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“Lo importante de la vida es no estar muerto”.


Enviado por   •  16 de Agosto de 2016  •  Ensayo  •  1.701 Palabras (7 Páginas)  •  211 Visitas

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Siglo XXI: la extraña época de los zombies y los no muertos

“Lo importante de la vida es no estar muerto”

                                                                                                    Ramón Gómez de la Serna

     Es muy común para los amantes de la Literatura referirse a conceptos técnicos que en alguna que otra circunstancia nos hagan ver ante el Otro como un erudito, una persona recontra leída. Frases como, “Se produjo un cambio de paradigma”, “No alcanzó mi horizonte de expectativas”, “Este texto es un pastiche” o “El relato carece de verosimilitud” resultan a grandes rasgos pequeños caballitos de batalla que dan cuenta sobre nuestra actualización en materia literaria. Uno de los grandes conceptos literarios en boga, quizá no desde la misma palabra  sino desde la puesta en práctica, es el de los sistemas literarios. A grandes rasgos podría definirse un sistema literario como un conjunto de textos emparentados a nivel externo e interno. A nivel interno estaríamos hablando de funciones, recursos o técnicas que subyacen a todos los escritos del sistema, caracterizando un tipo determinado de estructura. En cuanto al nivel externo, estas funciones y recursos que modelan una estructura determinada son absorbidos, aceptados, estudiados y criticados por otros elementos que a su vez conforman sistemas diferenciados, como por ejemplo el sistema de mercadeo: críticos, marketing, editores, distribución, etc. La noción de sistema, repito, no es pronunciada a los cuatro vientos, sino que simplemente opera sobre todos los soportes posibles y entonces de esa manera podemos observar cómo nuestros alumnos o hijos devoran por una larga temporada un sinfín de lecturas que, salvo por el nombre del autor o la editorial, no se diferencian demasiado. Los ejemplos son categóricos: desde 1998 hasta el 2008 aproximadamente, la saga de Harry Potter se expandió por el planeta con la rapidez de la luz, pero el auge de magos, academias y autos voladores fue sustituido rápidamente (ruptura del sistema) por la saga de Meyer y sus diferentes novelas sobre vampiros y licántropos (Amanecer, Crepúsculo, Luna Nueva y Eclipse); sin demasiados preámbulos o despedidas, Meyer sucumbió al olvido y la saga de Los juegos del hambre ( civilización futurista distópica-apocalíptica) acaparó libros, películas, videojuegos, blogs, páginas de Facebook, booktrailers y demás géneros. Cuando nuestros alumnos, hijos, sobrinos o vecinos estaban más creciditos, se les antojó abandonar los bosques, las armas y la supervivencia y fantasear con el poder sexual que  Cincuenta sombras de Grey podía brindarle a todo adolescente bien parecido. Y con E.L James apareció Valerie Tasso (Diario de una ninfómana), Mara Altman (Gracias por venirte) y ….la lista sería interminable. Pero un género que fue expandiéndose paralelo a todos estos anteriormente nombrados y que hoy ostenta el mérito a la repetición casi absurda, es el de los zombies.

¿Qué es un zombie y por qué su fascinación mundial? Algunas respuestas

    Resulta difícil al evocar la palabra zombie no recordar series o películas que en la televisión por cable ya deben estar descoloridas de tanto reproducirlas: Residente Evil, El despertar de los muertos, 28 días después, La era de la extinción, Guerra Mundial Z, The Walking dead (serie), Zombies nazis, La noche de los muertos vivientes y otras más. Antes de adentrarnos en un pequeño análisis, como profesor de Lengua es menester desembarazarnos de la cuestión etimológica. La palabra zombie o zombi procede, según antropólogos y filólogos, de un dialecto Bantú, el Kikongo, en la región africana del Congo. Esta palabra cuya raíz original es zonbî, se trasladó a la región centroamericana de Haití a través del conocido tráfico de esclavos que practicaban los portugueses e ingleses. Allí, oculta bajo el misterio de quilombos o palenques la palabra pasó a ser potestad de los brujos o chamanes, más conocidos como “Bokor” o brujo controlador. Según crónicas de la época, el Bokor sumergía a un individuo en un éxtasis alucinógeno mediante la ingesta de fuertes drogas locales, y en pleno estado de inconsciencia, simulaban enterrarlo vivo. La víctima de esto adquiría una mínima noción de esta artimaña macabra, creía que había muerto y el Bokor lo había resucitado. Esta práctica anulaba la conciencia anterior al enterramiento, destruía todo posible recuerdo identitario y por lo tanto, el individuo sólo poseía la conciencia de haber “resucitado de entre los muertos” y esta nueva oportunidad de vida era aprovechada por el Bokor y sus secuaces quienes impunemente explotaban al desgraciado en los algodonales o tabacales. El “zombî” trabajaba como un autómata ya que la queja no entraba dentro del espectro de su agradecimiento.

