La ética de la tecnología

La ética de la tecnología (tecnoética) y la ciberètica son derivaciones de la llamada "ética de la ingeniería" desarrollada ya desde finales del siglo XIX como una ética profesional. Pero del mismo modo que la bioética se ha convertido en una forma global de mirar la ética desde el punto de vista de la vida, también la tecnoética consiste, cada vez más, en una manera de mirar la ética desde el punto de vista de la tecnología que nos constituye como humanos. Ya desde el siglo XIX, los socialistas utópicos y Marx habían conectado las condiciones tecnológicas con los hábitos psicológicos y las conductas morales. Muy a menudo la historia se ha definido a partir de las condiciones tecnológicas (Edad de piedra, vinculante técnica y liberación humana. Edad de los metales, Edad del Hierro ... Revolución industrial). Hoy nos encontramos ante una nueva edad tecnológica que llamamos Tecnopol (Neil Postman) o Telepolis (Javier Echevarría), que se caracterizan por usar como energía no un elemento físico (carbón, electricidad), sino las tecnologías de la información.

Hoy vivimos en lo que se llama sociedad de información. Esto significa que para el desarrollo social no básicamente dependemos de un combustible material (hierro, carbón, electricidad) sino de un combustible mucho más ambiguo (información expresada en bits), que ya no se encuentra en la naturaleza, sino que es un producto tecnológico. Tecnoética y sociedad de la información son conceptos que se implican, porque una no es pensable sin la otra. El hombre ha sido siempre un animal técnico, en la medida que la fabricación de utensilios y vasijas para satisfacer las necesidades humanas se da incluso en los chimpancés, los orígenes de la hominización. El hombre vive inmerso en el sistema técnico (Jacques Elull), es decir, en una red de interrelaciones, regidas por principios técnicos que obedecen su lógica propia y no necesariamente los deseos-o las necesidades-de los humanos ... Un sistema técnico no entra por los ojos, sino que es una forma de estar en el mundo, de situarse ante las cosas y de valorarlas, que a menudo no se produce de manera consciente. No son los humanos sino la tecnología que decide lo que queremos, es la tecnología la que nos hace necesitarla (teléfonos móviles). Una característica típica del sistema técnico es el hecho de que sobrepasa las expectativas de sus creadores y se convierte en autónomo.

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