La posibilidad de que se repita una catástrofe igual o de mayor magnitud a la ocurrida en la ciudad de México

INDICE.

Introducción. -------------------------------------------------------------------------------------- 02

Antecedentes.------------------------------------------------------------------------------------- 03

Respuesta inmediata y organización civil.---------------------------------------------- 03

Falta de organización y desconocimiento del desastre----------------------------- 05

Orígenes del desastre.-------------------------------------------------------------------------- 06

Desarrollo de la temática. Análisis de los resultados obtenidos en la investigación. ------------------------------------------------------------------------------------- 07

Conclusión.----------------------------------------------------------------------------------------- 08

Bibliografía----------------------------------------------------------------------------------------- 09

INTRODUCCIÓN.

La posibilidad de que se repita una catástrofe igual o de mayor magnitud a la ocurrida en la ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, no puede ser ignorada. El terremoto de aquel año marcó el inicio de una historia en el valle de México que desafortunadamente no ha terminado, por ello, hay que estar preparados para enfrentar apropiadamente una contingencia de tal naturaleza.

Los terremotos del 19 y 20 de septiembre de 1985 constituyen, a no dudarlo,  fue uno de los acontecimientos más significativos de la vida nacional y de la historia de la salud en nuestro país. Su magnitud, los daños físicos y económicos infligidos, el momento histórico en que ocurren, la secuela inmediata al fenómeno, la movilización nacional e internacional que produjeron, la respuesta oportuna y la solución mediata a la reorganización de los servicios de salud son temas que, a 20 años de ocurrencia de ese evento, invitan a hacer un recuento, de su significado y del impacto de las labores de reconstrucción y reordenamiento de los servicios públicos de salud.

Es necesario mencionar que ni la autoridad máxima de México, que en este caso era el presidente de la república no sabía la magnitud del desastre, al grado de no querer aceptar la ayuda humanitaria internacional.

También ahora nos damos cuenta que antes del desastre no se había aplicado el reglamento de construcción por lo que muchos edificios colapsaron al momento del sismo.

Antecedentes.

El 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 horas, se produjo un sismo con una intensidad cercana a los 8 grados en la escala de Richter con epicentro en el océano Pacífico, frente a las costas de Michoacán, que causó destrucción y daños humanos y materiales sin precedentes en la historia de México. Su impacto y su secuela destructiva afectaron básicamente la parte central de la ciudad de México y los estados de Michoacán, Guerrero y Jalisco, y en menor medida, Colima. Al día siguiente a las 20 horas hubo una réplica de gran intensidad.

La vida cotidiana de la capital y de la nación se suspendió, se trastocó; los proyectos de cada quien para ese día, el quehacer familiar, escolar y laboral se interrumpieron; el daño, la destrucción, el dolor y la desesperación se manifestaron abruptamente.

Respuesta inmediata y organización civil

De inmediato la población civil se organizó improvisando estaciones de auxilio. La gente que podía donaba artículos y contribuía como le fue posible al esfuerzo de recuperación; esto incluyó mover piedras a mano, regalar linternas, cascos de protección, etcétera. Automóviles civiles se tornaron en vehículos de auxilio. Líneas de personas movían medicamentos para ser inspeccionados y posteriormente ser suministrados. Las primeras acciones organizadas fueron realizadas por los grupos Guías y Scouts de las localidades afectadas, mismas que fueron sostenidas durante varios meses con la atención de damnificados. Cruces dibujadas con un color rojo sobre papel eran suficientes para identificar personal o locales de auxilio. Fue notoria la ausencia de una respuesta inmediata y coordinada de parte del gobierno de Miguel de la Madrid. El propio presidente demoró tres días en dirigirse a la nación y tomó otro tanto en comprender la magnitud de la desgracia. Debido a la falta y la tardanza de acciones por parte del gobierno federal, la población civil tomó en sus manos las labores de rescate. Eso implicó la auto-organización de brigadas, reforzadas especialmente por estudiantes de las carreras de medicina, ingeniería y ciencias. La UNAM, a pesar de no haberse visto afectada directamente, cerró sus puertas una semana suspendiendo clases para que los universitarios que así lo desearan pudieran integrase a las brigadas de rescate y ayuda. También fue notable el hecho de que la policía y el ejército tardaron en hacer presencia y su labor inicial se limitó a "resguardar" los edificios destruidos.

De inmediato se construyeron dos comisiones: la Nacional y la Metropolitana de Emergencia a fin de ponderar los daños ocurridos e instrumentar las medidas necesarias.

Los daños causados por el terremoto fueron tremendos. Al paso de los años quedan los números fríos y el estremecedor recuerdo de la experiencia.

El sector salud fue severamente afectado.

La capacidad de respuesta de las organizaciones sociales para atender, prever y revitalizar los efectos negativos en materia sanitaria y asistencial fue altamente satisfactoria. La acción sanitaria incluyó:

1. Evacuación y salvamento de las personas que se encontraban en los hospitales afectados.

2. Atención médica de urgencia de las personas dañadas;

3. Medidas de salud pública, y

4. Asistencia social a los damnificados.

Después de ocurrido el sismo se realizó una acción emergente de rescate, salvamento y evacuación de pacientes y trabajadores que se encontraban en las instalaciones hospitalarias afectadas, que se trasladaron a unidades médicas no afectadas, públicas y privadas, merced a una encomiable y ejemplar labor de solidaridad de la población, que realizó una importantísima actividad humanitaria en la atención de las víctimas.

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