Ley Contra La Violencia Y El Acoso Escolar
Enviado por maestrarural • 27 de Julio de 2011 • 3.929 Palabras (16 Páginas) • 2.194 Visitas
Ciudadanos Diputados:
La suscrita diputada Rocío Corona Nakamura, en uso de las facultades que me conceden los artículos 28 fracción I de la Constitución Política, así como lo dispuesto por los numerales 22 fracción I, 147 fracción I y 148 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo ambos ordenamientos del Estado de Jalisco me permito proponer a esta Asamblea la siguiente iniciativa de decreto que crea la Ley Contra la Violencia y el Acoso Escolar del Estado de Jalisco, para lo cual me permito realizar la siguiente
Exposición de Motivos:
La violencia en las aulas existe, y así lo confirma el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa, que encuestó a poco más de 39 mil estudiantes y encontró que 17 de cada100 alumnos de escuela primaria y 14 de cada 100 estudiantes de escuela secundaria, son lastimados físicamente por sus compañeros durante el periodo escolar.
Bullying es la denominación que se le ha dado al abuso y maltrato que sufren los niños y jóvenes escolares de parte de sus compañeros de escuela. Es un fenómeno en ascenso; no se trata de casos aislados. El Instituto Jalisciense de Salud Mental señaló que el 6% de los alumnos padece bullying, aunque la especialista de la Facultad de Psicología de la UNAM, Milagros Figueroa Campos, ha revelado que según sus estudios el 25% de los niños que cursan la primaria en México son víctimas del bullying.
El maltrato que los abusadores infieren a sus compañeros es de forma y gravedad variable. Se trata de humillaciones que incluyen agresiones físicas, verbales, sicológicas, exclusión social y hasta acoso electrónico, y va desde poner apodos, insultar, golpear, injuriar, excluir, ridiculizar, esconder cosas, rechazar, ignorar, robar, amenazar, romper sus cosas, tocamientos erotizados, insultos sexuales, amenazas con arma de fuego, y otros hostigamientos.
Ese abuso permanente, agresivo, intencional y sin motivo, provoca en los niños, niñas y jóvenes víctimas, daños que pueden llegar a ser irreversibles. El bullying llega a ocasionar daños físicos como hematomas o fracturas; y daño psicológico como fobia escolar, baja autoestima, depresión, ansiedad, miedo, angustia e incluso el suicidio.
Este es un problema real; no está sacado de historietas o novelas. Combatir el acoso escolar nos atañe como legisladores. Luchar contra el bullying es una responsabilidad de todos: padres, alumnos, maestros, gobierno y sociedad.
La carencia de valores es pasto fértil para problemas sociales, como el bullying, que revela las consecuencias de una niñez y juventud que ya están formando parte de una generación de la violencia.
Hacer oídos sordos es sumarse a la complicidad del silencio. Es suponer que “no pasa nada”. El abusador se sirve de la impunidad, y la impunidad ante la violencia genera más violencia. Por ello es importante que rompamos con esa conspiración del silencio; reconozcamos que muchos niños y jóvenes sufren maltrato en la escuela; en su camino a la escuela y de regreso a casa. Pareciera que en México es tabú hablar de violencia escolar: existe, pero los profesores no se atreven a platicarlo.
El nuevo ordenamiento propone que en cada escuela exista un gabinete de sicología y trabajo social capacitados para prevenir y atender casos de bullying; así como un tutor por cada salón de clases. Es importante que los profesores se involucren en el problema. El magisterio es parte de la solución. Es importante que el tutor sea un maestro al que los alumnos le obsequien su confianza, a fin de que les escuche y auxilie para romper el círculo del abuso.
Es indispensable un Reglamento Único de Conducta Escolar, elaborado por auténticos profesionales pedagogos y psicólogos. Una vez dadas a conocer las reglas de conducta éstas deberán aplicarse irremediablemente, con firmeza, con rigor. Si se formula un reglamento y no se cumple, el abuso va a continuar.
De igual forma, se hacen necesarios vehículos de comunicación que permitan al alumno víctima de violencia escolar denunciar su situación y activar vías de solución. Para ello propongo que la Secretaría de Educación Pública ponga a disposición de la comunidad escolar una línea telefónica de ayuda e instale buzones de denuncia en cada plantel educativo.
El bullying duele por fuera y por dentro. Deja cicatrices en el cuerpo y deja su marca en el alma de los niños.
Un joven español de 14 años, Jokin Zeberio, después de sufrir un proceso de acoso y violencia escolar por años,se suicidó arrojándose en su bicicleta desde una muralla. Sus últimas palabras escritas fueron:
“Libre, Libre. Mis ojos seguirán aunque paren mis pies”.
Ocho compañeros de Jokin fueron suspendidos temporalmente de la escuela.
Pamela Pizarro, joven chilena de 13 años se ahorcó después de recibir una golpiza por parte de algunas de sus compañeras. El mismo día en que se velaba a Pamela apareció en internet la frase
“Menos mal que te decidiste a hacerlo tú, porque si no lo hacíamos nosotras”.
Según el SALME, en Jalisco el 50.6% de los padres de alumnos víctimas de bullying no lo saben y el 67.4% de los padres se enteran por sus hijos, no por los profesores. En México la incidencia del acoso escolar se da entre los 6 y 17 años; mientras la edad más vulnerable –por haber mayor incidencia- es de 12 a 14 años.
Dijo Mahatma Gandhi que “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena”. Debemos proponer soluciones. En la entidad, con indicadores al alza en suicidio de adolecentes –y muchos de los cuales ignoramos si son originados por el bullying o diversa causa- es menester voltear la mirada al problema.
No se trata de someter a castigo o venganza a los generadores de la violencia escolar –ellos también son niños o jóvenes, y también son víctimas de una sociedad violenta- sino crear los medios para integrarlos a la comunidad escolar y lograr su proceso educativo y de socialización en armonía con los demás.
Es una realidad que en muchos de los casos el camino a la escuela se ha vuelto peligroso. “Nos vemos a la salida” es la amenaza que se lanza en la escuela y se consuma en la calle.
Hay que acabar con un ambiente agresivo, bélico, para crear un ambiente libre de intimidación.
Debemos afrontar un problema que lastima y duele en el seno de la familia. Ya basta de una escuela sin ley donde predomina la ley del más fuerte.
En mérito de lo expuesto elevo para su consideración la siguiente iniciativa de
L
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