Los Ojos Negros
Enviado por caaritocm • 28 de Abril de 2013 • 396 Palabras (2 Páginas) • 336 Visitas
Ya ha pasado un tiempo que, cualquiera diría que es suficiente.
Ellos me dirán, dejalo.
Y yo puedo sonreir y decir:
- ya lo hice. -
Entonces digo, una prueba no va a matarme, enfrentar mi miedo para ver si aún sigo temiéndole, no será tan
difícil, es decir, está superado no?
Creo que no soy la única que recuerda con melancolía y orgullo la belleza de esos ojos, que no son negros, no,
eso no sería hacerle justicia a esos ojos, tan expresivos, de otorgale un color diría marrón, si, marrón oscuro, muy oscuro,
muy brillante, unos ojos que, de verlos, sientes el olor a polvo, a lluvia, una infancia: ves un niño pequeño,
corriendo y sonriendo, en el suelo, si, siempre en el suelo. Y si lloran? si esos ojos lloran yo muero, explícame, De qué
manera el ser más agridulce del planeta puede llorar? está eso permitido? si, estos ojos estan llorando, reemplazando
aquel brillo natural, ese brillo alegre, las gotas de lluvia por una lluvia de verdad. Puedo ser realmente justa? Debo
entonces llorar yo también, si esos ojos sufren, los mios también lloran porque extrañan la alegría, y temen, temen
por aquel niño que jugaba en el suelo, y si este niño se ahoga por esta lluvia materializada? lloro de preocupación,
lloro de miedo.
Sacudo la cabeza para quitar aquel transe, si, yo aún lo sigo esperando bajo el agoviante sol que me rodea, pero,
por qué? dos ojos oscuros son suficiente para reparar todo este daño que me ha repercutido en cada paso de mi vida?.
De pronto el niño se levantó del suelo, levantó polvo, y aún así corrió a toda velocidad por el cerro, entre los pocos
árboles, de vez en cuando me veía y soltaba una risa burlona, mi vista se nublaba, yo temía, qué es lo que quiere
este niño? es que no ha hecho daño suficiente? o será que está tratando de disculparse?. Me detuve en seco. Sentí una
risa, mas bien una carcajada, inconfundible, no era una carcajada de aquellos ojos, si no, de esa sonrisa agria. Miré
atrás. Ya no era aquel dulce niño de brillantes ojos marrones, era esa pobre alma perdida entre los árboles. Dejó de correr
y de pie, junto a un arbol de 3 ramas, pronunció mi nombre.
- Estas soñando, otra vez con él-
- No estoy soñando, "él" no es una palabra que haga justicia a todo lo que es. Dicen -
...