíquicas, a
ciertos supuestos acerca de la sexualidad infantil, en cuyos
componentes cree haber hallado las fuerzas pulsionales de
todos los síntomas neuróticos de la vida posterior. Presenté
esos supuestos en mis Tres ensayos de teoría sexual [ 1905¿],
publicados en 1905; sé que parecen tan sorprendentes a los
extraños como irrefutables a los psicoanalistas. Pero también estos tienen derecho a confesarse su deseo de obtener
por un camino más directo una prueba de aquellas tesis
fundamentales. ¿Será acaso imposible averiguar inmedia-
1 [La experiencia posterior le mostró a Freud que estos requisitos
no eran indispensables. (Véanse las obras citadas infra, pág. 117«.)
Al comienzo del historial clínico del «Hombre de los Lobos» (1918¿),
i4E, 17, pág. 11, se hallarán algunas puntualizaciones sobre el valor
teórico del tratamiento psicoanalítico de niños.] tamente en el niño, en toda su frescura vital, aquellas mociones sexuales y formaciones de deseo que en el adulto
exhumamos con tanto trabajo de sus enterramientos, y acerca de las cuales, además, aseveramos que son patrimonio
constitucional común a todos los seres humanos y en el
neurótico no hacen sino mostrarse reforzadas o deformadas?
Con ese propósito suelo yo, desde hace años, instar a
mis discípulos y amigos para que compilen observaciones
sobre esa vida sexual de los niños que las más de las veces
se pasa hábilmente por alto o se desmiente adrede. Entre
el material que en virtud de esa exhortación ha llegado a
mis manos, las noticias que a continuación daré sobre el
pequeño Hans ocuparán pronto un puesto sobresaliente.
Sus padres, que se contaban ambos entre mis más cercanos
partidarios, habían acordado no educar a su primer hijo
con más compulsión que la requerida a toda costa para
mantener las buenas costumbres; y como el niño se iba convirtiendo en un muchacho alegre, despierto y de buena índole, prosiguió con toda felicidad ese ensayo de dejarlo
crecer y manifestarse sin amedrentamiento. En lo que sigue reproduciré las anotaciones del padre sobre el pequeño
Hans tal como me fueron comunicadas, absteniéndome desde luego de todo intento de turbar, mediante unas desfiguraciones convencionales, la ingenuidad y la sinceridad infantiles.
Las primeras comunicaciones sobre Hans datan del tiempo en que aún no había cumplido tres años. A través de
diversos dichos y preguntas, exteriorizaba ya entonces un
interés particularmente vivo por la parte de su cuerpo que
tenía la costumbre de designar como «hace-pipí» {«Wiwimacher»}.
Así, cierta vez hizo esta pregunta a su madre:
Hans: «Mamá, ¿tú también tienes un hace-pipí?».
Mamá: «Desde luego. ¿Por qué?».
Hans: «Por nada; se me ocurrió».
A la misma edad lo llevan por primera vez a un establo
y ve ordeñar a una vaca: «¡Mira, del hace-pipí sale leche!».
Ya estas primeras observaciones nos despiertan la expectativa de que mucho, si no lo más, de cuanto el pequeño
Hans nos muestra ha de ser típico del desarrollo sexual del
niño. En una ocasión consigné ^ que no hay que espantarse demasiado si en una mujer se encuentra la representación
de mamar del miembro masculino. Esta chocante moción
—decía— tiene un origen muy inocente, pues se deriva del
mamar del pecho materno, para lo cual la teta de la vaca
—una mama por su naturaleza, pero un pene por su forma
y situación— asume una mediación conveniente. El descubrimiento del pequeño Hans corrobora la primera parte de
mi tesis.
Su interés por el hace-pipí no es, sin embargo, meramente teórico; como cabía conjeturar, ese interés lo estimula
también a tocarse el miembro. A la edad de J>V2 años, su
madre lo encuentra con la mano en el pene. Ella lo amenaza: «Si haces eso, llamaré al doctor A., que te corte el
hace-pipí. Y entonces, ¿con qué harías pipí?».
Hans: «Con la cola {Popo}-».
El responde todavía sin conciencia de culpa, pero es la
ocasión en que adquiere el «complejo de castración» que
uno con tanta frecuencia se ve precisado a inferir en los aná-
lisis de neuróticos, aunque todos ellos muestren fuerte renuencia a admitirlo. Acerca del significado de este elemento
del historial del niño, mucho habría para decir. El «complejo de castración»
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