Los Hijos De La Malinche
Enviado por 5539789413 • 3 de Junio de 2015 • 495 Palabras (2 Páginas) • 170 Visitas
Elaborado por: Diana Karen Castelan Ledesma.
Los hijos de la Malinche.
El laberinto de la soledad.
“El verbo chingar implica el triunfo de lo cerrado, del macho, del fuerte, sobre lo abierto”.
El mexicano gracias a su cerrado ser, se ha convertido en un gran interrogante, no solo para el extranjero, sino también para el mismo. Como imán, según sea el polo donde se tome, atraemos y repelemos. Y es esa aura misteriosa que nos envuelve, la que nos hace interesantes ante el ojo ajeno, interés que se hace intenso al chocar contra las murallas que arduamente construimos.
Sin embargo, en la mujer mexicana se manifiesta un misterio aun mayor, la mujer es el enigma mismo, nos es inconcendible que sea imagen de vida y muerte, de inicio y fin, la mujer es el misterio supremo, indescifrable ante todos, impenetrable ante nadie.
Ahora bien, no solo somos un misterio para el extraño, lo somos también para nosotros mismos; somos problema, enigma sin resolver. Son muchas las actitudes que asume el mexicano en las que podemos descubrir que seguimos con las cadenas de esclavos colonizados, gente dominada que se agacha que se somete al amo, al señor, la sombra del español, a estas alturas, nos recubre de miedo y recelo.
Triste y sorprendente es que el mexicano solo se quita la careta en la soledad o cuando el alcohol y la fiesta han inundado su realidad. Pero, ¿De dónde surgieron los fantasmas que siguen al pueblo mexicano? Lo encontramos en la historia, y dentro de la historia, en la época colonial, donde el indio debería ser servil, sumiso, cerrado, impasible, fuerte. A eso, debemos agregarle lo violento que es el mexicano, la resignación que le caracteriza ante el autoritarismo de sus gobernantes, esta fórmula ha arrogado una sociedad cerrada, un pueblo que ni quiere ni se atreve a hacer lo mismo.
Más sorprendente es que a pesar que ya van más de dos siglos de verse extinguida esta etapa de nuestra historia sigamos con las mismas actitudes subordinadas, con el mismo miedo a prosperar, solo en el mexicano se encuentra la solución a su cruda realidad.
Un medio de escape, una válvula que el mexicano ha creado para no reventar de su mundo opaco son las groserías, las malas palabras y en la cúspide de ellas encontramos al verbo: Chingar.
Chingar es una palabra llena de polisemia, significa todo y nada; hace referencia al alcohol, al fracaso, sirve para herir, molestar, inclusive para desgarrar, violar o matar. Es aquí, con esta sublime y mágica palabra que el sadismo del mexicano cobra su más real presencia, el verbo chingar está llena de violencia, implica violar, abrir, penetrar al otro.
El chungón, dice Paz, es el macho, el que abre, la chingada es la hembra, la pasiva mujer, la despreciada malinche.
Chingar pasa a ser una filosofía para el mexicano, una doctrina que enmarca la manera en la que tiene que ser su vida y las relaciones
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