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La transformista


Enviado por   •  11 de Octubre de 2013  •  Informe  •  485 Palabras (2 Páginas)  •  1.828 Visitas

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LA TRANSFORMISTA

Mis problemas empezaron desde chiquita. Nunca fue fácil mi vida. El primer susto se lo llevaron mis papás cuando al borde de mi cuna, se le ocurrió decir a mi viejo:

_¿Quién es el angelito de la casa?

Tuvieron que bajarme con una soga porque con las alas que me salieron empecé a volar por todos lados. Mi mamá tuvo un ataque de nervios y me pasé tres días atada a la mesa de la cocina.

Cuando fui un poco más grande me di cuenta que nada sería sencillo para mí. Bastaba que cualquiera me comparara con algo para que yo me convirtiera en eso por varios días. Todo un drama para alguien que sólo quería ser La Pocha la mayor cantidad de tiempo posible.

Una tarde estaba jugando con mi hermano en el patio y él se puso a comer unos caramelos. Sin medir las consecuencias, estiré la mano y le pedí uno. Fatal error.

_ Flor de manguera sos, ¿eh? _me dijo.

A mi hermano le costó, pero al final se animó a preguntarle a mamá.

_ Ma, ¿dónde pongo a La Pochi?, ¿en el cuartito donde están las cosas para el jardín?

Y mi madre tuvo que soportar otro ataque de nervios, mientras regaba el pasto con su hija. A la noche me enrollaba con mucho cariño y me ponía cerca de la estufa para que no pasara frío. Cuatro días duré así.

Ya más grande, siguieron las dificultades. Una maestra me llamó a dar una lección pero no la oí. Se enojó y cometió la imprudencia de retarme.

_¡Pocha Berrotarán! ¿Va a pasar al frente o sigue más sorda que una tapia?

Cuando me di cuenta, ya era tarde. En la escuela no sabían qué hacer con la pared que había aparecido en el medio de 5° y llamaron a mi familia. No hubo acuerdo. La directora quería tirarme abajo y mi papá propuso darme tres manos de pintura que, según él, buena falta me hacían.

Con los años empecé a trabajar, pero nada cambió. En realidad, las cosas se fueron complicando cada vez más. En una oportunidad me llamó el gerente a su oficina:

_Señorita Berrotarán _ me dijo_. Hágame el favor de revisarme estos cálculos, usted que es tan ducha en esto.

Para qué. Fue inútil toda resistencia. Me usaron durante unas semanas para bañar al personal, pero al final me echaron porque no daba buena lluvia.

En fin. Creo que soy de las pocas personas que pueden afirmar sin mentir que han sido de todo en su vida. La otra noche, sin ir más lejos, me puse la pollera más linda y salí a la calle. Otra equivocación. Pasó un taxista y bajó la ventanilla del auto para gritarme:

_¡Adiós, bomboncito!

Felizmente mi novio iba conmigo y ya está acostumbrado a estas cosas. Así que esperó un poquito, me levantó del piso, me envolvió en un hermoso papel de celofán y me guardó en su bolsillo con todo el amor del mundo.

Esteban Valentino

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