La igualdad de género

Introducciòn:

La igualdad de género supone el pleno y universal derecho de hombres y mujeres al disfrute de la ciudadanía, no solamente política sino también civil y social. Ello no significa que mujeres y hombres deban convertirse en iguales, sino que sus derechos, responsabilidades y oportunidades no dependan de si han nacido hombres o mujeres. El medio para lograr la igualdad es la equidad de género, entendida como la justicia en el tratamiento a mujeres y hombres de acuerdo a sus respectivas necesidades.

Desarrollo:

Hoy en la actualidad la ciudadanía, sufre de pobreza y junto con ello la falta de participación social, ya que se detecta un rostro femenino cada vez mayor, pero hoy la preocupación es que la misma ciudadanía ha podido detectar los factores que atropellan la participación social de la mujer ya que esto afecta de una medida diferente que al sexo Masculino.

Conforme a tantos casos que vivimos diariamente debemos de plasmar el enfoque de género o la perspectiva de género, para poder llevar estrategias analíticas como también descriptivas, y con ellas lograr unas políticas encaminadas a lograr una ciudadanía igualitaria entre los hombres y las mujeres de cualquier país, ya que al momento de plasmar políticas que incorporen de buena manera a la mujer nuestro país estará evolucionando a una nueva era.

Durante los últimos años, la creciente participación económica de las mujeres ha transformado radicalmente la estructura del mercado laboral en México. La tasa de participación económica femenina pasó de 17.6%, en 1970, a 31.5% en 1991, para alcanzar, en el primer trimestre de 2012, el 43.5%. Es decir, durante los últimos cuarenta años, la participación de las mujeres en el mercado laboral ha crecido en más del 50%.

No obstante, las mujeres aún no encuentran condiciones equitativas para su incursión en la vida productiva. Hay diversos indicadores que muestran cómo, en la estructura actual del mercado laboral, las mujeres enfrentan mayores obstáculos para acceder a empleos dignos y de calidad, que les permitan el pleno desarrollo de sus capacidades productivas. Por ejemplo: aun cuando más de la mitad de la población (57.5%), son mujeres, tan sólo representan el 38.24% de la

población ocupada. Por otra parte, la tasa de participación económica de las mujeres (43.5%) ha incrementado sustancialmente en las últimas décadas, aún se encuentra muy por debajo de la masculina, que es del 77.5%. Esta brecha de género en las oportunidades de participación económica, también se manifiesta en la composición de la población económicamente activa, de la cual 38.2% son mujeres y 61.73% hombres. Todo lo anterior, no obstante que las mujeres económicamente activas tienen un promedio de escolaridad mayor que el de los hombres: de 9.8 y 9.2 años, respectivamente.

En términos de desempleo, aparentemente

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