La obra de arte en su época de la reproductivilidad técnica

La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica

Benjamín Walter de una manera bastante innovadora intenta explicarnos la manera en que el arte ha perdido su sentido fundamente inicial que era la cultura, y ahora se utiliza para poder controlar de más sencilla y eficientemente no de manera individual, si no colectiva. Lo que tal vez hoy entendemos por democratización, realmente solo ha representado que aquellas cosas a las que logremos tener alcance, no serán un aparente beneficio, serán un arma para dominar más fácilmente.

Autonomía y autenticidad parecer ser conceptos bastante ambiguos para recordar lo que en algún momento llego a transmitirnos el cine, el radio, la pintura o incluso la música. Especialmente el cine, tiene un énfasis mayor  ya que esta idea que surge de una sociedad capitalista es para no influir individuo por individuo si no en un sentido grupal. Para tener una identificación con el público, se introdujo un aura llamado personallity, no es más que un culto fabricado hacia la “estrella” o actor.

No se trata solamente de facilidad con la que esta reproductividad avanza y lo que poco a poco arranca de dicho arte como la originalidad e identidad, que sea idéntico y se le reste valor, esto es una politización del arte, a esta como su raíz. Sin embargo, este es un simple canal para llegar a la copia del ser humano, a suprimir dentro de cada uno de nosotros esa virtud de autenticidad con la que crecemos pero nos es arrebatada por medios que buscan una sociedad de robots y no humanos. Esta dictadura de imitaciones nos lleva al borde un ciclo que parece nunca tener un fin y al que estamos condenados a ser.

Puede que se confunda el término de igualdad, los capitalistas hablan de un enfoque donde la igualdad es no pensar, no razonar, obedecer sin cuestionar y no salir del marco de la explotación. En cambio, los comunistas nos hablan de igualdad de derechos, de género, oportunidades, sin explotación del hombre por el hombre y con una repartición equitativa de medios de producción y de riquezas.

El hecho que se seamos iguales, no resta importancia también al ser únicos en esencia. Tenemos diferentes cualidades y habilidades que deben de ser aprovechadas como tal y no obligadas a enfocarse hacia un sentido singular.

Un capitalismo perverso que sabe en qué momento elimina la individualidad para introducir el término de las masas. Los movimientos de estas, representan un modo de comportamiento humano que corresponde con su aparato que reemplaza lo irrepetible.

Es interesante la analogía respecto a las democracias y esta reproductividad. Ya que representa un enlace del tema que abordo a lo largo del texto y nos muestra la fuerza coactiva que tiene el arte y la política.

“El cambio en la técnica de reproducción se hace también perceptible en la política. La crisis de las democracias se puede comprender como una crisis de las condiciones de exposición del hombre político.

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