La maldicion de la feria de libros
Enviado por NOteAgiles • 18 de Julio de 2017 • Tarea • 4.741 Palabras (19 Páginas) • 161 Visitas
LA MALDICIÓN DE LA FERIA DE LIBROS
Mendoza Tuanama, Roy
En este mundo existe una feria de libros, que consume tu vida, tu historia y las almacena para otros lectores. En el cual, pierdes la memoria y cualquier recuerdo que trazaste en el trayecto de tu vida. La escribes y al sellar la última hoja, cierras el libro. Haces borrón y cuenta nueva, no sé si entendiste...
Es un mundo en el que los humanos tienen una tradición maldita que parte de esta feria de libros, que llega cada cierto año; en ella, toda la ciudad, va a dejar sus relatos, sucesos vividos en el trascurso de los días, meses y años. La feria no es ordinaria, contiene un sinfín de libros vacíos, páginas en blanco. Debes coger una pluma y gastar toda la tinta escribiendo un fragmento de tu vida, una vez finalices tu historia, lo sellas y cierras el libro. Al hacer eso, todo acontecimiento de lo que escribiste, acerca de lo que viviste y demás, se te borrará de la mente y no recordarás nada. Antes de salir de la Feria, hay un dispensador, donde te aparece un ticket, en ella te notifica ciertos datos personales; se trata del nuevo apellido y nombre, de cómo te vas a llamar de ahora en adelante, además, te ofrece una nueva dirección, código y contraseña para tu cuenta bancaría; así luego, tengas el propósito de escribir tu nueva travesía para la próxima llegada de la feria. Y todo lo que sucedió, no pasó, borrón y cuenta nueva.
En mi historia, escribí que el protagonista, no quería borrar sus recuerdos, porque su historia es insuperable, la mejor que nadie había vivido. Pero, sabe que tiene que asistir a la feria, tiene que ir, pues es una tradición obligatoria. Con el miedo a perder sus recuerdos, se decidió a culminar lo que toda historia debe tener, un final épico, de esas que te emocionan, llena de éxtasis en los últimos párrafos. Colocándole el punto final de su historia, puso:
*** Llegué a su casa, toqué la puerta, ella abre, y le dije ― tengamos a nuestro pequeño bebé, ¡cásate conmigo! y vámonos de aquí―.
Ella me miró en silencio, sus hermosos ojos se humedecieron, se había quedado sin aliento, se derramó en mis brazos, se ahogó en su llanto, y terminó endulzando mis labios con un beso. Ella respondió con un ― sí por mil. ***
Al día siguiente, el chico llega a las cinco de la mañana al “Open”, estreno de la feria, la cola era larguísima. La ventaja de llegar temprano entre los primeros, fue encontrar libros de pastas agraciadas. El diseño de cada libro maldito tiene cierta peculiaridad propia, que, en su mayoría, portaban una figura circular como tatuada entre ondas con cinco lados, trazados por un par de triángulos, cada una en ambas caras.
La cola avanzaba lentamente, debido a la estricta seguridad. Restringen los objetos que porta el usuario, ya sea casual, por ejemplo, entre los menos importantes, prohíben el ingreso de comidas y bebidas, no hay ingreso para ningún tipo de equipaje o uso de modas, como las gorras, gafas, relojes entre otros. Y las más importantes, que pueden considerarse un crimen contra la seguridad de la feria, es portar un celular, o cualquier equipo tecnológico de comunicación, un bloc de notas, algún punzante o arma.
Después de varias horas de espera, el chico logró ser atendido. Evaluado por el examen de observación, al parecer, no encontraron ningún peligro, su ingreso fue impecable. Ansioso, moría de los nervios, respiró profundo, cogió seguridad y siguió su camino. Disoluto, se tomó la molestia de escoger un libro memorable para su historia, eligió la pasta del color al que le gustaría a ella, su color favorito es el violeta. Lo encontró, lo cogió, la abrió, y se tomó la sorpresa de encontrar… nada. Cada hoja estaba en blanco, a excepción de las primeras hojas de presentación, donde se explica con detalle las instrucciones de uso. Se retiró de la escena, se dirigió al cuarto de redacción. Al entrar, tomó asiento, se acomodó, levantó la pluma y comenzó. Mientras escribía, llegando al final de su historia, gastando la última gota de tinta, la gota de vida y de lágrima que caían en los últimos versos, con una sonrisa le colocó el punto final. Así lo escribió, así lo terminó, tal y como lo vivió. Selló su libro y de un porrazo, se olvidó de todo, hasta de la chica que ama. Al salir, el dispensador soltó el ticket, él se acercó, la sacó, en ella notificaba al usuario de su nuevo nombre completo, la dirección de su casa y la cuenta bancaria. De pronto, mientras caminaba desconcertado, se cruza con la mujer que ama, pero no la reconoce, no sabe ni quién es, y ella tampoco sabe quién es él, se cruzaron de manera fría e indiferente, los dos ya tenían otros nombres.
MI PRIMER ÚLTIMO DÍA
Amaneció soleado, el reloj marcaba las siete de la mañana, ella despertó radiante, con hermosos destellos en los ojos y el cabello despeinado. Se asomó al espejo, el sol resplandecía por la ventana, la luz enfocaba la mitad de su rostro, imperfecta, hermosa en su naturaleza con los rizos dorados. El color de su piel blanca como el manjar, labios carnosos y de un mojado brillo dulce, sonrisa fija y directa, que se deleita en su felicidad, sus ojos son como puertas al vacío, al ver su profundidad, te pierdes, percibes la buena vibra y las ganas de estar con ella, cuidarla y jamás perderla.
Se vistió de manera casual, la única diferencia era su olor a ropa nueva, la sacó de la caja obsequiada por su papá, premio por el mérito que ganó en la universidad. Brillante en su materia, número uno en el ciclo y en las clases. Con la blusa puesta, cómoda y ligera. Puso sus manos en el vientre, presionó con las yemas de sus dedos, cerró los ojos paulatinamente y con cierta ternura sonrió.
Terminó de arreglarse y dejó su cuarto en orden, bajó apresuradamente, llegó a la cocina, saludó a su papá con un beso en la mejía y a su madre le guiñó el ojo.
― Te veo feliz hija. –dijo su madre.
― Quizá. ¡muero de hambre!, me llevaré un par de tostadas que estoy apurada.
― ¿Tan temprano?, ¿qué pasó?, tu cama ya no te ama como antes. –mencionó su padre.
― Y eso que me demoré despegando la almohada de mi cara. –respondió riendo.
― Entonces te quiere de vuelta, no te quiso dejar ir.
― Igual que tus ex novios. –intervino su madre sarcástica.
― No todos. –atinó ella.
― Hablas de él cierto. Ese chico no te merece, está mal ubicado, no tiene futuro, no te conviene ni tampoco está a tu altura Micaela. –respondió eufórica su madre.
...