Lis Hijos De La Malinche

Los hijos de la Malinche.

El título de este ensayo es debido a una mujer, llamada Malinalli Tenépatl, ya que fue una mujer nahua del Golfo de México que jugó un papel importante en la conquista española del imperio Azteca, Octavio Paz, escribe este capítulo con el propósitos de que el lector logre comprender que al ser el hijo de la Malinche, es ser hijo de una mujer violada, traidora, el machismo y la mujer como la imagen de la fecundidad y la muerte.

Además, Octavio Paz escribe este capítulo haciendo una dura crítica al capitalismo, ya que es el sistema económico o modo de producir, donde la condición humana se rebajada hasta sus últimas consecuencias. El individuo se vuelve obrero; produce mercancía para sí mismo. Se incorpora al grupo y entonces este individuo comienza a cobrar significado. Ahora ya no es individual, ahora pertenece a un grupo. Luego, de que Octavio Paz, regresa a tierras mexicanas, se sorprende con una frase que le parece demoledora. “El mexicano no quiere o no se atreve a ser el mismo” Demasiados fantasmas lo habitan: la conquista, la colonia, la independencia, las guerras contra Francia y Estados Unidos “nuestro buen vecino”, demasiados abandonos por parte de los dioses. Sin embargo, los mexicanos tenemos una manera de exorcizar a nuestros demonios. Un grito es suficiente para afirmarnos ante lo exterior, ante los demás: ¡Viva México hijos de la Chingada! Y ¿quién es la Chingada?, ¿a quién o quienes se dirige tal grito de guerra? No es casual por supuesto, que el 15 de septiembre, aniversario de la independencia, todo México, embriagado de orgullo, lo grite. Y tampoco es casual que la figura materna, por un lado falsamente respetada, sea el blanco de la agresión.

La Chingada, es la mujer abierta, violada, es el resultado del conquistador, penetrando por la fuerza a la mujer indígena. Sin embargo, los hijos de la Chingada son los otros, los no mexicanos, los malinchistas.

La Malinche, encarna al mito, nadie en México le perdona su colaboración con el invasor y también, nadie en México negaría a la Virgen de Guadalupe su lugar como madre suprema de todos los mexicanos; seres provenientes de la soledad “fondo de dónde brota la angustia y que empezó el día en que nos desprendimos del ámbito materno y caímos en un mundo extraño y hostil”. Tonantzin, la virgen india, es la madre que vino a cuidarnos de nuestra orfandad.

Y Así, la Chingada y la Virgen de Guadalupe, ambas figuras pasivas, representan el amor -odio del mexicano hacía sí mismo. Al gritar, ¡Viva México hijos de la Chingada! Continuamos gritando nuestra voluntad de cerrar los ojos al pasado, y negarnos a surgir, a evolucionar mentalmente.

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