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¿Las personas contribuyen para algo que ya está predestinado a que ocurra en su vida?


Enviado por   •  14 de Mayo de 2018  •  Ensayo  •  1.081 Palabras (5 Páginas)  •  271 Visitas

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Las señales del amor.

¿Las personas contribuyen para algo que ya está predestinado a que ocurra en su vida?

Cuenta una leyenda oriental que las personas destinadas a encontrarse están conectadas por un hilo rojo. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin verla, ni siquiera importa si vives en la otra punta del mundo: el hilo se estirará hasta el infinito pero nunca se romperá. Su dueño es el destino. (Aldana, 2014).

Cierto bullicioso en un día de compras durante las Navidades de 1990, Jonathan Trager coincide en una tienda de Nueva York, con la inglesa Sara Thomas, cuando ambos tratan de conseguir los únicos guantes negros de cachemira que quedan. Celebran la coincidencia tomando un batido en la cafetería “Serendipity” donde charlan amigablemente, contándole ella que cree que el destino indica el camino a seguir y que hay que saber interpretarlo. Se sienten mutuamente atraídos, pese a que ambos están comprometidos, si bien ella no accede a prolongar el encuentro, aunque, tras separarse él regresa a la cafetería para buscar su bufanda, encontrándose con Sarah que regresó también a por sus guantes, decidiendo continuar la divertida tarde patinando. Cuando Jonathan le pide su teléfono Sara, propone dejar su futuro en “manos del destino”, y para ello él apunta su número en un billete y ella lo hará en un ejemplar de "El amor en los tiempos del cólera" que venderá al día siguiente en una tienda de segunda mano. (Aldana, 2014)

Y antes de despedirse, y para comprobar si están predestinados a estar juntos, ella propone un juego: cada uno deberá marcar una planta en diferentes ascensores del Waldorf Astoria, hotel de la ciudad de Nueva York; para ver si es la misma. Lo harán, aunque en el ascensor de él sube un niño que le da a todos los botones impidiendo de ese modo que vuelvan a verse. Siete años después, y a punto de casarse, ambos tienen el impulso de tratar de conseguir por todos los medios volver a verse antes de sus respectivas bodas. Jonathan acude a la tienda en que se conocieron y hace una gran compra para conseguir que el vendedor consulte los albaranes de la compra de los guantes y aunque no consiga su apellido tiene su dirección de entonces y acude al administrador con la ayuda de su mejor amigo, que les da el nombre del inquilino, un pintor francés con el que Sara compartía el piso. Este les da la dirección de la oficina de pisos compartidos en que ella estuvo apuntada, pero al verla cerrada y en su lugar una tienda de novias cree que el destino le indica que debe continuar adelante con su boda. Sara, por su parte viaja desde San Francisco, donde trabaja como consejera, hasta Nueva York, con su amiga Eve esperando encontrarlo, aunque también sin éxito, si bien encuentra en el hotel a Halley, la novia de Jonathan, casualmente amiga de Eve, que puede de ese modo acudir al ensayo de su boda con Jonathan sin saber que es el hombre buscado por Sara. Esta encuentra, al regresar a su habitación a Lars, su novio, un popular músico, más preocupado por su gira que por su boda. Y Sara decidirá dejar una relación que no termina de llenarle. Jonathan encuentra una nueva señal del destino en el regalo de bodas de su mujer, el libro en que Sara escribió su antiguo número. Y con su nombre consigue su dirección, viajando hasta San Francisco para visitarla, viendo desde una ventana al llegar a su casa, a una mujer parecida a Sara haciendo felizmente el amor con un hombre distinto. (Moreno, 2012) Y mientras Sara espera en el avión de regreso a su casa, encuentra en la cartera de su amiga, que cogió por error, el billete con el antiguo número de Jonathan, por lo que se baja del avión, y con su nombre llega hasta el domicilio de este, donde le informan de que se está casando en ese momento en el Waldorf Astoria, por lo que acude corriendo hasta allí para encontrarse con que la boda no se llegó a celebrar al decidir él romper su compromiso. El mejor amigo de Jonathan en consuelo para la decisión de su amigo decide hacerle un encabezado en el “Internotional New York times”, “Jonathan Trager, prominente productor ejecutivo de ESPN, murió anoche a causa de las complicaciones surgidas al perder a su alma gemela y a su prometida. Tenía 35 años. De voz suave y obsesivo, Trager nunca tuvo el aspecto de un romántico empedernido, pero durante los últimos días de su vida reveló una parte desconocida de su mente, esa persona oculta casi junguiana emergió durante la búsqueda en plan de Agatha Christie de su ansiada alma gemela, una mujer con la que solo pasó unas pocas horas preciosas. Tristemente la prolongada búsqueda terminó en la noche del sábado en un completo y absoluto fracaso. Incluso ante la derrota, el valiente Trager seguía aferrado a la creencia de que la vida no es meramente una serie de accidentes o coincidencias sin sentido, sino más bien un tapiz de acontecimientos que culminan con un plan exquisito y sublime. Cuando le preguntaron sobre la pérdida de su amigo, Dean Kansky, ganador de un Premio Pulitzer y director ejecutivo del New York Times, describió a Jonathan como un hombre nuevo en los últimos días de su vida. Veía las cosas más claras, observó Kansky. Al final Jonathan concluyó que para poder vivir en armonía con el universo, todos debemos poseer una poderosa fe en lo que los antiguos llamaban fatum, lo que comúnmente calificamos como destino.” (Anonimo, Cartearte, 2016) Dicho encabezado es el que ayuda a Jonathan para que se dirigiera hasta la pista de hielo donde patinó con Sara por primera vez, se tumba sobre el hielo, hasta que le caen del cielo unos guantes negros de cachemira tras los que aparece Sara. (Moreno, 2012).

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