Libro- Llegar a Siebten Himmel.
Enviado por Tania Magallanes • 18 de Julio de 2016 • Reseña • 989 Palabras (4 Páginas) • 175 Visitas
Capitulo 1
Llegar a Siebten Himmel
Eran al rededor de las 4:00 de la madrugada el 18 de enero de 1935, doce días después de comenzar la Tschammerpokal (Copa de Alemania). Quién hubiera imaginado que once meses después el FC Nuremberg resultaría campeón.
Nos encontrábamos corriendo por el pasillo largo e interminable de la terminal del ferrocarril Tosenden Fluss en Nürenberg, con los tickets en mano y una pequeña maleta cafe desgastada por el uso, en ella solo llevabamos lo mas indispensable de nuestras pertenencias, aún recuerdo aquel día, como olvidarlo, yo estaba cumpliendo 17 años, y en vez de festejarlo con un pastel de cumpleaños y velas, me encontraba en ese lugar.
El viento parecia árido del frío que hacía, al hablar, mi respiración dejaba una estela de humo como el de los fumadores más empedernidos y compulsivos, yo llevaba puesto un vestido que me había regalado mi padre el invierno anterior, junto con una bufanda de unos colores muy peculiares y aburridos, no es que haya sido el mejor vestido y el de mi completo agrado, pero algo tenia que vestir ese dia.
Mi tía Agatha Fiedler, hermana de mi padre, era una viuda de 38 años sin hijos y con responsabilidades aparentes, de un humor muy distintivo y noble, se habia hecho cargo de mi, desde los 8 años justo después de la muerte de mi madre, ya que mi padre al mismo tiempo se enlistaba en el ejercito alemán, al enterarse de su partida desde ese entonces, hasta hoy, yo no tenia nada mas que hacer, solamente, agradecer la noble acción de ella.
Ambas nos dirigiamos con prisa, mientras ella halaba mi brazo con firmeza, para tomar el tren que posteriormente nos llevaría a München (Münich), considerada la ciudad secreta del Tercer Reich, muy conocida por sus buenas cervecerías y alegres festivales.
Curiosamente o por azares del destino perdimos el tren que nos llevaría a München donde radicaba mi padre. Mi tía Agatha, que pocas veces perdía la cordura, ese día pasó, yo sólo recuerdo su cara engrifada como los perros que secuestran en la perrera, detrás de esas rejas de metal frío y niquelado. Sus palabras exactas girando la cara hacia mí fueron.
- ¡Ungeschickt!, ¡Schwadroneur! Torpe y fanfarrona, como no hibamos a perder el ferrocarril si tu te la pasas horas frente al espejo peinando tus cabellos risados y rubios pequeña risitos de oro.
Mi cara se sonrojo tanto, que los tomates se hacían parecer albinos al lado de mis mejillas rojas, como la sangre que corre por las venas, lo único que se me ocurrió hacer fue encoger mis hombros y señalar la banca mas cercana para esperar el próximo tren a München.
Pasaron largas horas hasta el próximo tren, para ser exacta fueron 27, una larga y tediosa espera.
Aún no lo se pero dicen que todos los seres humanos tenemos un ángel de la guarda, que nos vigila en todo momento, aquel tren lo perdieron más de 10 personas junto con nosotras, yo tenía un presentimiento de todo esto que posteriormente lo descubriría. Al dia siguiente muy temprano al escuchar el extra del Armee Tages (el diario del ejército) en voz de un niño pequeño, que decía.
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