La función orientadora de la escuela
Enviado por rosaparra • 6 de Junio de 2012 • Ensayo • 1.520 Palabras (7 Páginas) • 605 Visitas
Una mirada al "mago sin magia”. De la orientación al asesoramiento psicopedagógico en la escuela
Paco López. Doctor en Psicología de la Educación. Director de las Escoles Universitàries de Treball Social i Educació Social Pere Tarrés- Universitat Ramon Llull (Barcelona)
22/09/2008
Hace ya unos 30 años, el equipo de Mara Selvini Palazzoli, publicó una obra (editada, en castellano, por Paidós) cuyo título se convirtió en una metáfora recurrente para definir el papel del los profesionales de la psicopedagogía: El mago sin magia. Cómo cambiar la situación paradójica del psicólogo en la escuela.
La paradoja a la que hacía referencia era, y es, la tendencia del sistema escolar de reducir las dificultades educativas a dificultades del alumno o la alumna y depositar en alguien la responsabilidad de cambiar "mágicamente” esas dificultades. La institución escolar no tiene, así, necesidad de cuestionar su propio funcionamiento y el "mago” se convierte en cómplice del mismo. Si su intervención consigue el cambio deseado en la persona con dificultades, legitima el modelo de trabajo. Si no lo consigue, él es el responsable de su propia incompetencia, lo cual protege a la institución de cualquier necesidad de cambio.
Desde este modelo de trabajo, es fundamental la claridad en las funciones que otorgamos a los profesionales que intervienen en los procesos educativos, para evitar perpetuar esa paradoja y para no reducir el discurso educativo a la búsqueda de culpables o a la justificación de la resistencia al cambio del sistema.
La función orientadora de la escuela
La etiqueta "orientador” también forma parte del sistema y comporta riesgos. La función orientadora no es específica de algunos miembros de la comunidad educativa. Orientar a los alumnos y alumnas para ir definiendo su proyecto académico, profesional o vital es responsabilidad de todo el sistema educativo y éste ha de poner todos sus recursos humanos y materiales al servicio de esa finalidad.
La tentación de dejar esta responsabilidad en manos del "orientador” o de los tutores equivale a diluir la responsabilidad educativa del resto de la comunidad educativa y a eludir el encargo institucional de preparar para la vida (actual y futura).
Cada vez más, investigadores y profesionales proponen sustituir la etiqueta "orientador/a” por otras que definan mejor el papel del psicólogo, pedagogo o psicopedagogo en la escuela. Si la importancia de la etiqueta es relativa, no lo es el modelo de trabajo que en ella subyace. Por eso, identificar al "orientador/a” como "asesor/a psicopedagógica” está implicando, para muchos equipos, una revisión exhaustiva de su función y de sus estrategias de intervención.
La función de los asesores psicopedagógicos
¿Cuál es la función hoy de los asesores psicopedagógicos en la escuela y cuáles las actuaciones cotidianas en las que ésta se traduce?
Mi aportación, en este caso, nace de la experiencia de casi una década como coordinador del servicio de asesoramiento psicopedagógico en una escuela de secundaria postobligatoria, más que de mi condición de investigador, docente o directivo en la universidad.
El asesoramiento psicopedagógico en la escuela ha de contribuir a la mejora cualitativa de los procesos de enseñanza/aprendizaje. El asesor o asesora, desde dentro o desde fuera de la escuela - en ambos casos encontraríamos ventajas y riesgos-, es un profesional que mantiene a la escuela vinculada a los avances de la investigación psicoeducativa y que colabora en la búsqueda de estrategias para hacerlos efectivos en el desarrollo global del proyecto educativo y en la aplicación cotidiana en el aula, el taller o el patio. Fruto de ello, también contribuye a la búsqueda de estrategias para afrontar las situaciones de conflicto o dificultad que surgen en el proceso educativo.
Como asesor del sistema, su papel es ampliar al máximo el foco de intervención. Un suspenso generalizado en una materia se puede intentar resolver con medidas compensatorias para esos alumnos (por ejemplo, proponiendo clases particulares) o puede ser una situación cuyo análisis nos dé pistas para mejorar el sistema de evaluación del centro, la metodología docente o la formación del profesorado. Un caso de consumo de hachís en los lavabos puede ser afrontado con una sanción al consumidor o puede también llevarnos a revisar y actualizar el sistema normativo, la acción tutorial o la coordinación con los servicios de salud de la zona.
Resolver un caso particular tranquiliza al sistema escolar, pero, en función de cómo se haga, también puede inmovilizarlo. El asesor ha de ser un investigador de las posibilidades de mejora de la escuela y un facilitador del cambio. A la vez, ha de ser respetuoso con los ritmos y directrices marcados por los órganos de decisión de la escuela y comprensivo con las lógicas resistencias al cambio que se generan.
Esta función se concreta en la intervención
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