    En la actualidad, la marea zombie adquiere tres posibles interpretaciones ya que la figura misma del no-muerto en sí misma no transmite nada, sino que representa una alegoría de la humanidad. Las tres teorías en boga son las siguientes:

  • Teoría psicológica: la mayor parte de las sagas están caracterizadas por zombies urbanos, zombies netamente occidentalizados y a la moda. Las grandes debacles apocalípticas se desarrollan en mega ciudades imperiales o en centros de poder representativos de la hegemonía mundial o el Pensamiento Único: Londres, Nueva York, Tokio, Munich, etc. Según la Doctora Sarah Lauro, investigadora y docente de la Universidad de California, los zombies representan todo aquel sector social disconforme inconscientemente con el capital cultural occidental tecnocrático. Esta disconformidad transforma a la persona en un ser sufriente, eternamente aburrido, automatizado y malhumorado. Estas características pueden apreciarse claramente en un rango temporal que oscila entre los 20 y los 45 años; estos zombies urbanos al estar aburridos tienden a pensar en aspectos escatológicos, como es el caso de la muerte por suicidio, o las mutilaciones corporales que “descomprimen” el dolor (cortes con Gillette o navajas). La Doctora Lauro afirma que la persona aburrida no produce belleza estética, no crea y por eso la alegoría de los zombies caminando como perdidos en la ciudad refleja la realidad de tantas personas que caminan sin observar ni entender el paradigma que les tocó vivir.  
  • Teoría político-económica: una de las interpretaciones más aceptadas a nivel mundial es aquella que está centrada en el Materialismo Dialectico hegeliano. El materialismo es entendido como una doctrina filosófica opuesta a todo espiritualismo o idealismo; para el Materialismo los sucesos que ocurren en el mundo son producto de la materia, de la Historia y del mismo hombre. Es dialectico porque para que los hechos se desarrollen en el tiempo y puedan avanzar, es necesario una confrontación de intereses entre sucesos o hechos disímiles. Aquí, la gran interpretación dialéctica pareciera caerse de maduro: la eterna lucha de clases entre burgueses y proletarios. Todos los zombies representan al proletariado, esa masa urgente y voraz que, apremiada por la entronización del objeto, deja de lado toda su humanidad y se lanza de manera salvaje a tomar, a cazar parte del botín que el presente posmoderno le ofrece a cambio de su fuerza de trabajo. Porque ese es el trasfondo del asunto: si la posmodernidad ha anulado la dualidad historia- sujeto o individuo por el de un efímero y reciclable presente y ha sumido al hombre en el rol de consumidor, entonces que mejor que un ente desprovisto de las características del sujeto dedicado enteramente a “consumir” sin importar moralmente qué es lo que consume. Algunos críticos como A. Romero afirman que el culto al zombie como lucha de clases oculta el rencor, el odio y el asco que esta clase despierta en las minorías pudientes. Para ellos, la masa es un conjunto de seres abominables, sucios, piojosos, fracasados y macabros. La demofobia ( miedo hacia las masas, el pueblo) en estos filmes está reflejada por el recrudecimiento del canibalismo, práctica que incluso ya en Grecia era considerada un aditamento bárbaro, fuera de todo espectro de civilización.

  • Teoría sociológica: en este caso, el zombie no mantiene una tradición o genealogía con su propio pasado o con un pasado social. El zombie es un personaje que, al igual que nuestra época actual, sólo se remite al presente y al futuro. No le interesa el pasado. Un zombie no es un fantasma, ya que en realidad nunca murió; su metamorfosis es producto de una infección, de un virus que otro u otros por razones desconocidas le contagiaron. Este “virus” anula en el futuro zombie toda reminiscencia humana, como puede ser el amor, el razonamiento, el pensamiento, las ideas o la reflexión. Sin embargo, deja a flor de piel los atavismos más primarios, como es el caso de la alienación, el egoísmo tribal, el anonimato masificado y el instinto de depredación.  En este caso, los zombies representan al hombre occidentalizado urbano y posmoderno, ese hombre que se mata con otro por un descuento del 50% en ofertas de herramientas, representa el hombre desafiliado del equilibrio natural entre su existencia y la naturaleza, el hombre que defeca en el mismo lugar que come y bebe. El zombie, diferente a los vampiros u hombres lobos, es un monstruo globalizado y transnacional, arquetipo del mercado económico mundial en decadencia y una arcilla sumamente maleable a las influencias discursivas, tanto mediáticas como gubernamentales.

     Los zombies pululan en cualquier lugar, en cualquier horario sin importar el clima ni los deseos u obligaciones de los otros. Ellos están ahí, expectantes para devorarnos a la mínima de cambio. Recordándonos lo peor de nosotros….pero por el momento debo dar un corte a mi escrito porque tengo que terminar de leer la trilogía de Zombie Island  (David Wellington) y por su fuera poco, debo prepararme para el 31 de octubre, no sea cosa que mi hijo me recrimine toda la vida que no quise pintarlo como un zombie, lleno de sangre, jirones y un poco de cerebro en su boca….

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