ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La esposa de la noche se llama Cristina...


Enviado por   •  9 de Enero de 2016  •  Reseña  •  1.503 Palabras (7 Páginas)  •  351 Visitas

Página 1 de 7

La esposa de la noche se llama Cristina…

El cielo parecía estar de fiesta, arrojando flashazos que iluminan un cuarto entero, ruidos estrondorosos que hacían brincar al más valiente, a cualquiera podría espantar, menos a ella,  a ella que con sus pasos lentos pero firmes, se aventura a un recorrido más, donde una lluvia no podrá privar al fraccionamiento de esa frase habitual…..  “Tamalitos de masa colada”.

       Y es que la noche ha llegado, más sombría que nunca, más misteriosa que antes, intimidando a cualquiera con sus rayos y sus truenos. Se ha dejado ver pero como siempre acompañada, si, acompañada de ella, de esa mujer que a la vista de cualquiera, puede parecer indefensa y débil, pero que refugiada en la noche es toda una guerrera.

       Rumores la rodean, verla pareciera ser un misterio, es como si su mirada y sonrisa escondieran algo, pero si la tratas, puedes ver que esconde en su alma lo que una concha en sus adentros, hermosura, calidez, transparencia.

     Ojos caídos y tristes, de estatura pequeña, en su piel puede verse el paso del tiempo, como ha ido consumiendo  su cuerpo, llenándola de arrugas, que marcan y demuestran experiencia, voz chillante y labios desgastados, así es doña Cristina, conocida por todos, como “la vende tamal”.

     Las gotas comienzan a caer, una por una, primero en su cabeza, después en el brazo, sus pasos se han detenido, en lugar de huir a refugiarse bajo algún lugar donde pueda pasar la pequeña lluvia que se asoma, ella solo se queda inmóvil, con la mirada hacia el cielo, agradeciéndole a Dios, porque refresque la noche.

       ¡Gracias, gracias!- se oye exclamar con una voz y sonrisa en sus labios, su expresión ha cambiado, ahora se le nota una luz, un brillo especial, es como si de repente en su mejilla Dios la haya cobijado de su gran amor. Voltea a ver a todos lados, las gotas se hacen más notorias, ahora ha empezado a llover más fuerte.

Verla ahí, es como ver a una chiquilla jugando agua bajo la lluvia, sus pasos pueden verse más veloces, camina apresuradamente  pero sin dejar de sonreír y sin gritar su auténtico chiflido acompañado del ¡Tamalitos de masa colada!, y es que ahora la lluvia se ha dejado caer por completo.

   Ya no hay silencio, chipoteo de la lluvia tocando el piso es más fuerte, los rayos y truenos alumbran el rostro de doña Cristina. A lo lejos puede verse a un chiquillo corriendo, en dirección a ella, la saluda con devoción y con una voz suave solo se alcanza a oír – Deme 10 tamalitos- , el rostro puede iluminarse, se agacha tan despacio y con dificultar vuelve a levantarse, de manera amable y dócil le entrega los tamales al niño.

     Han pasado unos minutos y la lluvia no cesa, pero ella ahí sigue, esperando, como posiblemente lo ha hecho ya en otros lugares, ya que lo mismo que hace aquí lo hace por doquier, las mismas calles, el mismo horario, el mismo carrito viejo y herrumbrado que va arrastrando poco a poco.

       Sus acompañantes, simplemente son un paraguas viejo y floreado, tal vez tenga los mismos años que ella tiene, podrían ser 70 o menos, pero siempre van del lado izquierdo del carrito, también lleva consigo un impermeable, ese que justamente está utilizando para protegerse de la lluvia.

       Es por eso que ella puede pararse en medio de la calle sin preocuparse de nada, ya que todo es tan tranquilo, la calle Cupilco, suele ser la más tranquila, tal vez porque sea la última, y detrás de esas calles solo queda un matorral, donde únicamente se ven venir caballos y vacas.

      -Sino vende los tamales, sus hijos la dejan dormir fuera-, - Pobre doña cristina, lo que tiene que hacer sola para poder comer ella, sus hijos y sus nietos- , son solo palabrerías que se alcanzan a escuchar cuando la gente la ve caminando aparentemente sola.

 Cualquiera diría que vive en Lagunas, sin embargo lo que muy pocos saben es que ella vive en Indeco, algo lejos para una señora de su edad, el trayecto que tiene que recorrer es largo.

      Las nubes grises comienzan a moverse con cautela,  como un niño cuando llega tarde a casa y desea esconderse de su madre para evitar el regaño que acompañado de un castigo podían entristecer a cualquiera, tal vez desea esconderse de la noche por las travesuras que ha dejado por doquier.

     En las calles puede verse como esa pequeña corriente de agua, se llevaba todo lo que estaba a su paso, no solo son charcos, parecen ríos, demostrando la fuerza de la corriente, llevándose cualquier pedazo de basura u hojas que han caído de los árboles y es que esta noche la lluvia ha hecho de la suyas.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (8 Kb) pdf (93 Kb) docx (11 Kb)
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com