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Los Monopolios


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2014  •  1.985 Palabras (8 Páginas)  •  181 Visitas

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“Los monopolios son malos siempre”

Le echamos la culpa de todo lo malo. Que si sube la inflación. Que si los bancos abusan con las tarjetas de crédito. Que si hay corrupción. Que si hay crisis económica. Que si nos cortan el teléfono. Que si quiebra un empresa. Que si los productos chinos vienen con dumping. Es el culpable favorito del gobierno, de los profesores universitarios, de los periodistas, de los analistas económicos, de las empresas, de las amas de casa. Las amas de casa se quejan de él cuando suben los precios y las empresas cuando sus competidores más grandes los bajan. No se salvan ni de los de izquierda, ni de los de centro, ni los de derecha. Pocos malvados generan más consenso sobre su maldad. El monopolio es para la economía lo que el demonio es para la religión. ¿Pero es verdad todo lo que se dice de él? Veamos algunas frases que solemos aceptar como verdaderas sin mayor reflexión.

"El monopolio es la negación de la competencia”

¿ESTÁ SEGURO? ¿Me creería si le dijera que es justo lo contrario? El monopolio es en realidad parte del proceso competitivo. Es más, es uno de los motores principales de la competencia. Pregúntese qué soñó un empresario la mañana que se levantó con una sonrisa de oreja a oreja. Pues soñó que tenía un monopolio. Con su monopolio subía los precios, ganaba mucho dinero, no tenía que preocuparse por los competidores y vivía feliz de la vida. Curiosamente ese sueño, que muy pocos ven realizado, empuja a los empresarios a competir. Para ver realizado su sueño, el empresario sabe que tiene que crecer. Sabe que mañana debe vender más que ayer. Sabe que tiene que conseguir las preferencias de los consumidores de sus competidores. Para lograrlo baja sus precios, mejora su eficiencia, eleva su calidad, ofrece un mejor servicio; es decir, compite. La idea de llegar a tener un monopolio es, paradójicamente, el combustible de la competencia. El sueño del monopolio es el premio que motiva a competir.

Como todos tienen el mismo sueño, muy pocos logran alcanzarlo. Estos sueños comunes se neutralizan y el resultado, que es que lo que llamamos monopolio, virtualmente no existe en la realidad.

Pero allí no acaba la cosa. ¿Quién es el peor enemigo del monopolio? Pues precisamente el propio monopolio. Por supuesto que el empresario que llega a ver realizado su sueño hace lo que más le hizo sonreír cuando despertó: subir los precios. Pero al subir los precios hace atractiva la entrada a la industria. Si alguien tiene un monopolio de zapatos y gana mucho dinero, entonces todo el mundo quiere hacer zapatos. Más empresarios querrán entrar a esa actividad. Y al hacerlo bajarán los precios y aumentarán las opciones de los competidores. El monopolio no es, pues, la negación de la competencia. Es parte del proceso competitivo. Es parte del sistema de señales necesarias para que las empresas se decidan a competir.

"El monopolio es siempre malo”

TAMPOCO ES CIERTO. Si bien el monopolio da poder económico que puede ser mal utilizado para crear barreras de entrada al mercado, lo cierto es que el monopolio puede generar varios efectos buenos para la economía. El tamaño puede ser sinónimo de eficiencia y también conducirnos a alcanzar economías de escala que permiten reducir costos y producir más barato, lo que a su vez puede generar bienestar.

Esto es especialmente cierto si en una industria los costos hundidos (los que no podrías recuperar si quiebras) son muy altos. Puede ser que pocos jugadores constituyan una mejor opción en tal circunstancia. Por ejemplo, dada la tecnología disponible, si construyo una segunda red de agua y desagüe para toda la ciudad y no me va bien en el negocio, ¿cómo recupero mi inversión? ¿A quién le puedes vender la red ya construida si no tiene otro uso que el de ser red de agua? Además, el efecto de la segunda red sería subir el costo del agua a los consumidores. El millón de habitantes de una ciudad tendría que repartirse el costo fijo de construir dos redes iguales. Con un monopolio, el mismo número de personas asume el costo de una sola red. En un contexto así, es poco probable que alguien construya una segunda red en el corto plazo. El monopolio será entonces la mejor opción.

Además, la carrera por obtener un monopolio es un incentivo muy fuerte para la innovación. Y a ello se suma que los potenciales entrantes también se ven motivados a innovar para romper el monopolio, atraídos por precios más altos. Una buena idea puede ayudar a crecer mucho o a entrar a enfrentar al monopolista. Por eso no es extraño identificar grandes avances tecnológicos desarrollados por empresas que llegan a tener poder de mercado o por empresas que firmaron la sentencia de muerte de un monopolio existente (como pasó cuando Windows Word acabó con Word Star o con Word Perfect).

Otra situación beneficiosa se presenta en las llamadas industrias de redes. Si necesitamos una red con elementos comunes para ser usados por un número grande de usuarios, que justamente buscan el elemento común, es probable que haya un nivel mayor de concentración en el mercado. Eso pasa, por ejemplo, con Windows. ¿Por qué todos usan Excel, Word o Power Point? La razón por la que Microsoft tiene una participación tan grande en el mercado es (además de una inadecuada regulación de la propiedad intelectual, lo que no es objeto de este trabajo) que todos queremos tener programas de cómputo comunes que nos permitan entendernos, de la misma manera que en un país solemos todos hablar el mismo idioma. Uno quiere, cuando se sienta en una computadora en cualquier parte del mundo, que cuando conecta su USB pueda abrir sus archivos, o poder abrir el attachment de un e-mail sin problemas. La existencia de un mismo programa reduce muchos costos, en especial costos de transacción. Por ello el mercado tenderá a generar niveles altos de concentración en los elementos comunes de la red, pero generando un beneficio deseado por los consumidores.

"Si hay un monopolio, hay que evitar que suba los precios"

ESO ES UN MITO. Esa creencia es la madre de buena parte de la mala aplicación de

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