La política como vocación

La política como vocación

Éste es el título del apartado con el que abre su ponencia Weber, que puede llevarnos hacia varias posibilidades en el terreno del juego gramatical; porque el idioma, al igual que la política, puede acomodarse (según hemos visto a lo largo de la historia) de acuerdo a los intereses colectivos o particulares. Así tendríamos en tal reconstrucción de las funciones sintácticas; por ejemplo, “una vocación hacia la política”.- hoy lamentablemente con una concepción alterada, entendiéndose como política la simple búsqueda del poder económico y social que ello implica, haciendo referencia a la clase de políticos profesionales cuya forma de vida está plagada de excesos y para los cuales no existen restricciones. La paradoja más grande de México es que a nuestros legisladores; sí, a ésos que hacen las leyes o las modifican a su antojo, el fuero les otorga la garantía de convertirse en seres intocables.

“Invocación política” es otra aplicación semántica que está ligada a las formas de gobierno en éste país; en los años recientes hemos visto un auge religioso de quienes se quieren ver inmersos en el ámbito de la política y ellos mismos, los que llegan a través de la súplica pueril y de otros modos aún menos agraciados al poder pretenden verse como dioses: se levantan unos a otros efigies por sus “brillantes carreras”, por su “desempeño en pro de la sociedad”, por sus “contribuciones al progreso” cayendo en la absurda demagogia que, peor todavía, es reforzada a diario por una gran parte del periodismo nacional y sobre todo local. Sólo en este país, parafraseando a Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad, se puede recurrir a chingaderas tan magnánimas como solicitar, en un caso de competencia federal, los servicios de una “vidente” para “hallar la verdad”. Así, la política encarna hoy una porción esotérica, mezcla de artificios, burocracia, corporativismo y libertinaje para el beneficio de sus cuasi santos, cuyo culto es el dinero y los bienes que con él se pueden sobornar.

“Política en la boca o en la boca de la política”.- gravamen del avance en el camino de la política actual es aparecer, estar, permanecer en los medios y a través de las relaciones públicas que estos puedan generar. La vida del político moderno está en función de lo que se dice y cómo se dice en las páginas, en los radios, en las pantallas. El retroceso o la caída también se cimienta en estos arreglos ya no tan silenciosos; la frase que puede resumirlo mejor es la de Portillo a Proceso “No pago para que me peguen”.

Pero la duda elemental aquí; es decir, el motivo primordial de este trabajo es encontrar resolución a la siguiente incógnita: ¿tiene el estado mexicano el monopolio legítimo de la violencia?

Aclaremos en primera instancia que al gobierno le es reconocida esta facultad sólo en

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