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Los Niños De La Calle


Enviado por   •  17 de Enero de 2014  •  1.037 Palabras (5 Páginas)  •  331 Visitas

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Los niños de la calle

"He estado en las calles desde que tengo memoria. Me gano la vida lavando autos, cargándolos con alguna mercancía o a veces mendigando. No conozco mis padres pues me abandonaron hace mucho tiempo, dejándome solo he indefenso al asecho de todos los peligros a los que se enfrenta un niño de la calle”.

Honorable jurado calificador, compañeros y compañeras participantes, maestras y maestros, público en general, tengan todos un muy buen día, mi nombre es _____________________________________, soy del primer grado grupo “C” y represento orgullosamente a la escuela secundaria federal Rafael Ramírez número 38 del turno matutino, participando con el tema: LOS NIÑOS DE LA CALLE.

LOS NIÑOS DE LA CALLE…

Los niños de la calle son el reflejo del trato inadecuado que muchos padres de familia les dan cuando más necesitan de ellos. En la ciudad de México son más de 30,000. Sus caritas mugrosas, los cabellos tiesos, los ojos tristes, las manos negras, reflejan el abandono, la soledad, el miedo y el olvido.

Todos los días transitamos por alguna calle o avenida y la mayoría de las veces nos percatamos del peligro que corren los niños de la calle. Para sobrevivir, la mayoría trabajan más de diez horas al día. Distribuyen periódicos, limpian taxis, recogen chatarra, empujan carros, venden caramelos, llevan el equipaje, mendigan, trabajan en la prostitución, o como servicio doméstico. Díganme ustedes ¿es correcto que un niño tenga una vida como esta?, pues lo sea o no es la realidad… Tenemos que aceptarla, y esto es en el día y por si fuera poco duermen donde se sienten más seguros o donde los agarre la noche, la puerta de una tienda, un banco en la plaza, un conducto de aire caliente, etc. Muchos de ellos duermen de día, pensando que están más seguros.

¿qué pueden perder, si no tienen absolutamente nada?

Cuando es asesinado uno de ellos nunca aparecen los responsables del crimen como hasta la fecha.

Cuando están drogados, ellos dicen: “veo figuras en el aire, veo el árbol, me lo quedo viendo, lo veo fijo y empieza a agarrar forma, como que se mueve, como que me habla, como que me quiere abrazar, grandote abierto de manos”.

Otros dicen: “siempre quise matarme, volar como pájaro, volar, irme, huir, prefería convertirme en animal que ser gente”.

La mayoría duerme solo, otros se acurrucan juntos en busca de calor o protección. La cama es un vil trozo de cartón, una manta vieja, periódicos. Si tienen la suerte de tener un par de zapatos, se los quitan y duermen con ellos bajo la cabeza, para poder darse cuenta de si alguien quiere robárselos. Las pocas monedas que sobran se las meten en la boca.

Estos niños nunca saben cuándo serán despertados por la bota de un policía, por un chorro de agua fría de un camión de la limpieza, o incluso por una bala de un grupo de vigilantes o de un oficial de la ley que usa su arma alegremente.

En México se han contado hasta 122 coladeras que sirven de hogar y patria de los niños de la calle. Lo que en otros países causaría

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