Los cambios que necesita el proceso de enseñanza – aprendizaje. Un reto que aún busca respuesta

Algunos de los resultados obtenidos en distintas pruebas nacionales han mostrado a las instituciones educativas la carencia de una articulación entre lo que se enseña y lo que se aprende, es decir, al parecer existe una amplia distancia entre el desarrollo de contenidos y los intereses de los estudiantes. Esta dinámica ha sido una permanente en lo ya conocido del proceso enseñanza-aprendizaje, una actividad académica centrada en el maestro y en el afán de cubrir contenidos para demostrar el cumplimiento de lo propuesto en los planes de área, lo cual se ve limitado en muchas ocasiones al seguimiento de un libro de texto. Esta situación ha sido motivo de reflexión en diferentes comunidades académicas, donde a través de diversas estrategias se pretende desarrollar en los escolares habilidades y competencias que sean de utilidad en su contexto.

En este sentido, se hace necesario implementar dichas estrategias para el desarrollo de procesos de pensamiento que otorguen capacidades en cuanto a la ejecución de tareas complejas donde se requiera del uso de distintos recursos en un contexto determinado (OCDE 2010). Para llevar a cabo estos propósitos, se debe contar con herramientas pedagógicas que contengan metodologías y elementos didácticos de manera que se produzca el acercamiento entre los intereses de los estudiantes y los contenidos que desea desarrollar el maestro. Por ejemplo, proponer y analizar en el aula situaciones problema cercanas a las realidades existentes, para generar discusiones que permitan dar soluciones mediante elementos propios de la disciplina que se desea estudiar (Arteaga Bejarano, 2017). Por esta razón, es útil integrar comunidades para compartir experiencias entre docentes, de tal forma que se enriquezca el trabajo que viene desarrollándose en las instituciones educativas y se construyan espacios de información, reflexión y transformación en beneficio de la formación integral de los estudiantes.

En suma como se ha podido observar, la orientación de procesos académicos como los conocemos hasta hoy no han sido suficientes para desarrollar las capacidades que el mundo de hoy exige a los estudiantes, además estos distan de sus intereses. Por esta razón, los docentes deben movilizarse en búsqueda de nuevas estrategias que propendan por el desarrollo de competencias en los educandos, de tal forma que puedan aplicar sus conocimientos en contexto. Esto puede lograrse con la ayuda del intercambio de experiencias que potencien los procesos implementados en las aulas, para que puedan generarse aprendizajes que posibiliten al estudiante desempeñarse en diversos contextos y asumir retos (Forero Gómez, Alvarado Archila & Bautista Ríos, 2017).

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