La identidad: valor esencial en la defensa de la cultura.

La identidad: valor esencial en la defensa de la cultura

Si hay algo cierto en este mundo es que existe una brecha entre todos sus habitantes: la cultura. Es la causante de varios conflictos, del desentendimiento de muchas personas pero, más allá de todo eso, nos identifica, nos hace ser quienes somos, influye en nuestro carácter, nos hace únicos. Lo más hermoso en este mundo es la variedad que a diario se hace presente, la increíble diferencia que existe entre todos los habitantes de este mundo, todos seres humanos, iguales en lo referente a la raza, al origen, pero diferentes tan pronunciadamente con respecto a costumbres, creencias, idioma y otros varios aspectos que hacen difícil aceptar el hecho de que vengamos del mismo padre. Nada de atractivo tendría la Tierra si todos sus pobladores fuésemos completamente iguales. Es esa variedad la que, entre otras características, hace la vida de los hombres hermosa.

Identidad es definida por el Diccionario de Oxford como el hecho de ser quien (…) una persona (…) es. Cada uno ha nacido en un país que, por bueno o malo que sea, nos ha hecho portadores de una, la cual, a grandes rasgos, es compartida por su similitud con todos los nacidos en cada nación respectivamente. No es posible reemplazarla, antes bien, aquel que quisiera hacerlo debería ser erradicado, porque es quienes somos y de lo que más orgullosos debiéramos estar. Es probable que a lo largo de la vida pueda ser modificada levemente, pero nunca perderá su esencia. Sin ella no pertenecemos ni a este mundo ni a ningún otro.

Es asombroso conocer las maravillas que están encerradas en este mundo y más específicamente en las personas que lo integran. Sin embargo, no hay forma de lograrlo si huimos de quienes somos, si escondemos en un rincón de nuestras ajetreadas vidas nuestra identidad. Sin ella no podemos ser exponentes de quiénes somos, de dónde venimos, de qué hacemos, de qué o en quién creemos. Tenemos que conocer la música de nuestro país, nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestro lenguaje, nuestros libros, es decir, nuestra cultura. Es tan importante para nosotros su conocimiento que Guglielmo Ferrero dijo: “La cultura ayuda a un pueblo a luchar con las palabras antes que con las armas”. Es decir, la cultura es quien nos hace seres humanos. Pero si no aceptamos quiénes somos, si rechazamos nuestra identidad, ¿Cómo pues podríamos hablar de cultura? ¿Cómo podríamos defenderla? ¿Cómo hacer uso de ella?

Si es importante conocer las novedades del saber (y por saber me refiero a las ciencias en las que el hombre día a día se empeña en perfeccionar o aprender) que van apareciendo, más importante es no abandonar las nuestras, las que forman parte de nosotros, las que determinan quienes somos. Esta cultura distintiva a la cual debemos dedicar tiempo a enriquecer es lo que más busca el extranjero, el desconocido ser que, al igual que tu, cursa su destino en esta misma esfera.  No hay forma de darla a conocer si no se acepta quién uno es, si se aparta lo que nos identifica de los demás pueblos, de las demás personas. La identidad no debe ser olvidada, debe cultivarse y cuidarse. No hay mejor valor que ése para ser diferentes, únicos, para mostrar lo que somos, para defender nuestra cultura.

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