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Los Discursos Literarios Y Políticos Del Debate Interétnico En Guatemala


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2012  •  3.195 Palabras (13 Páginas)  •  548 Visitas

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La articulación de las diferencias

o el síndrome de Maximón

(Los discursos literarios y políticos del debate interétnico en Guatemala)

Capítulo I

"Cuestión étnica y debate interétnico:

¿qué ha pasado y qué pasa ahora en Guatemala?"

"Del indio al "maya": versiones y visiones del indio y el ladino"

La visión y la versión del indio como opuesto a las ideologías eurocéntricas empieza y se consolida en el proceso de descubrimiento, conquista y colonización, y puede estudiarse en las cartas de relación de Colón y Alvarado, en las crónicas de Bernal Díaz del Castillo y de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán y, después, en literatos de la colonia como Rafael Landívar, y de la república conservadora y liberal como José Milla y Vidaurre. Las características prejuiciadas y estereotipadas del indio que se configuran en la Colonia, llegan a la época de la Revolución Liberal (1871) y configuran el imaginario de formación de la Nación y de la nacionalidad. Estos prejuicios, que se inscriben en la noción liberal e "iluminada" de "salvaje" y "primitivo," son interiorizados por la ladinidad republicana como parte de la moda positivista del siglo XIX, como puede constatarse en la tesis de abogado de Miguel Ángel Asturias, Sociología guatemalteca: El problema social del indio, escrita en 1922, y se resumen en un listado de características atribuidas a los indígenas entre las que se cuentan las de haragán, sumiso, conformista, borracho, tonto, débil y genéticamente degradado por la explotación. Ya sea como rechazo frontal o como paternalismo proteccionista y asimilacionista, la visión y la versión criollas y ladinas del indio y del pueblo encuentran también cauce literario. Interesante es el caso de la novela María, historia de una mártir, de Felipe de Jesús, que podría sumarse, aunque tardíamente, a las novelas fundacionales de las nacionalidades latinoamericanas, como María, de Isaacs y Amalia, de José Mármol (Sommer, Foundational).

No es sino hasta 1944 que Guatemala inicia el proceso de modernización de la nación y, por tanto, es entonces que se empieza a poner en práctica la ideología del mestizaje asimilacionista que, en otros países (como México) se había echado a andar en los años veinte. Ideologías racistas como la de Sarmiento, en Argentina, que de hecho inspira a Asturias en su tesis de abogado, se convierten, suavizadas por la ideología del mestizaje mexicano, en políticas asimilacionistas puestas en práctica desde el Estado, con la ayuda de intelectuales orgánicos que propagandizan este clima ideológico en novelas como Entre la piedra y la cruz, de Mario Monteforte Toledo (Arias, Ideologías). Este proyecto nacional inclusionista se valió del Instituto Indigenista Nacional para ladinizar a los indios en una franca actitud eurocéntrica pero imbuida de nacionalismo ladino y mestizo. Un nacionalismo que, a la larga, habría de costarle a la revolución democrática del 44 su derrocamiento por parte de Estados Unidos (Gleijeses; Schlesinger-Kinzer). Pero para explicarse la función y la existencia misma del Instituto Indigenista Nacional, es necesario consignar el trabajo y la influencia de los antropólogos norteamericanos que trabajaron en Guatemala desde los años 30 hasta los 70, pues ellos dejaron asentados algunos criterios que no sólo determinaron la política gubernamental hacia los grupos indígenas, sino que configuraron criterios de identificación étnica y cultural entre los ladinos. Algunas de las ideas más importantes que estos antropólogos lograron asentar son las siguientes: Sol Tax observó, ya a principios de los años cincuenta (Heritage 43-75), que la mayoría de los indígenas orientaban sus actividades hacia el mercado y no hacia la economía campesina. Richard Adams acuñó el término "indio ladinizado" para referirse a los indígenas asentados en ciudades y que ya no usaban sus trajes típicos, se habían dedicado al comercio y/o eran incluso profesionales, y también caracterizó al ladino en toda su complejidad cultural, y habló de "procesos de ladinización" para referirse a la aculturación de los indígenas (Adams, Encuesta 17-63). La categoría "indio ladinizado" ha servido para pensar la multiplicidad de hibridaciones identitarias del mestizaje cultural guatemalteco, pero actualmente tiene la limitación de que ubica el concepto y la realidad que denota en medio de dos categorías binarias: indio-ladino, como si éstas fueran dos entidades contrapuestas, evocando sin querer la contradicción blanco-negro. Esta visión, reforzada por el carácter del racismo en Estados Unidos, dominó la antropología norteamericana en Guatemala hasta los años sesenta, aunque el carácter complejo y mestizo del país estuvo siempre muy claro en la mente de los antropólogos norteamericanos, como se evidencia en las lúcidas observaciones de Adams sobre la cultura de los ladinos (Encuesta 65-217). Por eso mismo, observaciones como las que afirman que la diferencia entre indios y ladinos no es racial sino cultural porque se puede devenir ladino siendo originalmente indígena, resultaron sorprendentes en medio del binarismo en que se operaba, y ese criterio cundió en Guatemala también, desterrando la idea de racismo a la hora de analizar y pensar la interculturalidad guatemalteca.

La noción de racismo emergió a principios de los setentas, con el libro de Guzmán Böckler y Herbert, Guatemala: una interpretación histórico-social, el cual tuvo y sigue teniendo una gran influencia en el pensamiento indianista por su magnificación de la contradicción étnico-cultural.

Dos antropólogos guatemaltecos se formaron aparentemente bajo la influencia de la antropología norteamericana: Antonio Gobaud Carrera y Juan de Dios Rosales. Gobaud dirigió el Instituto Indigenista Nacional durante el gobierno de Juan José Arévalo. La labor del Instituto fue promover la integración de los indígenas a la cultura ladina, en nombre del progreso y la civilización, inspirado en los indigenistas mexicanos y en la ideología mexicana del mestizaje. Claro que el caso de México y el de Guatemala no eran equiparables, ya que México tenía un conglomerado indígena minoritario, y ese no era el caso de Guatemala.

Durante todo el período revolucionario (44-54), los antropólogos norteamericanos apoyaron a los gobiernos guatemaltecos en la definición y tratamiento de los indios como minoría étnica, influyendo indirectamente en los resultados de los censos mediante los criterios de ladinización arriba esbozados, con el resultado involuntario de que la población indígena aparecía como menor que la ladina. El problema de la ladinización, y hasta qué punto la misma implicaba el abandono de la indianidad

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