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Los Amantes De Terou


Enviado por   •  14 de Febrero de 2013  •  1.253 Palabras (6 Páginas)  •  250 Visitas

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Diego

Han sido los cinco años más duros de mi vida, las batallas contra los moriscos casi me han costado la vida en varias ocasiones. He andado cientos de kilómetros por caminos polvorientos, he sufrido sed y hambre y tengo cicatrices en casi todos los rincones de mi cuerpo. Pero nada me importa, y si lo tuviese que repetir, lo haría mil veces más sin dudar… porque por ella, el sacrificio no es más que el destino que me acerca a sus dulces labios.

Mi nombre es Diego de Marcilla, y hoy, entro de nuevo en mi ciudad, Teruel, con la fama y la fortuna que me dieron todas las batallas en las que luché y vencí contra los moros. En mis alforjas traigo la dote para desposarme con Isabel, el único amor de mi vida, que prometió esperarme durante estos cinco años mientras reunía la fortuna suficiente que me pidió su padre para pedir su mano.

Mientras subo por la cuesta de la Andaquilla, en la iglesia suenan campanas de boda. Pienso que no es mal modo de entrar en Teruel, pues en pocos días, esas campanas sonarán de nuevo sobre nuestras cabezas mientras nos declaramos amor eterno.

Isabel

Maldigo el día que le hice aquella promesa. Pobre Diego, por mi culpa partió a la lucha donde probablemente algún filo partió en dos su corazón. Ahora pienso que no debí de darle esperanzas, de ese modo, pese a mi desdicha, en estos momentos seguiría con vida. Mi padre siempre quiso lo mejor para mí y para mi futuro y cuando le dijo a Diego que no tenía la suficiente dote para conseguir mi mano, los dos debimos de acatarlo.

Pero éramos muy jóvenes y faltos de razón, y tras mi promesa de que lo esperaría durante cinco años, el partió hacia un empresa imposible y que le habrá costado su vida. Hoy termina el plazo, pero la total ausencia de noticias suyas me hizo perder hace tiempo la esperanza de su vuelta. Como mujer de honor, le debo respeto a mi padre y debo de acatar sus deseos y casarme con ese hombre, que seguro que cuidará de mí y será un buen esposo. Que Dios y Diego me perdonen, pero la presión de mi padre ha sido muy grande durante estos años y por un solo día, yo, Isabel de Segura, incumpliré mi promesa.

Diego e Isabel

La alegría de Diego se torna en total tristeza y desolación al enterarse que las campanas que ha escuchado al entrar en Teruel, eran las de la boda de su amada Isabel. Siente una mezcla extraña de sentimientos en su interior, en el cual el pesar y la rabia se mezclan a partes iguales. Necesita escuchar de labios de Isabel el porqué, quizás se olvidó de él, quizás todo lo que el sufrió durante estos años no sirvió para nada o, al contrario, todavía le quede una oportunidad. No puede esperar a conocer la respuesta, y cuando cae la noche, se dirige decidido hacía el nuevo hogar de los recién casados.

El esposo de Isabel duerme en el lecho exhausto tras un largo día de celebraciones, pero ella no consigue conciliar el sueño pensando que ya no hay vuelta atrás cuando siente que alguien coge su mano. Diego ha entrado con sigilo y la mira arrodillado junto al lecho. Los dos permanecen en silencio durante unos minutos contemplando sus rostros bajo la suave luz de la luna que se filtra por el gran ventanal. Una lágrima recorre la blanca mejilla de Isabel y cuando se dispone a explicarle a Diego lo sucedido, el posa sus dedos sobre los temblorosos labios de ella y le pide un beso como muestra de amor, un solo beso sincero para que su vida pueda continuar con algo de sentido. Isabel le niega el beso a Diego invocando la honestidad

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