Las Preguntas De La Vida CAPITULO YO
Enviado por lissygil281175 • 10 de Febrero de 2014 • 2.192 Palabras (9 Páginas) • 406 Visitas
YO ADENTRO, YO AFUERA.
A lo largo de la vida nos han o nos hemos preguntado “¿Quién soy yo?” y terminamos con la típica respuesta de “Soy (y decimos nuestros nombres)” Eso pensaríamos pero, en este mundo existen miles de personas con nuestro mismos nombres, decimos que somos diferentes a los demás, pero en realidad contamos con la mayoría de las capacidades de las demás personas, tenemos ojos, nariz, boca, cerebro, venas y todos esos órganos que hacen que nuestro cuerpo funcione. Y es aquí cuando nos hacemos la misma pregunta “Entonces ¿Quién soy yo?”. Intentamos de nuevo respondernos: Soy una persona con muchas ideas diferentes. Y quién nos asegura que en otro lado del universo no exista otra persona con nuestro mismo nombre, el mismo físico y nuestras mismas ideas. Es un poco extraño pensar de esta manera pero es hasta posible que a través de la historia, haya existido una persona igual a nosotros.
Quizás estemos viviendo en un sueño del sueño de alguien, o sólo de un sueño. Somos lo que alguien más quiso que fuéramos por lo tanto somos su pequeña creación, y todo a nuestro alrededor sea producto de su sueño. Tal vez sea un monstruo o algún ser fantástico, o quizás sea alguien de nuestra semejanza que algún día despertará y de la nada desaparecerá y quedemos en su recuerdo. Pero, así como dice Savater en su libro “Las preguntas de la Vida”, podemos ser producto de un extraterrestre que nos ha creado hace cinco minutos y nos puso recuerdos para poder interpretarlos a lo largo de nuestra vida. Y ¿quién nos dice lo contrario? Todo puede ser posible.
Dicen que existe algo en nuestro ser llamada “alma”, y esta es la esencia de nuestro ser, lo que nos hace diferentes. Sí, quizá sea cierto que exista, que todos tengamos una alma pero en ¿dónde se encuentra? ¿En qué parte de nuestro cuerpo esta? ¿Cómo es? En términos religiosos, nuestra alma debe de estar purificada para poder subir al cielo. Si es así, ¿cómo podemos purificarla si ni siquiera sabemos en dónde está y qué tan purificada se encuentra? Puede que se refieran a nuestra conciencia. Pero aun así la conciencia es parte de nuestro ser, de nuestro yo. Y ¿Quién soy yo?
El filósofo René Descartes (s. XVII) considerado el fundador de la filosofía moderna, ha sido el primero en plantearse la hipótesis de que todo lo que consideramos real pudiera ser simplemente un sueño y que las cosas que creemos percibir y los sucesos que parecen ocurrirnos fuesen solo incidentes de ese sueño. No contento con esa suposición, Descartes supuso una mucho más siniestra: quizá somos víctimas de un genio maligno, haciéndonos ver, tocar y oler lo que no existe sin otro propósito que disfrutar de nuestras permanentes equivocaciones. Descartes se dedicaba a formular preguntas. Descartes llamó metódica a su forma de dudar, consiste en encontrar un método o camino para avanzar en el conocimiento fiable de la realidad. René Descartes, llegó a la conclusión de la posibilidad de que no haya árboles, ni mares, ni estrellas, puede que no haya seres humanos, puede que no tenga mi cuerpo aparente, pero solo sé una cosa, que existo. Para poder soñar, sentir, dudar debo existir. De aquí la gran frase: “Cógito, ergo sum”; “pienso, luego existo”. La existencia de un YO, para Descartes era una cosa que piensa.
David Hume, que se basaba en el empirismo, dijo en el tratado de la naturaleza humana: “cuando penetro más íntimamente en lo que llamo YO MISMO, siempre tropiezo con una u otra percepción particular (frío, calor, luz o sombra, dolor, placer), no puedo captar un yo mismo sin encontrar siempre una percepción y no puedo observar nada más que la percepción”. La palabra yo quizá no sea el nombre de una cosa, pensante, sino una especie de localizador verbal, como los términos de aquí o ahora. Al plantear como irrefutable la existencia de un YO, Descartes pensó en su alma. Descartes habla de un dualismo entre el alma y el cuerpo, el alma es una realidad separada y totalmente distinta del cuerpo, el alma controla al cuerpo desde una cabina de mando situada en la glándula pineal. Yo soy yo porque me mantengo a través del tiempo y porque me distingo de los otros. En una palabra, no sólo tengo conciencia - como cualquier otro animal - sino que también tengo autoconciencia, conciencia de mi conciencia, la capacidad de objetivar aquello de lo que soy consciente y situarlo en una serie con cuya continuidad me veo especialmente comprometido. En cualquier caso mi yo no sólo está formado por ese fuero interno, pero viene acompañada por una exteriorización del yo en mundo de lo percibido, fuera del ámbito de lo que percibe “mi cuerpo”. ¿Qué es mi cuerpo?
Lichtenberg, dijo: “mi cuerpo es la parte del mundo que mis pensamientos pueden cambiar”. Sin embargo mi convención profunda es que yo empiezo y acabo en mi cuerpo. Descartes, suponía que el alma es un espíritu y el cuerpo una especie de máquina. Si no soy mi cuerpo ¿de dónde he venido para llegar finalmente a parar dentro de él? Aristóteles pensaba que el alma es la forma del cuerpo, entendido por “forma” no la figura externa sino el principio vital que nos hace existir.
“Pero ¿somos tan únicos como creemos? Porque siempre encontraremos a personas parecidas a nosotros, con ideas similares a las nuestras, con opiniones y gustos parecidos e incluso físicamente parecidos, pero aun así nadie es completamente igual a nosotros. Y esto es porque cada quién ha pasado por diferentes experiencias y vivencias, y cada una de ellas es lo que nos va otorgando más características, de cada experiencia aprendemos algo nuevo que añadimos a nuestra personalidad, y esto se va moldeando hasta formar nuestro yo. Entonces para mí ese es el yo, la compilación de todas estas características, tanto ideológicas como físicas, nuestras opiniones, creencias y sentimientos, somos la misma persona a lo largo de nuestra vida pero se nos van sumando vivencias que van modificando nuestra personalidad así nuestro yo va cambiando, creciendo y modificándose.”
“El 'yo' lo vamos conociendo, más de lo que creíamos, a partir de lo que dicen los demás de mí, creemos tener el mismo comportamiento con todos los que nos relacionamos, tendemos a hablar o relacionarnos diferente, descubriendo nuevas personalidades de mi 'yo', pero que tal vez no nos lleguemos a dar cuenta, pues los 'otros' que se relacionan conmigo, en mi consideración, son parte importante de mí, porque
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